Para vivir sano necesitamos un planeta sano. La salud humana, la de los demás animales y la del medio ambiente están tan relacionadas que se puede decir que todo es Salud Única. Así lo confirman el ecólogo Fernando Vallados Ros, la veterinaria Elisa Pérez Rámirez y el epidemiólogo Adrian Hugo Aginagalde Llorente.
Como nota violenta de películas y series, el ecólogo Fernando Vallados Ros inició su intervención advirtiéndole de que iba a hablar con los muertos. Y también desde el principio: “El cambio climático causa directamente la muerte de más de medio millón de personas al año”. Y esto es sólo la punta del iceberg, porque el cambio climático tiene muchas ramas: “Afecta a la distribución vectorial de enfermedades infecciosas y alérgenos aéreos, dificulta las enfermedades cardiopulmonares, condiciona la disponibilidad de agua y alimentos y favorece a más de la mitad de las migraciones humanas. Teniendo esto en cuenta, se puede decir que decenas de millones de personas mueren cada año debido al cambio climático”.
Vallada, investigadora del CSIC y profesora de la Universidad Rey Juan Carlos, cuenta con amplia experiencia en el estudio del cambio climático en la biodiversidad y los ecosistemas y lleva años alertando sobre la influencia de la salud de los ecosistemas en el ser humano. También lo hizo en su intervención en San Sebastián el pasado mes de marzo en los Cursos de Verano de la UPV. Mensaje claro en el propio título: “El cambio será socio-económico cuando entendamos que sólo hay una salud”.
“Inevitablemente, todos hemos aprendido el concepto de ‘inmunidad de grupo’; existe un concepto similar, mucho más desconocido pero con una capacidad de prevención mucho mayor: ‘psy-inmunidad’, explicó Vallados. “Los paisajes funcionales que permiten la biodiversidad son un buen seguro contra las enfermedades infecciosas. Evidentemente, no las destruyen completamente, pero estas enfermedades reducen considerablemente el riesgo de pasar a los humanos”.
“Por eso, muchas acciones de restauración ecológica deberían integrarse en el ámbito de la salud pública”, continuó.
“Prevenir las pandemias es mucho más barato que enfrentarse a una pandemia”. Así lo demuestra un trabajo publicado por Dobson y sus compañeros en la revista Science. Estimaron el coste de tres medidas para prevenir las pandemias: detener la deforestación de los bosques tropicales, limitar el tráfico ilegal de especies y establecer un sistema de alerta y control temprano de las enfermedades infecciosas. Salieron entre 17 y 27 mil millones. “Es mucho dinero”, decía Vallados, “pero nos está costando mil veces más enfrentarse al COVID 19”.
Y a pesar de las enfermedades infecciosas y las pandemias, son muchas las investigaciones que destacan el valor e incluso la rentabilidad de la protección del medio ambiente. En otro trabajo publicado por Hamilton y sus compañeros de The Lancet, por ejemplo, estimaron que si se cumplieran las medidas establecidas en el Acuerdo de París se evitarían unos 10 millones de muertes para 2040.
“Millones de muertes son evitables”, decía Vallados. Pero para ello ve la necesidad de hacer muchos cambios: el sistema socioeconómico, el modelo energético, el modelo de empresa, e incluso el propio concepto de salud. “En definitiva, la felicidad, el bienestar y muchos aspectos psicológicos y físicos de la salud están directamente relacionados con el concepto de salud planetaria o salud única. Todas las evidencias indican que nuestra salud está directamente relacionada con la salud de los ecosistemas. Es necesario introducir el concepto de Salud Única en las estrategias sanitarias, etc.”.
"¿Por qué no cambiamos de rumbo? Pues porque no somos conscientes de hasta qué punto nuestra salud depende de este cambio y de cómo el impacto que producimos en el medio ambiente nos vuelve contra nosotros como si fuera una persona”, concluyó Vallados.
“Cuidar el medio ambiente es la mejor vacuna posible”, afirma Elisa Pérez Ramírez, veterinaria viróloga. “Si con el impacto de la pandemia, no sólo en nuestra salud, sino también en nuestras vidas, no comprendemos qué relación hay entre todo esto y lo que estamos haciendo al planeta, no sé qué más necesitamos”.
El concepto de Salud Única es un concepto que los veterinarios tienen claro desde hace tiempo. De hecho, el XXI fue creado por una asociación veterinaria estadounidense. principios del siglo XX. En su opinión, era necesario tener una visión unitaria de la salud, incluyendo el medio ambiente, los animales y las personas, y con esa perspectiva se debían abordar las estrategias de la prevención. Actualmente, la estrategia Salud Única está respaldada por las principales organizaciones internacionales, como la Organización Mundial de la Salud, la FAO, la Organización Mundial de la Alimentación y la Agricultura, la OIE, la Organización Mundial de la Sanidad Animal y UNICEF. “Nosotros lo tenemos muy claro: si los animales no están sanos y en buenas condiciones de vida, los humanos nunca tendremos buena salud”, dice Pérez. “El vínculo es total”.
“Un montón de enfermedades provienen de los animales. Y cuanto más perturbadores están los ecosistemas, mayor es la pérdida de equilibrio, de defensa y de los problemas de obtención de nutrientes en los animales, que afectan significativamente a sus sistemas inmunitarios. Todo ello aumenta considerablemente la excreción de patógenos”, explica. “Y a esto hay que añadir que cada vez se está introduciendo más en hábitats que hasta ahora eran de fauna silvestre, no sólo nosotros, sino también ganado, etc. Las interacciones han aumentado enormemente y, por tanto, los riesgos”.
Por ello, la salud de los ecosistemas es esencial para la salud de los animales sanos y una primera barrera contra estas enfermedades que provienen de los animales. Y, por el contrario, “se habla poco de ello, pero nosotros también transmitimos enfermedades a los animales, que también es muy importante para la salud de los ecosistemas”.
Los virus y las bacterias siempre han estado ahí, pero estamos facilitando el camino. “Las facilidades para difundirse entre nosotros han aumentado enormemente”, afirma el epidemiólogo Adrian Hugo Aginagalde Llorente. “Uno de los grandes problemas de este mundo globalizado son los vectores que transmiten enfermedades”. Es el caso del mosquito Aedes albopictus: Entró en el puerto de Barcelona, en el agua acumulada en unos neumáticos, se adaptó bien, ascendió por el Ebro y ya está en el País Vasco. “El comportamiento y reproducción de los vectores ha cambiado mucho. No esperábamos que A. albopictus y A. japonicus estuvieran tan bien en la Península Ibérica. Se adaptan al cambio climático, a su biología, y en invierno no mueren. Son grandes aguas”.
“De otra parte, el XXI. Lo nuevo que hemos visto en el siglo XX es que, sin que nosotros hagamos nada, las aves migratorias pueden traer virus, pasar estos virus a los mamíferos de aquí y completar un nuevo ciclo. Tampoco lo esperábamos”. Aginagalde se refiere a la fiebre hemorrágica del Crimea-Congo.
También menciona una nueva amenaza que se está presentando debido al cambio climático: “Permafrost se está descongelando, lo que provoca la reaparición del ántrax, afectando a mamíferos y algunos casos en las personas en el norte de Rusia. Y no sabemos qué microorganismos pueden haber en el permafrost”.
“Sabíamos que el clima y el medio ambiente tienen una gran importancia en la salud, pero ahora lo estamos viendo en nuevas formas. Y esto nos ha vuelto a relacionar con Salud Única”, dice Aginagalde.
El enfoque de Salud Única agrupa tres grandes áreas: medicina y salud pública, veterinaria y ciencias ambientales. “A esto se pueden añadir otros muchos, y creo que habría que añadirlos, por ejemplo, antropología, sociología, economía, que tiene muchas ramas”, explica Pérez. “Pero, al menos, esta conexión entre los especialistas de este triángulo básico es fundamental para el correcto tratamiento de muchas enfermedades”.
El virus occidental del Nilo, por ejemplo, es la estrategia con la que están trabajando. El equipo de Pérez detecta el virus en las aves, y otro equipo de entomólogos, que trabajan con mosquitos. “Hemos visto que en humanos podemos detectar el virus en mosquitos, patos o águilas 20 días antes de que aparezcan los primeros casos. Pues bien, no existe un sistema óptimo de <br spacewithin="1.35" spacebefore="0.2"/ No es fácil y es caro, pero el ahorro es mucho más, porque permite tomar medidas concretas a tiempo”.
Otro ejemplo es el de la gripe marismeña. “Es imprescindible analizar qué virus circulan en las aves silvestres, especialmente en los patos, ya que es el que después llega a las granjas”. En efecto, el primer candidato a una pandemia era la gripe gemelar, que aún sigue manifestándose en opinión de Pérez. “En los últimos tres años se han tenido que sacrificar millones de aves. Y todos los años tenemos algún susto porque aparece una cepa nueva. Tiene todas las características de paso a otras especies. Afortunadamente, hasta ahora pocos subtipos han demostrado la capacidad de pasar del ser humano al ser humano, pero cuando esto ocurre prefiero no pensar…”.
“Hemos visto cómo una pandemia afecta a nuestra salud y a nuestra vida. Pues bien, el riesgo de tener más pandemia es enorme, y más aún teniendo en cuenta cómo estamos destruyendo el planeta, la ingente cantidad de carne que comemos, las macropías gigantes que tenemos, los mercados de animales vivos, etc.”.
Por ello, Pérez considera imprescindible un compromiso real de las instituciones para trabajar con la estrategia de Salud Única. “Los profesionales tenemos claro, y las instituciones también deben entender que promover este concepto es una buena inversión, crear institutos de investigación especializados e incluso crear organismos interministeriales. Es triste, pero el trabajo preventivo no es tan espectacular como construir nuevos hospitales o crear nuevas vacunas. Hubiera sido mucho mejor que se hubiera gastado ese dinero para prevenir que todo esto sucediera”.
“La medicina se ha centrado fundamentalmente en el diagnóstico y el tratamiento, donde se concentran casi todos los recursos, quedando muy pocos para la protección, promoción, prevención y vigilancia”, afirma Aginagalde.
Quizás el enfoque de Salud Única contribuya a cambiar esto. “Ya está ayudando”, aclara Aginagalde. “Se están obteniendo resultados bastante interesantes en cuanto a la resistencia a los antibióticos, tanto en el consumo de antibióticos ganaderos como en las resistencias que se detectan en aguas residuales. XXI. Es la mayor amenaza del siglo XXI y, en contra de ella, es necesario ese enfoque. Sin embargo, tenemos mucho trabajo en cooperación, porque en nuestros países no basta con cambiar las cosas, hay que incidir también en la ganadería de China, África, etc. Porque las resistencias, como las enfermedades, se expanden”.
También hemos preguntado a Aginagalde y a Pérez qué previsiones tienen para el futuro. “Uf, es lo que hice últimamente cuando anuncié que tendríamos un coronavirus, un MERS o similar, y que vendría de China”, advierte Aginagalde.
“Probablemente estamos asistiendo a una aceleración de las infecciones virales agudas del aparato respiratorio, que será uno de los retos del futuro”, continúa. “Por otro lado, la bacteria multiresistente será, sin duda, uno de los mayores problemas. Relacionado directamente con el cambio climático, los sofocos extremos y los vectores también pueden provocar grandes problemas. Y luego hay cuestiones que son más difíciles de prever. Por ejemplo, no sabemos qué puede aparecer con la descongelación del permafrost, donde podría haber un riesgo latente. Por otra parte, en la Amazonia y en África, ligada a la deforestación, existe el riesgo de que las enfermedades virales hemorrágicas aumenten, así como la aparición de nuevos virus”.
Pérez también ve riesgos similares, pero también ha querido abrir una ventana a la esperanza: “Intento ser optimista y espero que con este susto que hemos tenido empiece a entender que invertir en cuidar el medio ambiente es un gasto fantástico y empezar a trabajar en ese sentido. Y, por otra parte, que el trabajo interdisciplinar pueda frenar las cosas antes de que sucedan. Y es que está claro que las nuevas enfermedades irán apareciendo cada vez más. Yo confío en las nuevas generaciones, creo que están más concienciadas para cuidar el medio ambiente, los ecosistemas y la salud. Y también tengo mucha confianza en vuestro trabajo [los comunicadores de la ciencia], que durante estos dos años habéis hecho un gran trabajo”.