Los cráneos tienen una mezcla de características anatómicas modernas y arcaicas del Homo sapiens, y los fósiles son muy similares entre sí. Por ello, los investigadores creen que pertenecían a la misma población, pero no a la línea del Homo sapiens que ha llegado hasta hoy. Investigadores del Instituto Yunnan de Arqueología China y del Nuevo Gales del Sur de Australia han estudiado los cráneos y han propuesto que, comparando sus características con otros fósiles más antiguos del mundo, podrían ser descendientes de una temprana migración del Homo sapiens, que permanecieron aislados respecto a los que llegaron en períodos de migración posteriores.
El descubrimiento ha puesto en el mapa de la evolución humana a seres humanos que no son claros Homo sapiens modernos, que vivían en las tierras continentales, cuando nuestros antepasados directos estaban dando los primeros pasos de la transición del cazador-recolector a la agricultura.
El antropólogo de la UPV-EHU, Alvaro Arrizabalaga, se ha mostrado interesado y prudente en el descubrimiento: “Está bien editado y el número de fósiles es bueno, pero todavía hay que comprobarlo, tienen que encontrar más fósiles con estas características anatómicas y demostrar que no son patológicos, que el descubrimiento se deje sedimentar y que el resto de grupos de investigación y centros dicen”. Según Arrizabalaga, la filogenética del género Homo es un campo complicado y delicado, por lo que un artículo es insuficiente. “Da el primer golpe”, afirma “pero luego hay que esperar a que esos fósiles se consoliden en el registro durante años”.
En cualquier caso, cree que el descubrimiento replantea la teoría poligenética de la filogenia, es decir, que el hombre moderno no es de un solo origen genético, sino que es tan diverso como el resultado de las líneas desarrolladas a nivel local y de las hibridaciones ocurridas. “Entre los antropólogos chinos siempre ha estado muy extendido que los chinos actuales no pertenecen a la línea directa del hombre de Cro-Magnon, sino que pertenecen a una vía alternativa —recuerda Arrizabalaga—; es casi una leyenda, aunque hace unos años un muestreo y estudio muy amplio del ADN chino han dado por probado que son de un mismo origen”.
No se ha podido realizar un estudio de ADN de los cavernícolas de ciervos rojos, por lo que no se puede saber si han dejado huella en la población china actual. Arrizabalaga destaca que el hecho de que los fósiles hayan sido encontrados hace tiempo dificulta este estudio. La contaminación es el mayor riesgo en el estudio del ADN y los cráneos son de hace décadas: “es difícil controlar la evolución de los fósiles encontrados hace tiempo y con qué otros elementos han estado en contacto durante el tiempo que han estado coleccionados”.
Los avances en el estudio del antiguo ADN han abierto recientemente el camino para conocer si las especies humanas desaparecidas han dejado huella genética en nuestro país. De hecho, los descubrimientos más destacados son los de 2010. Fue entonces cuando se anunció y se dio por probado que los neandertales han realizado una “pequeña aportación” a la población de Eurasia, y se publicaron también los resultados genéticos de 40.000 años de fósil hallados en la cueva siberiana de Denisova. No era Homo sapiens ni Homo neanderthalensis, y los actuales habitantes de Melanesia conservan en sus genes restos de esta población. A diferencia de la aportación genética del neandertal, “existe bastante controversia con el fósil de Denisova”, afirma Arrizabalaga, “precisamente porque la identificación se hizo únicamente con ADN, sólo había un fósil pequeño, era un grano muy joven y el fósil ya no existe, ya que todo tuvo que ser reducido para realizar este análisis”.
Arrizabalaga toma como punto de partida los resultados de los análisis del ADN y los descubrimientos que se han hecho en Asia en pocos años, el hombre de Flores, el de Denisova y este último, y no los de meta: “Tenemos que dejar que el tiempo funcione y filtre, y tener claro que este tipo de hallazgos son muy interesantes para los que estudian la filogenia y la evolución, pero que no afectan desde el punto de vista de nuestro origen si no dejan sus indicios genéticos en la población actual”.