Nicolás Atxukarro: conocer para curar

Etxebeste Aduriz, Egoitz

Elhuyar Zientzia

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Ed. Manu Ortega/CC BY-NC-ND

El gobierno estadounidense recibió una invitación a Alzheimer. Le ofrecieron ser director del departamento de Anatomía Patológica del Manicomio Federal de Washington. “Yo no puedo ir —respondió Alzheimer—, pero os voy a enviar a un joven que, siendo joven, vale tanto como yo”. Aquel joven era Nicolás Atxukarro, bilbaíno de 28 años.

Murió también joven, pero su nombre sigue vivo en el centro vasco de investigación en neurociencias, en el Achucarro Basque Center for Neuroscience. El lema del centro es “Conoce para curar” y podría ser el de la vida de Atxukarro.

Nace en la calle Bidebarrieta el 14 de junio de 1880 en una familia burguesa e ilustrada. Desde muy joven tuvo claro que quería ser médico. Tras finalizar el bachillerato en el Instituto de Bilbao, a los quince años se trasladó a Alemania para cursar estudios preuniversitarios y estudiar bien el alemán.

Más tarde, estudia medicina en la Universidad de Madrid. Allí tuvo como profesores a Santiago Ramón y Cajal y José Gómez Ocaña, entre otros. Y se incorporó al laboratorio de Gómez Ocaña para el segundo año de carrera. La Universidad, sin embargo, no satisface totalmente el espíritu investigador de Atxukarro. Cuando leía revistas alemanas en la biblioteca de la facultad, consideraba que el nivel científico de la universidad española era escaso. Al finalizar el segundo año de su carrera, hizo las maletas y volvió a Alemania con su hermano.

Estudia en la Universidad de Marburgo. Pronto tuvieron que volver a Bilbao porque su hermano enfermó. La tuberculosis le llevó al año. Fue un duro golpe para Atxukarro. Sin embargo, avanzó en sus estudios. Presentó y superó los exámenes para superar el tercer curso de Medicina en Madrid. Y los siguientes cursos también los hizo por su cuenta.

Mientras tanto, trabajó en el Hospital General de Madrid, en el laboratorio del médico Luis Simarro. Gonzalo Lafora, miembro de la misma, decía: “Atxukarro se distinguió enseguida por su amplio conocimiento y por su claridad y simpatía (...) Comenzó a investigar la estructura del sistema nervioso de los animales de baja categoría para luego analizar estructuras más complejas del hombre… Pronto nos dimos cuenta de que los que trabajábamos allí Atxukarro era un hombre de gran futuro”.

En la cámara de la casa de Neguri creó un laboratorio para seguir investigando durante el periodo vacacional. Sin embargo, el trabajo no era todo. Unamuno decía que Atxukarro le dijo una vez: “No todo es hacer carrera y nombre, ganar dinero, vivir, disfrutar, divertirse…”. Vivía con pasión y también con la ciencia. Lafora afirmaba que “todo era alegría y optimismo en Atxukarro, siempre sonriente ante la vida… Eso sí, se enfurecía con los escépticos del progreso de la ciencia y, sobre todo, con los fraudulentos o falsificadores de la ciencia”.

Una vez terminada la carrera volvió a hacer las maletas y se fue a los laboratorios más punteros de Europa. Trabajó en París, Alemania e Italia y finalmente viajó a Alemania a la clínica de Emil Kraepelin para estudiar su nueva psiquiatría. Allí trabajó durante tres años en el laboratorio de Alois Alzheimer investigando las lesiones neurológicas de la rabia.

Atxukarro destacó entre los discípulos de Alzheimer y cuando vino la oferta del Manicomio Federal de Washington, el maestro no dudó en enviar al joven bilbaíno.

La experiencia de Washington no fue de cualquier tipo. Era un hospital de unos seis mil pacientes y no faltaban recursos. En aquella época publicó numerosos trabajos y fue pionero en la investigación de la glia: “la neuroglia no es sólo un tejido de apoyo, sino un elemento de gran importancia en las funciones nutritivas y metabólicas”, escribió.

Sin embargo, echaba en falta la casa y, sobre todo, dejó a su amada en Madrid, Lola Artajo. Volvió dos años después, dejando a su amigo Lafora en su puesto.

En Madrid le costó la estabilidad económica. Falló en las oposiciones para una plaza del Hospital General de Madrid y comenzó como médico privado. Ramón y Cajal lo tomó en su laboratorio, pero sin sueldo. “Estoy descontento —escribió— de la falta de éxito de las cosas oficiales del laboratorio y del hospital, y también estoy pensando en abandonar el laboratorio de Cajal, porque me quita tiempo y no saco nada. Creo que voy a empezar a trabajar en la clínica y si alguna vez gano bastante, volveré a la experimentación; me cuesta dejar de lado esa ilusión”.

Poco a poco superó los problemas económicos. Y en 1911 se casa con Lola, con su familia en contra (Lola tenía primo, era mayor y estaba enferma). Ese mismo año sacó plaza en el Hospital Provincial de Madrid, y a partir del año siguiente dirigió el Laboratorio de Histopatología del Sistema Nervioso.

Continuó con la investigación de Glia y, para poder analizarla bien, inventó una nueva técnica de teñido: Técnica de Atxukarro (tanino y plata amoniacal). Además, investigó la patología del sistema nervioso en enfermedades infecciosas y degenerativas y la influencia del sistema simpático en la vida afectiva y en las patologías. Abrió el camino de la psiquiatría moderna en España.

Fue un gran médico. El propio Ramón y Cajal también le consultó cuando empezó con los dolores de cabeza. Cajal decía: “Me estudió y tras unas palabras y eufemismos picosos medidos, lanzó la sentencia: ‘Mi amigo empieza la arterioesclerosis cerebral de la vejez. ¡No hay que preocuparse! Estamos al principio y una buena dieta impedirá el progreso del mal’.

Estaba claro que Atxukarro tenía un gran futuro. Sin embargo, apareció la enfermedad y en 1915 tuvo que abandonar el trabajo. En 1917, cada vez más incapacitado, vuelve a Neguri. Pensó en la tuberculosis, pero finalmente se autodiagnosticó la enfermedad de Hodgkin. Falleció el 23 de abril de 1918, a los 37 años de edad.

“Además de la neurología y la psiquiatría, nos enseñó que hay que ser fraternario y comprensivo con el enfermo”, escribió José M, que años después trabajó con Atxukarro. Sacristán. El laboratorio y la cama del paciente estaban muy cerca para Atxukarro. Su pasión era aplicar lo antes posible los avances técnicos en la clínica. Conoce para curar.

 

Bibliografía:

ACHUCARRO OUTREACH MANAGER (2012): “Datos rápidos de la visita de Nicolás Achucarro”. En neurociencia - Achucarro Basque Center for Neuroscience

ALONSO, J.R. “Achúcarro”. Neurociencia - El blog de José Ramón Alonso.

ESTORNES, I: “Achúcarro y Lund, Nicolás”. Auñamendi Eusko Entziklopedia.

MARTINEZ-AZURMENDI, H. (2001) “Dr. Nicolás Achúcarro (1880-1918)”. Norte.

 
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