Barato, fácil de transformar, sostenible, ligero y versátil, la producción mundial de plásticos ha aumentado considerablemente en los últimos 52 años. En 1964 se generaron 15 millones de toneladas (MT) de plásticos, mientras que en 2016 se generaron 335 MT, lo que supone 22 veces más. En Europa la demanda de plásticos fue de 49,9 Tm, siendo la materia prima mayoritaria para aplicaciones de envasado. Sólo el 42,6% de la basura generada de los productos de plástico producidos se recogió, de la que el 41,6% se utilizó como combustible, el 27,3% se destinó a vertederos y el 31,1% se recicló (Figura 1).
Según los datos obtenidos, entre 2006 y 2016 la cantidad de plástico reciclado aumentó un 79%. Estos datos suscitan la duda de que, si cada vez se recicla más, ¿por qué sigue aumentando considerablemente la producción de plásticos año tras año? Se espera que para el año 2036 la producción de plásticos sea doble.
Como se ha mencionado, entre las numerosas aplicaciones que tiene el plástico, el envasado es el principal. Para el ser humano, el empaquetado se ha convertido en un tema de consumo necesario y fundamental para el día a día, ya que los embalajes cumplen una serie de funciones como mantener, proteger, ser práctico, comunicar y asegurar la calidad y buen estado de los alimentos. El tipo de plástico se elige según su uso. Los plásticos más utilizados en los envases se identifican con el círculo Möbius (Figura 2). En el centro del círculo de Möbius podemos ver los números 1 a 7 que indican el tipo de plástico con el que está fabricado el producto. El símbolo no indica que el producto sea reciclable ni esté fabricado con material reciclado. La misma confusión conceptual se produce con un símbolo de organización similar al yin-yang formado por dos flechas. El denominado punto verde indica que los productores del producto han realizado una contribución económica para reciclar plástico en algún lugar del mundo, pero no que el producto sea reciclable o esté fabricado con materiales reciclados.
Cuando la basura doméstica (papel, vidrio, plástico, metal) la depositamos selectivamente en los contenedores separamos la basura. Así, en el año 2016, cada habitante de los hogares del País Vasco depositaron en el contenedor amarillo una media de 13,20 kg de envases de plástico. A pesar de que cada individuo se esfuerza en separar la basura doméstica generada, todavía son notables los porcentajes de fracciones impropias que terminan en un contenedor innecesario. La mayor parte de las fracciones impropias se encuentran en los contenedores que recogen los envases de plástico. En el año 2016 se recogieron en los contenedores amarillos del País Vasco un 29,2% de residuos impropios.Esto dificulta el trabajo de las plantas de selección selectiva de residuos y su posterior reciclaje.Por tanto, para que el residuo llegue al punto de tratamiento es necesario que cada individuo separe bien la basura (Figura 3).
La separación selectiva de la basura facilita, por tanto, el tratamiento de los residuos, pero esto no significa que todos los envases de plástico que se desechan puedan ser reciclados. La separación y el reciclaje de plásticos no es tan directa como el proceso de reciclado de vidrio y metales. Dado que los diferentes plásticos no pueden ser reciclados entre sí, al sacarlos del cubo amarillo de la basura es necesario identificar y separar los plásticos. Por otro lado, la adición de aditivos al plástico (estabilizadores, pigmentos, lubricantes) permite encontrar en muchas ocasiones plásticos de diferentes composiciones químicas, manchados de restos de comida y bebida, u otros materiales (etiquetas de botellas, manta de yogur dentro del envase). Todo ello dificulta la identificación y separación del plástico.
A diferencia de las botellas de vidrio 100% reciclables, el reciclaje de envases de plástico tiene limitaciones. Una de ellas es la reutilización. Por seguridad alimentaria, algunos tipos de plásticos no pueden ser reutilizados para el envasado de alimentos, por lo que el plástico utilizado debe ser reutilizado. Otro de los límites son los procesos térmicos utilizados para el reciclado de envases de plástico. Estos procesos degradan el plástico y provocan la pérdida de propiedades del material a su paso. Así, los plásticos tienen un ciclo de reciclaje limitado, por lo que el material reciclado se debe mezclar con el nuevo plástico para que el producto final tenga las propiedades necesarias. Todo ello impide la producción de envases 100% de plástico reciclado y obliga a producir y utilizar más nuevos plásticos para satisfacer la demanda de los consumidores.
Cuando se recicla basura plástica o el plástico reciclado no soporta más ciclos de reciclaje, se utiliza para producir productos que no tienen nada que ver con el producto inicial y que no pueden ser reciclados, como telas, hilos, cuerdas, toldos, envases, bolsas, materiales de construcción, asfalto de carreteras, etc. A modo de ejemplo, las PET sirven para producir el hilo sintético empleado en la industria textil. Así, en la Fundación Tzu Chi se fabricó una manta de 230 x 180 cm2 con 78 botellas de PET. Aunque se da un nuevo uso a la basura, dado que el producto que se genera no es reciclable, la basura termina en incineradoras, vertederos y mares o océanos, o se traslada a otros territorios (Figura 4).
Para hacer frente al problema del volumen de residuos de plástico, los residuos se destinan a incineradoras. Aunque la energía obtenida en el proceso de combustión se utiliza como energía eléctrica y como calor, al quemar el plástico se emiten dióxido de carbono (CO2), metano (CH4) y otros gases de efecto invernadero al aire, perjudiciales para el medio ambiente y el ser humano. La parte que no se recicla y no va a las incineradoras se va a vertederos. Durante el proceso de degradación de la basura plástica, que puede durar hasta 500 años, se liberan compuestos contaminantes y tóxicos a la superficie terrestre y al agua, afectando negativamente a la naturaleza y a la salud humana.
Antes de que los vertederos se llenen de basura en su totalidad, los residuos de plástico se transportan a otros territorios. El 46% de los plásticos recogidos en Europa para su reciclaje fueron exportados, de los que el 90% acabaron en China. Durante el transporte de la basura, los plásticos se pierden por el camino y terminan en la superficie terrestre, en las orillas del mar y en el fondo de los océanos. Debido a la degradación ambiental (agua, viento, sol) estos plásticos se rompen en pequeños fragmentos hasta llegar a ser microplásticos (< 5 mm). Estas pequeñas partículas de plástico son consumidas por el zooplancton y las aves marinas como alimento. Además, el zooplancton es uno de los pilares básicos de la cadena alimentaria marina, ya que los peces se alimentan de zooplancton, lo que permite que los microplásticos terminen en el cuerpo humano a través de la cadena trófica.
La separación selectiva de la basura es importante y necesaria, pero todo ello demuestra que el reciclaje de los envases de plástico retrasa la quema de la basura plástica o su traslado a vertederos, al mar u otros territorios. En general, el viaje de un envase de plástico comienza a explotar los recursos naturales, tras los procesos de transformación se consume y termina en vertedero. Los materiales que se mueven en línea recta unidireccional viajan en economía lineal (Figura 5). Sabemos que en los dos extremos de esta línea hay serios problemas: la gestión de las basuras finales y el aprovechamiento continuado de los recursos naturales extremos iniciales (el creciente petróleo).
A pesar de que los problemas de las basuras de plástico se enfrentan con procesos más eficientes que utilizan las nuevas tecnologías, seguir en este modelo lineal no es el mejor camino para dar una solución eficaz a los problemas. Por ello, con el objetivo de dar una mejor solución a los problemas, se ha comenzado a investigar y producir productos plásticos que contengan materiales renovables y/o biodegradables (almidón, celulosa) en actividades de investigación y desarrollo. Los plásticos de base biológica se denominan bioplásticos. El 0,4% de las 259 MTs plásticas consumidas a nivel mundial en 2012 fueron bioplásticos y su producción se va extendiendo lentamente. Los bioplásticos se pueden clasificar en tres grupos (Figura 6). La industria está apostando por materiales no biodegradables procedentes de fuentes renovables o materiales biodegradables NO renovables. A pesar de que estos nuevos caminos se enfrentan a uno de los problemas de la economía lineal, todavía se sigue promoviendo la explotación de recursos naturales o la gestión de basuras (Figura 6).
Para dar solución a los dos problemas que surgen en la economía lineal de los plásticos, la solución más sostenible es el uso de bioplásticos fabricados con materiales biodegradables procedentes de fuentes renovables. En este modelo, la basura final se utiliza para producir nuevos productos, generando basura cero a lo largo de todo el recorrido y cerrando el ciclo de vida del material. De esta forma se potencia el modelo de economía circular (Figura 7). Afortunadamente, con el objetivo de aportar soluciones eficaces a los problemas de los plásticos, Europa ha comenzado a apostar por los bioplásticos renovables y biodegradables, siguiendo el modelo de la economía circular. En cualquier caso, en un modelo sólido, sostenible y eficaz que afronte los problemas de las basuras de los envases de plástico que se ha empezado a expandir lentamente, es necesario crear, fomentar y fortalecer el apoyo y la colaboración de individuos, colectivos, empresas, industrias e instituciones. Así, con este modelo circular, las generaciones actuales pueden satisfacer sus necesidades sin sacrificar la capacidad de satisfacer las necesidades de las generaciones futuras.
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