Atascado en la transición energética

Etxebeste Aduriz, Egoitz

Elhuyar Zientzia

En el País Vasco seguimos íntimamente ligados al modelo que depende de los combustibles fósiles, y en las renovables vamos muy por detrás de otros países europeos. Así lo demuestra claramente el estudio realizado por Gaindegia. Este estudio pone de manifiesto que el consumo de combustibles fósiles es en estos momentos el mayor de los últimos años. ¿Qué transición energética estamos haciendo?
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Ed. Artistic Photo/Shutterstock

La transición energética es un sueño, una esperanza y una promesa ancestral, la reducción del uso de combustibles fósiles y su sustitución por fuentes de energía limpias y renovables. Hace tiempo que entendimos que esta transición será fundamental, entre otras muchas cosas, para hacer frente a una crisis o una emergencia climática que ahora se está volando. Pero los últimos datos que nos ofrece Gaindegia no parecen haber hecho mucha transición.

“Hemos evolucionado mucho tecnológicamente –dice el coordinador de Gaindegia, Imanol Esnaola Arbiza-, dejando atrás el carbón en los combustibles y empezando a utilizar fuentes más limpias. También se han creado diversos agentes para aprovechar fuentes limpias de energía (Goiener, Nafarkoop, I-ener) y algunos municipios están desarrollando sistemas de microproducción descentralizados (Lizarraga, Gares, Izaba, Oñati). Pero seguimos teniendo una gran dependencia del petróleo en la industria y en nuestros hábitos cotidianos. El consumo de combustibles derivados del petróleo ha vuelto a niveles anteriores a la crisis. Y siguiendo con el sistema que explota viejas fuentes de energía, difícilmente haremos la transición”.

Coincide Santi Ochoa de Eribe Usabiaga, director de Goiener: “Ha habido avances, pero a nivel de Euskal Herria estamos muy patas. Nuestra dependencia sigue siendo impresionante, algo que queda muy patente en los datos de Gaindegia. Los datos son lamentables”. Ochoa de Eribe considera que estamos en esta situación por muchos motivos: “Por un lado, en la sociedad no tenemos esa sensación de urgencia. Por otro lado, nuestra estructura socioeconómica se ha basado en la industria. Y no tenemos estrategias muy sólidas. En el Gobierno Vasco se han elaborado varios planes, de 2014, de 2020… pero siempre estamos por detrás de Europa”.

Imanol Esnaola Arbiza. Coordinadora de Gaindegia.

La energía en Euskal Herria

Más del 90% de la energía consumida en el País Vasco procede de fuentes externas. Gran parte de la electricidad procede de España y Francia. Y las fuentes son muy diferentes en ambos estados. En España destaca la dependencia de fuentes contaminantes como la nuclear, el carbón, el fuel y el gas. Y en Francia, el sistema eléctrico está basado en la energía nuclear.

Los combustibles fósiles los traemos de todo el mundo, sobre todo de África, Oriente Medio y América. En cuanto al consumo, a pesar de que la crisis de 2008 supuso un ligero descenso, en 2018 fue el mayor consumo histórico de diésel en Hego Euskal Herria y, si se cumplen las previsiones de Gaindegia, sólo se reducirá ligeramente en 2019. La gasolina, por su parte, aumentará, situándose el consumo de combustibles fósiles en 2019 en máximos históricos, con un predominio del diesel superior al máximo de 2007.

Los índices de renovables en el País Vasco son similares a los de Alemania y a la media europea, pero muy alejados de los países escandinavos. Atendiendo a los usos de la energía, se observa que la transición más sencilla se está produciendo en el campo de la electricidad. Suecia ha conseguido que el 100% de la electricidad provenga de fuentes renovables, no así el resto. Lo más difícil parece el transporte, pero Suecia, Noruega y Finlandia también se están haciendo fuertes en comparación con los demás. Por último, Suecia, Finlandia y Dinamarca se sitúan por delante de los sistemas de refrigeración y calefacción. En total, Alemania y Holanda se encuentran lejos de los países de referencia, así como de Euskal Herria.

Santi Ochoa de Eribe Usabiaga. Director de Goiener.

Los países del Norte demuestran que en la transición se puede hacer más y Euskal Herria se está quedando atrás. Hay que tener en cuenta también algunas diferencias entre países. “Por un lado, tienen mucha suerte como recurso”, afirma Ochoa de Eribe. “Noruega, Finlandia y Suecia, por ejemplo, cuentan con recursos acuáticos ingentes, desde el punto de vista de la biomasa, pasando por los bosques. Y, por otro lado, hay que tener en cuenta la población proporcional a la superficie”.

Pero Ochoa de Eribe también ve otras diferencias: “Qué modelos y costumbres existen a nivel social para hacer cosas. Por ejemplo, el año pasado estuve en Dinamarca y uno de ellos me dijo que allí tienen muy interiorizado lo de ir al pelotón. Allí hace mucho viento, y si sólo vas de carrera, el viento te golpea de lleno, mientras que en el pelotón todos juntos tienes el apoyo del equipo. Esa cultura está muy interiorizada, y eso te impulsa a llegar a acuerdos, cooperación, etc. Y allí se puede ver que tanto la izquierda como la derecha impulsan políticas energéticas bastante similares”.

Nuestros recursos

La energía producida en el País Vasco proviene principalmente de fuentes renovables, pero no llega a cubrir el 10% del consumo. Tenemos límites en cuanto a recursos, pero todavía queda mucho camino por recorrer, según Ochoa de Eribe: “Por un lado, debemos conocer cuáles son nuestros recursos y cómo explotarlos de forma sostenible”. Entre nuestros recursos destaca las cataratas y los bosques. “Se puede utilizar la energía de la madera de los bosques, incidiendo en la necesidad de hacerlo de forma sostenible. Habrá que ver si eso es rentable o no, pero ahí tenemos un recurso candente que se puede explotar y que no se le presta suficiente atención”.

Ed. Fuente: Gaindegia

También está la energía solar. “Aunque la radiación aquí sea pequeña, se puede utilizar para obtener electricidad y calentar agua, por lo que la usemos”. Al viento le ve más problemas: “En Navarra hay más opciones, pero sobre todo en la comunidad autónoma, las zonas más aptas para la instalación de aerogeneradores son las zonas protegidas. Si queremos preservar estos espacios naturales es difícil instalar aerogeneradores. Y muchas veces se habla de ponerse en el mar, pero ahí también tenemos problemas, porque la plataforma continental es muy pequeña. En el Mar del Norte hay un montón de aerogeneradores, pero a unos 40 kilómetros de la costa. Aquí no podemos hacerlo. Tendríamos que colocarlos mucho más cerca y se verían, no sabemos qué influencia tendrían en la pesca de bajura, etc. Habrá que sacrificar algo. Qué nivel de sacrificio queremos, hay que ponerlo encima de la mesa”.

“No está nada fácil —confiesa Ochoa de Eribe— y no sólo será una solución tecnológica. Sin embargo, tenemos muchas cosas que desarrollar. Por ejemplo, los sistemas de calor del barrio (district heating) pueden crearse en pequeños pueblos. También a nivel de electricidad se pueden hacer muchas cosas, por ejemplo, fomentar la llamada generación distribuida, etc.”.

Otra de las claves es la eficiencia energética. “Si nuestros edificios no consumieran tanta energía, quizás con pequeñas renovables, con las que el propio edificio puede generar, bastaría y no tendríamos que traer nada de la red”, explica Ochoa de Eribe.

“Hay mucho que hacer”, dice claramente. “Con alternativas como Goiener queremos empezar desde pequeño para demostrar que puede ser viable. Así no nos enriqueceremos, pero el objetivo no puede ser enriquecernos. Pero, ¿cómo hacer ese cambio en nuestro sistema económico? Ahí nos falta mucho”.

Ed. Fuente: Gaindegia

Esnaola considera imprescindible políticas públicas para cambiar la situación: “La implantación de energías renovables requiere políticas públicas fuertes. El Estado español ha suspendido durante varios años las políticas de fomento de fuentes de energía alternativas. Y aunque en Hego Euskal Herria desarrollamos nuestra capacidad técnica, esta política pública española ha frenado enormemente el desarrollo e implantación de las renovables. En Iparralde la situación es diferente. Aunque Francia es un país sumamente dependiente de la energía nuclear, tiene en marcha políticas públicas que tienen en cuenta la transición. Sin embargo, el Estado francés tiene que recortar el gasto público y, por el momento, no es suficiente para poner los recursos públicos en esa dirección”.

“La ciudadanía vasca está acostumbrada a que en los estamentos extranjeros se decida cuál debe ser el modelo energético —dice Esnaola—, pero tanto nuestro bienestar como la cohesión social las construimos nosotros mismos. Por lo tanto, si queremos preservar este equilibrio en el futuro, también tendremos que introducir la transición energética en la ecuación vasca. Sin empujar desde nosotros, difícilmente llegaremos a una nueva situación”, afirma. “Esta nueva situación debe estar influenciada por personas y entidades. Además de incidir en las políticas y presupuestos públicos, hay mucho que hacer para cambiar las prácticas cotidianas. Tenemos un largo camino hasta despertar”.

Ed. Fuente: Gaindegia

Más que tecnología

Y es que nuestra transición a hacer, además de la tecnológica, debe ser también socio-económica y cultural. “Intentemos poner las renovables en el territorio lo máximo posible, con respeto, tanto al medio ambiente como a la sociedad, etc., pero eso también tiene sus limitaciones”, advierte Ochoa de Eribe. “La solución no sólo es innovar. También tenemos que pensar en el tipo de vida que llevamos y que muchas cosas que damos por buenas pueden no ser así”.

El transporte es uno de los problemas más graves que tenemos. La dependencia de las energías fósiles es enorme y en un futuro próximo no se ven grandes soluciones. “Se habla mucho de vehículos eléctricos, dice Ochoa de Eribe, pero ¿cuántos vehículos eléctricos debemos poner? ¿El mismo número que los coches actuales? ¿Hay minerales suficientes para producir baterías? ¿Y qué tipo de infraestructuras necesitamos?”.

“¿Podemos seguir pensando que vivir en Vitoria es normal e ir a trabajar a Baztan todos los días? ¿Y qué problemas genera?”, continúa Ochoa de Eribe. El problema, en definitiva, no es sólo de energía. “La energía es un punto transversal en la sociedad, en todas las sociedades, a lo largo de la historia, y a menudo una visión más global es lo que nos falta. El problema es cómo utilizamos los recursos y quizás deberíamos cuestionar muchas de las cosas que tenemos internadas en nuestras sociedades”.

Por ejemplo, ver de qué países traemos combustibles fósiles genera una gran preocupación a Ochoa de Eriber. “Lo que está sucediendo ahora mismo en Algeria y Ecuador está directamente relacionado con ello. Y si para satisfacer las necesidades del primer mundo es necesario destruir otros países, se deshacen. Ahí están Siria o Libia, y ahora lo intentan con Venezuela. Una vez disueltas, se incorporarán a través de las empresas o de los países vecinos a la obtención de los recursos allí existentes”.

Ed. Fuente: Gaindegia

“La crisis energética y la emergencia climática están ahí, pero la situación de emergencia es mucho más amplia”, ha advertido Ochoa de Eribe.

Para Esnaola la crisis energética también es una crisis estructural: “Hemos construido nuestros modelos de negocio, servicios y estilo de vida sobre un determinado consumo energético”. Y representa un futuro conflictivo: “No hay más que ver cómo está la geopolítica mundial. Los pozos de petróleo, las vías de aceite y gas, los minerales raros, etc. se han convertido en una fuente de conflictos. No parece que en el mundo del bajo petróleo prevalezca el equilibrio y la solidaridad. Desde Euskal Herria, además de influencias externas, deberemos adaptar nuestras prácticas públicas y tendencias de consumo”.

Ed. Fuente: Gaindegia

En este sentido, Ochoa de Eribe ve algún príncipe de esperanza en nuestra sociedad: “Nos hemos dado cuenta de que hay pequeñas y muy pequeñas iniciativas que, aunque no sean muy espectaculares, están resultando. La gente busca algo diferente. Aunque esta tendencia no es mayoritaria, algo se está moviendo. Y eso es para mí, desde el punto de vista de la transición, casi lo mejor”.

“Nosotros empezamos con la intención de impulsar la creación y el consumo responsable de la energía, pero nos hemos dado cuenta de que esto es mucho mayor: el modelo económico, y cómo cambiar el modelo de sociedad. Y vemos que la clave más importante viene de ahí”.

De cara al futuro, “imagino que una sociedad tendrá que acostumbrarse a hacer cosas con pocos recursos y, en consecuencia, logrará una nueva relación con los recursos y el entorno local. Y yo creo que iremos viendo cada vez más renovables, pero también diferentes modelos socioeconómicos”.

Esnaola también tiene esperanza: “Podemos vivir bien sin chispas importadas por el petróleo, pero en eso también tenemos que aprender todos”.

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