En la actualidad, la mayoría de los geólogos aceptan la teoría del choque y está extendida a la sociedad. Por eso parece que debería ser de antaño. Pero no tiene tantos años, ya que fue propuesta por primera vez en 1980. Sin embargo, antes de eso surgió la relación entre Jan Smit y la teoría del choque.
La década de 1970 es incipiente. En aquella época, Smit investigaba en el sur de España. Centró su atención en los fósiles de foraminíferos planctónicos, encontrando algo llamativo: hasta llegar a una capa de arcillas oscuras, había muchas especies de formaníferos y muchos de cada uno de ellos. Al llegar a esta capa, sin embargo, todos desaparecían bruscamente. Posteriormente, en capas más jóvenes, los foraminíferos volvían a aparecer, pero pertenecían a otras especies y, en comparación con las anteriores, eran menos desarrollados. Smit, en el límite K/T, pensaba que la clave debía estar en esta capa de barro, es decir, en la capa que determina el final del Cretácico y el comienzo del Terciario.
También estudió otros afloramientos de aquella época, encontrando en todos ellos aquella capa especial. Y en todos ocurría lo mismo con los foraminíferos, incluso en el barranco de Grede. Este barranco, situado cerca de Caravaca, en Murcia, es idóneo para estudiar la época final del Cretácico, con la sucesión de capas más completa de Europa.
En 1973-74 Smit modifica su estrategia: "descarté fósiles y decidí estudiar la composición de las rocas". En 1977 envía muestras del barranco de Grede a un laboratorio para el análisis de activación por neutrones. Esto le permitió saber que algunos elementos estaban en concentraciones anormales. En concreto, las cantidades de níquel, cobre, cromo, antimonio y selenio eran mucho mayores de lo normal. Smit sospechó que podían tener un origen alienígena.
Entre estos elementos, los de laboratorio no mencionaron el iridio, y a Smiti no le pareció extraño, ya que en la Tierra apenas hay iridio. Dos años después, sin embargo, se sorprendió muchísimo cuando descubrió que en otra muestra de la frontera K/T se encontró un iridio. Alvarez era padre e hijo y la muestra pertenecía a la región italiana de Umbria, el Gubio. Los Alvarés propusieron en la Tierra que el iridio estaba provocado por la colisión de un asteroide.
Smit volvió a enviar su muestra al laboratorio por orden de fijarse bien en el iridio y entonces sí encontraron el iridio. Al parecer, al analizar la muestra por primera vez, los laboratorios consideraron que el dato relativo al iridio era un error y no lo consideraron. En el segundo análisis se vio claramente la cantidad de iridio que había: 28.000 ppt. "Cuéntanos: Cinco veces más que en Gubbio", destaca Smit.
Una de las opciones para que haya tanto iridio es que un asteroide golpee la Tierra. Pero también puede deberse a una supernova. "Yo era partidario de eso", reconoce, "una supernova puede empujar las nubes de polvo hacia la Tierra". Pero lo consultó con unos amigos astrónomos que le dijeron que era imposible. Tenía que ser por asteroide.
En otoño de 1979 se celebró en Copenhague una reunión sobre el límite K/T, en la que se reunieron Jan Smit y Walter Alvarez (hijo). Como nadie más que ellos creía que al final del Cretácico las especies habían desaparecido como consecuencia de la colisión de un asteroide, se hicieron amigos. En diciembre, Álvarez envió a Smit un artículo que escribió para la revista científica Science. El título era: Extraterrestrial Cause for the Cretaceous-Tertiary Extinction.
Smit envió los resultados de su trabajo a la revista Nature. El título del artículo era muy parecido: "An extraterrestrial event at the Cretaceous-Tertiary boundary". Nature publicó el artículo en mayo, un mes antes que Science, pero Smit, ciertamente, no proclamó la paternidad de la teoría de la colisión, ya que los Alvarez fueron los primeros en relacionar el iridio con el choque del asteroide.
Hay quien dice que si Smit supo en el primer análisis que la muestra tenía iridio ahora a la teoría del choque se le llamaría también teoría de Smit. De cualquier manera, como nos ha dicho Smit, cuando se publicaron los artículos, en 1980 pocos geólogos creían que la extinción había sido súbita: "pensaban que la pérdida fue escalonada".
Smit no cesó y siguió buscando pruebas. Pronto encontró otro vestigio del impacto del asteroide: En la lámina inferior del límite K/T del barranco de Grede, descubrió una gran cantidad de microesferas cristalizadas. "Son componentes del asteroide, fundidos y posteriormente solidificados. No fui el primero en encontrar el iridio, pero sí el primero en encontrar microesferulas". También publicó su artículo en Nature.
Más adelante también descubrió los cristales de cuarzo. Al igual que las microesferas, los cristales de cuarzo salieron tirados cuando el meteorito golpeó el suelo. Según Smit, sólo una explosión atómica o el choque de un asteroide pueden producir cristales de cuarzo con tal deformación. "Un volcán no puede hacerlo".
De hecho, la principal contraria a la teoría de la colisión era (y es) la hipótesis de los volcanes. Según esta hipótesis, la extinción del Cretácico se produjo como consecuencia de los volcanes, existiendo indicios favorables. Además, para los partidarios de los volcanes, la teoría del choque tenía un gran vacío: ¿dónde estaba el cráter generado por el choque?
Smit nos cuenta cómo se encontraron. De hecho, algunos geólogos que trabajaban con compañías petrolíferas sabían desde hace tiempo que había un gran cráter en el golfo de México, en la península de Yucatán. Pero, por un lado, creían que era de un volcán y, por otro, no lo relacionaron con el límite K/T.
Así, muchos geólogos que investigaban la frontera K/T seguían buscando el cráter y tenían indicios de que debía estar cerca del golfo de México.
Mientras tanto, en 1989-1990 Smit realizó otros descubrimientos como el de la tectita. Las tectitas son los minerales más secos conocidos, sin apenas agua. Su formación requiere enormes presiones y temperaturas, por ejemplo, las que se producen al golpear un asteroide contra la Tierra y salen arrojadas con fuerza de impacto. Los más grandes quedan cerca del cráter y los más pequeños llegan más lejos. Posteriormente vio que la distribución de las tectitas se correspondía con la ubicación del cráter.
En 1991, el geólogo Alan Hildebrand propuso que el cráter de la península de Yucatán era el que buscaba, el cráter Chicxulub. La clave para llegar a esta conclusión fueron unos sedimentos especiales en el río Texas Brazos. Según Hildebrand, aquellos sedimentos llegaron a este lugar a causa de un gigantesco tsunami. El origen del tsunami debía estar en el golfo de México. ¿Y qué podía provocar un tsunami tan grande? Pues choques de un asteroide, por ejemplo.
Todo coincidía: estudios gravimétricos, edad y composición de las rocas, trazas del tsunami alrededor del golfo de México, distribución de tectitas, cenotes (dolinas alrededor del cráter), microesferulas, iridio...
Smit nos ha dicho que "hemos encontrado todas las pistas que esperábamos encontrar". Por ejemplo, se podía esperar la presencia de hollín en el límite K/T, y sí, en las capas del límite K/T es evidente el hollín provocado por los incendios provocados por el impacto del material que salió proyectado al golpear los asteroides.
Hay, sin embargo, que el geólogo no acepta la teoría del choque. Uno de los más conocidos es el de Gertatu Keller. En su opinión, los dinosaurios desaparecieron por la actividad volcánica, por ejemplo, el altiplano indio Deccan es testigo de una terrible actividad volcánica y la época coincide con la desaparición de los dinosaurios. Además, no cree que los dinosaurios se perdieron de repente, está convencido de que la decadencia comenzó antes. Y no niega la caída del meteorito, pero sí que fue el principal causante de la pérdida de los dinosaurios.
Sin embargo, para Smite los argumentos de Keller no son creíbles y Smit es capaz de responder a cada una de las explicaciones de Keller. "Yo no tengo dudas", nos dice Smit. "Hemos comprobado que hace 65 millones de años se produjo la caída de un asteroide en la península de Yucatán y que fue el creador del cráter Chicxulub. Tenemos muchas pistas a nivel mundial que lo confirman. Reconozco que es más difícil demostrar que todas estas especies desaparecieron como consecuencia de aquel choque". Y, firmemente, termina: "pero no hay pruebas para sospechar que los dinosaurios ya estaban perdiendo y, tras el choque, no hay pisón de dinosaurio, ninguno".
Ahora trabaja en el golfo de México investigando las huellas del tsunami. ¿Podrá encontrar alguna prueba que le dé más fuerza a la teoría del choque?