CALERIE es el experimento más completo y riguroso para analizar las consecuencias de comer menos calorías de las deseadas a largo plazo por personas sanas. Ha sido patrocinado por el Instituto de Salud de Estados Unidos (NIH) y desarrollado entre varios centros en dos fases.
En una primera fase se estudiaron las consecuencias de la reducción de calorías en un plazo de seis meses en el metabolismo de las personas. Se analizaron tres situaciones: tomar un 20% menos de calorías de las que necesitarían para mantener el peso inicial, un 25% menos y un 30% menos de calorías, garantizando siempre los nutrientes necesarios para mantener la salud.
Entre los participantes se encontraban hombres y mujeres, con un índice de masa corporal de entre 25 y 30, es decir, con sobrepeso.
Los resultados del experimento fueron satisfactorios: en general, perdieron peso y grasa visceral, mejoraron la sensibilidad a la insulina, disminuyeron la temperatura corporal y disminuyeron el nivel de la hormona tiroidea T3 o triiodotironina, entre otros. De alguna manera, se acercaron a los parámetros de los animales y las personas que viven largamente.
A partir de estos resultados se diseñó la segunda fase. La característica principal de esta fase es que los participantes tenían un peso adecuado o estaban algo más gruesos de lo suficiente. Cabe destacar que la reducción de calorías era más suave que en la fase anterior, con una media del 15%.
Durante dos años han realizado un experimento en el Centro de Investigaciones Biomédicas Pennington. En un principio eran 73 voluntarios, pero finalmente han tenido en cuenta los datos de 53 voluntarios: 36 mujeres y 17 hombres de 34 a 46 años, la mayoría blancos. De ellas, 34 sufrieron una reducción de calorías y 19 comieron lo que quisieron.
Los resultados han sido publicados en la revista científica Cell, cuya principal conclusión se resume en el título del artículo. Dice aproximadamente: “La atenuación del metabolismo por reducción progresiva de calorías y la reducción del daño oxidativo confirma las teorías de la Tasa de Vida y el envejecimiento del Daño Oxidativo” (“Metabolic Slowing and Reduced Oxidative Damage with Sustained Caloric Restriction Support the Rate of Living and Oxidative Damage Theories of Aging”).
El objetivo de la segunda fase era explicar el mecanismo por el que la reducción de calorías prolonga su vida. De hecho, se han propuesto muchos mecanismos, pero no se ha conseguido una aclaración total. En la investigación se han centrado en las dos principales teorías del envejecimiento. Ambos de antaño, con signos experimentales favorables pero no profundamente demostrados.
La primera es la denominada tasa de vida, relacionada con la tasa metabólica: en los mamíferos, dentro de una determinada especie, a mayor tasa metabólica respecto a la unidad de masa, menor vida y viceversa. La otra es la teoría del Daño Oxidativo, en la que los productos laterales (ROS) de la fosforilación oxidativa que se produce en las mitocondrias dañan el ADN, los lípidos y las proteínas, acelerando el envejecimiento.
Pues bien, según los resultados obtenidos en el experimento, los investigadores concluyen que ambos se producen. Es decir, consideran que la reducción de calorías prolonga la vida moderando el metabolismo y reduciendo el daño oxidativo.
Así, por ejemplo, los voluntarios perdieron 8,7 kg de media y los del grupo de control ganaron 1,8 kg. Pues bien, los que sufrieron una reducción de calorías por pérdida de peso tenían un gasto energético aún menor de lo previsto, tanto en 24 horas como en pernoctaciones (entre 80 y 120 kcal por día). Según los investigadores, esto significa que se les adaptó el metabolismo. Paralelamente, se redujo la actividad de las hormonas tiroideas y los niveles de ROS. Es decir, el daño oxidativo disminuyó.
Por lo tanto, la reducción del 15% de calorías parece ser eficaz para alargar la vida. Además, los investigadores afirmaron que es seguro en un artículo publicado en 2016.
Aunque los resultados del experimento CALERIE coinciden con las dos principales teorías sobre el envejecimiento, todavía quedan muchas preguntas por responder. En cualquier caso, Mª Puy Portillo Baquedano, Jefa del Grupo de Investigación Nutrición y Obesidad de la UPV/EHU, y la investigadora del grupo CIBERobn, considera que la investigación es “realmente interesante”.
Portillo recuerda que las primeras investigaciones del efecto de la reducción de calorías en la vida se realizaron en las levaduras, luego en los nematodos, y a partir de ahí, en animales cada vez más complejos, hasta llegar a los primates: “En todos ellos han visto que una baja reducción calórica prolonga su vida comparada con la de los que comen lo que quieran”.
Pero en humanos, Portillo ha explicado que es muy difícil llevar a cabo este tipo de investigaciones: “Como vivimos muchos años, no se ha propuesto una investigación que perdure toda la vida del voluntariado. Además, los comités éticos deben aprobar el estudio y puede cuestionarse hasta qué punto es ético que una persona sin obesidad pueda someterse a una dieta baja en calorías. Etc”.
Sin embargo, Portillo también afirma que los resultados del experimento CALERIE confirman lo que ya había visto en los animales y en ese sentido considera “significativo”: “Porque también estamos cansados de ver que se consiguen unos resultados en los animales y que luego en las personas no pasa lo mismo. En esta ocasión no han demostrado que la reducción de calorías prolonga su vida, pero los datos obtenidos en un periodo de dos años sugieren que es posible”.
También ha dado importancia a la ratificación de ambas teorías: “Tanto del metabolismo como de los radicales oxidantes han demostrado que ambos ocurren”.
Portillo ha reconocido que esperaba una disminución de los radicales oxidantes, consecuencia que se ha demostrado en otros muchos estudios, incluso en los realizados por ellos. Por el contrario, la reducción del metabolismo era menos clara: “En este sentido me parece un hito, ya que las mediciones se han realizado en una cámara metabólica y los datos obtenidos son reveladores”.
Pero también surgen preguntas: “Por ejemplo, ¿cuánto se debe alargar la reducción de calorías? La investigación ha durado dos años, no es tanto y sus consecuencias se han medido rápidamente. Pero, ¿hay que hacerlo toda la vida para que tenga efecto? Y es que si ahora vuelven a comer con normalidad, el metabolismo vuelve a normalizarse, el nivel de oxidantes… No sé”.
Añade otra pregunta: “¿Hasta qué punto se alarga la vida? Es fundamental saber cuánto tiempo vas a dedicar a comer poco y en función de eso, cuánto te vas a alargar tu vida. Si es necesario, se gana poco tiempo y no merece la pena”.
En este sentido, Portillo ha señalado otra vía: reducir las calorías de forma periódica y en un breve espacio. “Eso puede ser una buena opción, al menos más fácil que hacer dieta a lo largo de toda la vida”.
Cita a continuación la epigenética: “Los ayunos y otras situaciones de estrés provocan marcas epigenéticas y creo que las marcas afectadas por la reducción de calorías tienen más posibilidades de perdurar si se hacen de forma periódica. Pero, claro, hay que demostrarlo y concretar todos los aspectos: cuándo empezar, cuánto debe durar la reducción, cuánto espacio debe dejar hasta el siguiente...”.
Eso sí, tiene claro que la reducción de calorías no puede ser grande: “Hablamos de una población sana, no de obesos, por lo que no puede llevar una dieta hipocalórica. Por ejemplo, en el experimento CALERIE se ha reducido un 15%, lo que es bastante suave. A quienes quieran adelgazar se les aplica más del 25%. Es cierto que los investigadores afirman que los voluntarios perdieron 8 kg, pero eso es muy poco si el objetivo hubiera sido adelgazar. Además, esta pérdida se produjo en el primer año y luego se mantuvieron en el peso”.
Teniendo en cuenta lo anterior, considera que merece la pena seguir investigando en esta línea. El equipo de investigación de Portillo investiga con ratas: “Son estudios preclínicos. Investigamos la influencia de los polifenoles en la obesidad y sus patologías asociadas”.
El resveratrol es uno de los polifenoles más estudiados. “Además de lo que hemos hecho, existen numerosas bibliografías sobre la influencia de los polifenoles y hemos visto que funcionan con mecanismos de acción similares a los de la reducción de calorías. Por eso se dice que son moléculas que imitan la reducción de calorías”, explica Portillo.
Sin embargo, el efecto no es el mismo. Por ejemplo, se han comparado los efectos de una reducción calórica del 15% y el resveratrol en ratas. “Ahí vimos que es cierto que el resveratrol imita la reducción de calorías, pero los efectos de la reducción son más evidentes en los parámetros medidos por nosotros: cantidad de grasa corporal, resistencia a la insulina y grasa acumulada en el hígado, es decir, esteatosis hepática”.
También se ha probado la adición de resveratrol en la dieta a las ratas con reducción de calorías. “Nuestra hipótesis era que el efecto de la reducción de calorías aumentaría, lo que sería muy interesante aplicarlo en las pautas de adelgazamiento, ya que es mucho más fácil hacer una dieta con una reducción del 15% durante mucho tiempo que una reducción del 25%. Pero el resultado no fue bueno: no había diferencias entre los que tomaban y los que no lo hacían”.
Hace tres años que hicieron un experimento similar pero con una reducción del 25%. Entonces pensaron que el efecto de la reducción era tan grande que el del resveratrol no se notaba. “Pero, al parecer, no es eso, sino que la influencia del resveratrol queda en nada cuando hay una reducción de calorías”, concluye Portillo.
Por lo tanto, la baja reducción de calorías parece ser un buen camino para alargar la vida. Pero advierte de que hay que tener en cuenta a otros agentes: “Es frecuente citar, por ejemplo, a los habitantes de Okinawa (Japón). Gozan de la mayor esperanza de vida del mundo y toman por sí mismas menos calorías que en otros lugares. Pero el número de calorías es sólo un factor”.
Ha comparado con la población japonesa: “Nosotros también tenemos una esperanza de vida muy alta; si no me equivoco, la segunda del mundo, por detrás de Japón. Y no comemos como en Japón, pero tenemos similitudes: no comemos tanta grasa saturada como en otros sitios; nosotros comemos monoinsaturadas, y ellos poliinsaturados; tomamos muchos polifenoles, mucha fibra… La consecuencia no se puede asociar a un único agente, es un grupo de agentes”.