¿Es imposible que Elgorria desaparezca del mundo?

Agirre, Jabier

Medikua eta OEEko kidea

¿Desaparecemos el rojo? ¿Tenemos que desaparecer? ¿Lo conseguimos? La respuesta a la primera pregunta está basada en motivos científicos: la desaparición del sarampión es posible.
Sarampión.

La respuesta a la primera pregunta está basada en motivos científicos: la desaparición del sarampión es posible. La desaparición de Baztanga en el mundo demostró que es posible erradicar enfermedades contagiosas. Si bien existen diferencias notables entre el baztango y el sarampión, también existen similitudes epidemiológicas. En ambos casos, los agentes causantes son virus (que producen erupciones cutáneas muy conocidas) y es una característica muy útil para la observación epidemiológica. Ambas enfermedades nos dan inmunidad para toda la vida. No existen en el ser humano portadores crónicos asintomáticos ni reservas de animales de estos virus.

Desde 1963 disponemos de una vacuna anti-sarampión eficaz e inocua. Hasta hace poco no se ha utilizado sistemáticamente sino que existían dificultades técnicas (acumulación, transporte y cadena de ventas fría que era necesario para proteger adecuadamente la viabilidad del virus de las vacunas, prácticamente imposible de conseguir). La vacuna que utilizamos en la actualidad es más termoestable y en 3-4 semanas puede mantener liofilizada su potencia sin refrigeración a temperaturas tropicales.

A este avance técnico se le ha añadido una ventaja económica, ya que la vacuna contra el sarampión, por dosis, cuesta sólo 450 pesetas.

Según lo visto, las razones científicas de la posible desaparición del sarampión parecen poderosas. Sigamos adelante y abordemos la segunda pregunta. ¿Tenemos que acabar con el sarampión? En tiempos en los que los recursos mundiales son tan escasos, ¿vale la pena gastar dinero y utilizar las fuerzas humanas contra esta enfermedad?

La respuesta en este caso también es positiva; el sarampión debe desaparecer, por motivos de salud e incluso económicos.

Motivos de salud

El sarampión es una causa importante de sufrimientos innecesarios, mortalidad prematura y gastos enormes. Salvo en poblaciones aisladas, el sarampión es casi universal y la mayoría de las personas sufren la enfermedad antes de los 15 años. El sarampión, en cualquier situación, puede ser fuente de complicaciones graves como diarreas, encefalitis, otitis auricular, neumonía, etc.

Razones económicas

La prevención mediante la vacuna contra el sarampión ha supuesto un ahorro anual de 130 millones de dólares en EEUU en 1963-1972. Actualmente se estima un ahorro anual de unos 500 millones de dólares. La relación coste/beneficio de la vacunación contra el sarampión en este país se estima en 1:10. Y los beneficios de esta inversión serían aún mayores en países en vías de desarrollo, ya que la morbilidad y mortalidad debida al sarampión en estos últimos es mucho mayor.

Es más difícil responder a la tercera pregunta sobre la desaparición del sarampión. ¿Lo conseguimos? ¿Podremos reunir en todo el mundo voluntades sociales suficientes para erradicar esta enfermedad? Es justo pensar que durante mucho tiempo probablemente no lo vamos a conseguir.

Aunque las opiniones sobre este problema no siempre coinciden, es sin duda un objetivo que merece la pena erradicar la enfermedad. Y está trabajando en un montón de instituciones y naciones, en este sentido, para que dentro de 1990 todos los niños y niñas de todo el mundo puedan tener una inmunización (o vacunación) sistemática contra las cinco enfermedades.

¿Conseguiremos que desaparezca el sarampión?

Si queremos dar una respuesta realista a la pregunta debemos tener en cuenta algunas diferencias con respecto al sarampión. El sarampión es una enfermedad muy contagiosa que se manifiesta bruscamente y se propaga rápidamente. Estas características difieren mucho de la viruela, ya que una extensión más lenta de esta enfermedad y la adopción de medidas drásticas permitían controlar bastante bien.

Esta diferencia entre ambas enfermedades significa que en cualquier programa que tenga como objetivo la desaparición del sarampión sería imprescindible conseguir y mantener índices de inmunización muy altos (quizás superiores al 90%). A pesar de que se logró la desaparición de la viruela mediante la curación y control de casos individuales, las tasas de inmunización de la población general no superaban el 50%. La inmunización contra el sarampión debería aplicarse con éxito y al mismo tiempo a los niños de todas las regiones de una determinada nación para lograr ese objetivo. Para eliminar la transmisión del sarampión es necesario disponer de una infraestructura de atención primaria sostenible capaz de integrar sistemáticamente a la mayoría de la población.

Hay una última diferencia importante: la mayor dificultad que supone la observación del sarampión respecto a la marginación. No es de extrañar que el sarampión se mezcle con otras enfermedades que provocan erupciones o enrojecimiento de la piel, y que, por otra parte, el sarampión no abandona la marca o señal fácilmente reconocibles a largo plazo, como ocurría con las cicatrices de la viruela (en estos casos se sabía que la persona estaba inmunizada contra la viruela). Por ello, si no se dispone de datos fiables, será necesario realizar investigaciones serológicas de vez en cuando, lo que lógicamente supone un incremento de gastos.

Creo que la desaparición mundial del sarampión merece un esfuerzo y un esfuerzo especial. Las organizaciones internacionales que se ocupan de la salud pública tendrán que luchar en ello, pero no podemos decir que lo conseguiremos inmediatamente. Se trata de una prueba de éxito, voluntad e iniciativa general y cada caso de sarampión que aparezca servirá para medir los errores. ¡A partir de ahora ni un solo caso de sarampión!

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