"Cada persona tiene un único genoma, pero los epigenomas, unos 150. Una por cada tipo de célula". Son palabras de Manel Esteller, el investigador que ha participado en el reportaje que hemos preparado con epigenética en este número. Esteller investiga la epigenética del cáncer y su trabajo es un ejemplo de la evolución del área de la epigenética.
Sin alterar la secuencia del ADN, pero influyendo en la expresión de los genes, la epigenética recoge los mecanismos que provocan la aparición de variantes en el fenotipo. El concepto surge de la embriología en la década de 1930, de la mano de Conrad Waddington, para explicar cómo la regulación de los genes modula el desarrollo. En embriología, la epigenética describe lo que hace la bioquímica para crear, a partir de una sola célula y genoma, todo tipo de células y organismos; una persona y sus 150 epigenomas en nuestro caso.
Si bien el mundo de la epigenética se limita a la embriología, es fascinante, pero la influencia de la epigenética no termina en el nacimiento, y así se entiende hoy en día este campo de investigación, que abarca los procesos de regulación de los genes que se producen en todo el ciclo de vida del individuo, y en el que las líneas de investigación y similares de Esteller han llegado a través de esta expansión. De hecho, los cambios epigenéticos que se producen en las células pueden causar enfermedades como el cáncer. O bien, debido a diferentes marcas epigenéticas, dos personas con la misma predisposición genética al cáncer pueden evolucionar de forma diferente ante la enfermedad. Aunque hasta ahora no lo he dicho, una de las principales señas de identidad del epigenoma es la exposición al medio.
Precisamente su sensibilidad hacia el medio ha hecho una llamada directa a nuestra imaginación y poco a poco va abriendo una puerta que la genética tenía supuestamente cerrada. Si el medio y los hábitos de vida influyen y dejan huella en las características epigenéticas, ¿es posible transmitir a los descendientes los cambios epigenéticos ocurridos en un individuo? ¿Es posible que las huellas de la vida de nuestros padres o abuelos estén ocultas en nuestras células?