Cuando escribió “Neu eta nire ingurugiroa, hori naiz ni”, Ortega y Gasset no se refería a la medición de la inteligencia humana, sino a la historia de medir y evaluar la inteligencia humana... De hecho, los prejuicios y el contexto cultural de la época pueden tener una gran influencia en los resultados de investigaciones supuestamente neutras, siendo el caso paradigmático de la medición de la inteligencia humana. XIX. Los craniometristas del siglo XX dieron ejemplos sobresalientes. Creían que existía una relación directa entre el tamaño del cerebro y la inteligencia, y sabían que el escalonamiento de la inteligencia iba desde los hombres blancos hasta los negros de África, logrando así la conjugación de datos y creencias sin el fraude intencional. Merece la pena leer las crónicas de las barbaridades de muchos de los mejores científicos de la época, para darse cuenta de lo fácil que es ser parcial en rigor, porque nadie está a salvo de equivocarse.
Sonríen las colecciones de barbaridades históricas de los medidores de la inteligencia, hasta que recordamos que en aquellas mentiras se apoyaron algunos de los episodios más negros y vergonzosos de la historia humana; medidos y clasificados, el hombre ha llegado a delimitar lo que las personas y las colectividades podían conseguir y lo que podían ser. No es tanto el tiempo que se esterilizaban personas consideradas deficientes.
No hubiera sido ése el destino de los protagonistas de esta revista, que se encuentran en el otro extremo de la supuesta escala de la inteligencia. Son niños con gran inteligencia, personas por encima de la media y que generan admiración. Sus experiencias y miedos demuestran que la clasificación y el etiquetado es para todos.
No es una opción medir. No al menos una buena opción. Y es que las herramientas prácticas son imprescindibles para identificar a personas con apoyos o necesidades especiales que por casualidad deben medir la inteligencia. Podrían ser incompletas y no recogerán la complejidad de la inteligencia, en definitiva tienen un límite en lo que sabemos (somos). Tendríamos que limitarse a lo que se delimita, no a acotar a nadie.