Vehículo eléctrico a baja velocidad

Urretxo de la Fuente, Leire

Ingeniari elektronikoa. Automozioko irakaslea Lanbide Heziketan

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Ed. Milos Muller/Shutterstock

Desde hace unos años esperamos que la presencia de vehículos eléctricos sea patente en nuestras ciudades, pueblos y carreteras. Muchos pensé o quizás quisieron hacernos creer que el vehículo eléctrico sustituiría al parque de vehículos que existía hasta ahora, es decir, desaparecerían los vehículos con motor de combustión que tanto contaminan el medio ambiente, tanto gasolina como diesel. Pero la realidad actual es muy diferente.

Sin embargo, parece que las grandes empresas de automoción están incrementando la fabricación de vehículos eléctricos y su comercialización, pero no a la velocidad esperada hace unos años. La venta de vehículos eléctricos, aunque lentamente, está aumentando. Si nos fijamos en los datos de ventas de marzo, por ejemplo, según ACEA (European Automovilista Manufacturers’ Association), el 24,3% de los coches vendidos han sido híbridos y el 13,9% han sido elítricos.

Debido a la crisis climática y a la última crisis energética, algunos países han anunciado su firme intención de retirar del mercado vehículos de combustión que utilizan combustibles fósiles a muy corto plazo. El Reino Unido, por ejemplo, tiene como horizonte temporal 2030.

Frente a esta intencionalidad y predicción, en la realidad actual no se ven luces alternativas a los vehículos de combustión. En cuanto a la tecnología de los coches eléctricos, los costes de fabricación, la escasez de materias primas necesarias para la fabricación de motores eléctricos y baterías, la baja autonomía y la falta de infraestructuras de carga de vehículos, hacen difícil la sustitución total de estos vehículos por motores de combustión que utilizan combustibles fósiles.

Y es que, en estos momentos, los coches eléctricos son muy caros y, desde el punto de vista de su uso, los usuarios que opten por ellos tendrán problemas. Por un lado, la autonomía media de los vehículos eléctricos disponibles en el mercado es de 250 a 300 kilómetros. Por otro lado, si atendemos a las infraestructuras de carga, conectadas a la fuente de alimentación normal que tenemos en los hogares, la batería tarda unas 10 horas en cargarse, y si no tenemos conectado ningún otro dispositivo de consumo con una potencia convencional contratada, esto es un problema para muchos usuarios. Por lo tanto, además del esfuerzo económico que supone la compra de un coche nuevo, hay que tener en cuenta estos inconvenientes de la falta de autonomía y del punto de carga.

Con el objetivo de solucionar esta situación, en la mayoría de los países de la Unión Europea se están realizando importantes inversiones en infraestructuras de recarga de vehículos eléctricos, pero en estos momentos no serían suficientes si los millones de vehículos que tenemos en la actualidad en carreteras fueran eléctricos.

Por otra parte, teniendo en cuenta que todo ello tiene como objetivo fundamental promover la protección del medio ambiente y reducir los niveles de contaminación, existen dudas sobre la huella de carbono de los vehículos eléctricos, y queda aún un largo camino por recorrer en la investigación de la reutilización y el reciclaje de las baterías.

Por lo tanto, me atrevería a decir que no vamos a ver una llegada masiva de vehículos eléctricos, aunque en la actualidad parece que se pretende sustituir a vehículos diesel y gasolina. No será un cambio rápido, y en otras tecnologías como la pila de hidrógeno, los síntomas de combustible, etc., las industrias de automoción deberán dar pasos significativos si quieren mantener su actual potencial económico.

Sin embargo, tal vez no nos olvidemos de que todos estos desarrollos de la tecnología van a venir en función de los intereses de los gobiernos y de las empresas con un gran poder económico. Si a nosotros, a los usuarios comunes, nos corresponde proteger nuestro entorno y contaminar menos, quizás sería más eficaz si comenzáramos a realizar cambios por nuestra cuenta en la organización social, en los hábitos de consumo y en los modelos de movilidad.

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