Tren de alta velocidad en transición ecológica
El mundo vive una crisis ambiental sin precedentes con registros continuos de altas temperaturas y un futuro incierto e inquietante. El calentamiento global y el cambio climático son realidades que requieren una atención inmediata y respuestas eficaces. Además de planes y acciones a largo plazo, se necesitan medidas inmediatas y urgentes. En consecuencia, según el Acuerdo Verde Europeo (UE), la Unión Europea ha acordado reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en al menos un 55% para 2030 respecto a 1990 y alcanzar la neutralidad de las emisiones para 2050. Por lo tanto, se han fijado objetivos ambiciosos, pero en las últimas noticias no serán suficientes.
Las emisiones de transporte suponen un tercio de todas las emisiones de gases de efecto invernadero de la Comunidad Autónoma del País Vasco, y en lugar de reducirlas, han aumentado considerablemente en los últimos años. Por tanto, la política de transportes juega un papel fundamental en la mitigación del cambio climático. Así, en relación con una estrategia común de movilidad sostenible, se ha comenzado a fomentar modos de transporte más respetuosos con el medio ambiente. Parece que el tren de alta velocidad (TAV) cubrirá este vacío, puesto que los responsables políticos lo han presentado con frecuencia como un medio de transporte sostenible, como una ayuda para alcanzar estos objetivos ambientales o como una herramienta imprescindible para la transición ecológica del país.
Sin embargo, estos supuestos beneficios proceden únicamente del análisis del funcionamiento de la red, no teniendo en cuenta las cargas ambientales asociadas a las fases de construcción y mantenimiento de la infraestructura. Es muy habitual que los análisis que no cuantifican los impactos derivados de la construcción de las infraestructuras aumente y, por tanto, que subestimen las emisiones totales del ciclo de vida. Las cargas ambientales que este singular proyecto TAV de transporte de pasajeros y mercancías va a generar en la fase de construcción no van a ser escasas, por lo que es necesario contabilizar desde el punto de vista de la transparencia.
Nuestro estudio, a través de la metodología a lo largo de todo su ciclo de vida (CVV), analiza las cargas ambientales que el proyecto generará a lo largo de toda su vida útil (incluidas las fases de construcción y mantenimiento) en relación con los gases de efecto invernadero y el consumo de energía. Los resultados concluyen que la capacidad de la Y vasca para mitigar el cambio climático, reducir el consumo energético y reducir otros impactos ambientales es insuficiente. En un contexto de crisis ambiental global, este proyecto, lejos de mejorar, puede empeorar.
Los dos factores que más influyen en ello son: por un lado, la orografía montañosa de la región exige la construcción de estructuras más grandes y complejas, lo que implica un mayor consumo de recursos y energía, y por otro lado, la baja demanda de transporte del proyecto. Las demandas de pasajeros y mercancías previstas en este proyecto están muy lejos de las de otros proyectos, lo que perjudica su balance ambiental.
Podemos concluir, por tanto, que la Y vasca nos aleja de los objetivos ambientales establecidos entre sí y que, además, no es el medio de transporte necesario para la transición ecológica de la sociedad vasca. La situación demanda alternativas, soluciones que en general suponen una reducción de la demanda agregada, como el fomento de la proximidad en el sector del transporte para evitar la necesidad de transporte y el aumento de las tasas de ocupación de los medios de transporte, entre otras.
Por último, conviene recordar lo dicho por la Agencia Europea de Medio Ambiente en 2020: “Los esfuerzos actuales para limitar los impactos del sector sobre el medio ambiente y el clima en Europa no son suficientes para alcanzar los objetivos de la política climática y medioambiental de la UE a largo plazo”.
-> Vehículo eléctrico a baja velocidad
Zu idazle
Zientzia aldizkaria
