En uno de los valles áridos de McMurdo, el valle de Taylor, se han detectado dos sistemas de aguas subterráneas. La red de McMurdo está formada por una sucesión de valles sin hielo a orillas del mar Ross de la Antártida. En ella predomina el permafrost intercalado con glaciares y lagunas heladas, sobre todo en superficie. La investigación, liderada por un equipo de investigadores de la Universidad de Tennessee, ha observado el subsuelo y ha descubierto que no todo es una dura tierra helada. En concreto, se han detectado señales de sistemas acuáticos bajo el permafrost, tan salados como para contener líquidos a temperatura local.
Para ello se ha medido la resistividad eléctrica del suelo (inversa a la conductividad eléctrica) hasta una profundidad de unos 350 metros, con un sensor AEM gigante colgado de un helicóptero. El sensor genera corrientes electromagnéticas en el subsuelo y dependiendo de su composición, la resistividad tendrá unos valores u otros. La resistividad es un indicador de la humedad y temperatura del material subterráneo. Así, los investigadores han mapeado casi en su totalidad el valle de Taylor, 295 km2, desde el helicóptero, lo que se ha hecho por primera vez en la Antártida.
Los resultados publicados en la revista Nature Communications han puesto de manifiesto dos sistemas de agua salada, según los investigadores.
Uno en el extremo interior del valle, bajo el glaciar de Taylor y el lago Bonney. En la frontera entre ambos se encuentran los Saltos de Sangre, un flujo helado de salesal de color rojo que fluye desde la parte delantera del glaciar hacia el lago. Según los investigadores, este fenómeno es una “prueba muy llamativa de la superficie de las aguas profundas subterráneas”, y los datos de resistividad confirman la hipótesis.
El segundo sistema de aguas está más costero, a 18 km de la costa, y está formado por las salinas comunicadas entre sí. Los datos indican que dos lagos supuestamente separados por el glaciar de Canadá estarían unidos bajo tierra y que todo el sistema se vierte hasta el estrecho de McMurdo.
Las pruebas geológicas sugieren que los valles secos de McMurdo fueron antiguos fiordos, y las actuales salinas serían las aguas marinas de entonces. El mapa realizado constituye la historia geológica de la zona y permite descubrir nuevos ecosistemas de seres vivos. De hecho, en las salinas de la corteza se han encontrado microorganismos activos, entre los que se encuentran los Saltos de Sangre, y los investigadores creen que “las condiciones de las salmueras subterráneas son compatibles con la vivencia de microorganismos”.