Un grupo de científicos de todo el mundo pide que el acceso a la información genética siga siendo abierto y que la distribución de los beneficios que se obtienen de estos recursos sea justa y orientada a la conservación de la biodiversidad. La solicitud se realiza a través de un artículo publicado en la revista Nature Communications. El artículo ha sido firmado por 41 investigadores de 17 países de los cinco continentes, entre ellos Ibon Cancio Uriarte, investigador de la Estación Marítima de Plentzia (PiE-UPV/EHU): “Algunas de las decisiones que se tomarán en los próximos meses en el marco de la Convención de Biodiversidad de las Naciones Unidas pueden tener un impacto enorme en la forma en que los investigadores trabajamos con información genética”.
Hoy en día el acceso a la información digital de secuencias genéticas en todo el mundo es totalmente libre. “Esto es terrible, en los últimos 30 años ha habido una revolución completa”, dice Cancio. Las bases de datos abiertas en la Red son fundamentales para una gran variedad de investigaciones y avances tecnológicos. Por ejemplo, ha sido necesario realizar un diagnóstico de SARS-CoV-2 para generar los test y vacunas con tanta rapidez. “Lo primero que tengo que hacer en cada una de mis manos es comparar con las secuencias de la red para saber qué es. Mi secuencia no tiene ningún valor si no puedo compararla”, explica Cancio.
Ahora, sin embargo, están preocupados por si esto puede estar en peligro. Entre mayo y junio se celebrará una reunión COP-15 en la que se prevé la firma del Marco Global Post 2020 de la Biodiversidad, en el que se establecerán los objetivos para esta década. “Algunos países han manifestado que no firmarán si no se toman medidas para regular la información digital de secuencias”, explica Cancio. Solicitan que la información digital de las secuencias se incluya en el protocolo Nagoya. Este protocolo, establecido en 2010 para los recursos genéticos físicos, establece que los recursos genéticos pertenecen al Estado de origen y que los investigadores deben llegar a acuerdos con los Estados para utilizarlos y devolver parte de los beneficios si los hubiera. “El mecanismo es bilateral y dificulta mucho la investigación”, dice Cancio.
Por ello, los investigadores piden que se tenga en cuenta a los científicos a la hora de regular la información digital en próximas negociaciones. Aceptan la necesidad de regular la distribución de beneficios, pero apuestan por un sistema multilateral que se gestionará a nivel mundial y no bilateralmente con el Estado propietario por parte del investigador.
Proponen que los beneficios se destinen a la conservación de la biodiversidad. “Hay muchas posibilidades para ello, por ejemplo, los kits que utilizamos para secuenciar pueden tener un pequeño impuesto, y el beneficio que de ello se obtiene se podría obtener en Naciones Unidas y decidir dónde utilizarlos a nivel mundial para la conservación de la biodiversidad”, explica Cancio.
Y subrayan la necesidad de garantizar que el acceso a la información digital de las secuencias genéticas siga siendo abierto. “Si esto cambiara, podría ser realmente grave para la ciencia”, dice Cancio.