Si no llegaba a Big Bang, pero retrocedía, recuerdo que cuando estudiaba la carrera, en la asignatura de geología, la tectónica de placas estaba a tope. Fue entonces cuando se impuso esta hipótesis revolucionaria. Esto me afectó. Posteriormente, uno de los principales hitos para mí fue la cumbre de Río, dedicada a la conservación, en 1992. De hecho, sacé más adelante dos artículos sobre biodiversidad en la revista Elhuyar. Y en aquellos años, Edward O. Wilson publicó su libro The diversity of life. No ha perdido actualidad y muchos de mis alumnos lo leen, a pesar de los años que han pasado.
El propio Wilson, bastante antes de escribir este libro, amplió la fórmula S = c A z, que relaciona el número de especies (S) con la superficie (A). Lo cierto es que esta fórmula, teniendo en cuenta el enorme retroceso de las selvas, nos trae unas previsiones absolutamente oscuras: cuando se reduce diez veces la superficie de un territorio natural, la mitad de las especies desaparecerán, incluso sin saberlo. Nos ha predicho un horizonte desgarrador para 2022, casi apocalíptico. Esto me impactó mucho y en el día de hoy, porque no se han corregido las tendencias de pérdida de hábitat y los cálculos de pérdida de especies siguen en la misma magnitud.
Y luego está el artículo de Ferdinando Boero [ The Study of Species in the Era of Biodiversity: A Tale of Stupidity ], otro hito. En este artículo, Boero ha mostrado que algunas curvas han estado en la política científica y que el dinero va por otro camino aunque la biodiversidad sea el objetivo. En consecuencia, para un joven científico es un suicidio profesional ser taxonomista, experto en biodiversidad.
Estamos viviendo dos crisis de la biodiversidad: estamos perdiendo especies (crisis de pérdida de especies), a la vez que tenemos una crisis de conocimiento de la biodiversidad, cada vez tenemos menos expertos y trabajamos en ello.
En base a los datos que tenemos, en un horizonte cercano, la biodiversidad llegará a la mitad. Las previsiones son impresionantes, con pelos erguidos.
Boero ha demostrado que las inversiones en biodiversidad no se destinan a la investigación básica, sino a informatizar el conocimiento que ya tenemos. Es el caso de los programas gigantes como Tree of life. Pero lo que hacen es atajar lo que sabemos y no investigar lo que desconocemos. Y eso es lo que tenemos que hacer, buscar y encontrar especies que no conocemos, reducir nuestra ignorancia. ¿Cuántos millones de especies nos faltan? ¿Cuántos serán destruidos antes de conocerlos?