Truco para transformarse en broma para el dolor

Etxebeste Aduriz, Egoitz

Elhuyar Zientzia

minarentzat-sor-bilakatzeko-trikimailua
Ed. Manu Ortega santos/CC BY-NC

La primera bristada del cuchillo fue tan seguida que el chirrido de la sierra en el hueso pareció que ambas cosas sucedieron a la vez. Para librarse de sus manos, sostuvo entre los dientes el cuchillo ensangrentado. Y “¡el tiempo, señores, el tiempo, el tiempo!”, gritó, atado, sudado y descordado saltando junto al paciente. Los alumnos miraron los relojes de bolsillo que tenían en sus manos.

Robert Listón gozaba de la fama de ser el cirujano más rápido del Reino Unido. Dicen que era capaz de cortar una pierna durante dos minutos y medio y que hacía muchas operaciones en segundos. También contemplaba casos que otros cirujanos considerasen imposibles. Su nombre era tan bueno que los pacientes preferían esperar los días en su habitación para acudir a otro cirujano. De hecho, 9 de cada 10 pacientes que se tumbaban en la mesa de Listón salían vivos. Mientras que Listón trabajaba en el propio hospital, en el Hospital Universitario de Londres, uno de cada cuatro fallecía y muchos más huían por miedo y dolor.

Y es que, en aquella época, todavía no se podía evitar el dolor en las intervenciones. Por ello, la rapidez era un don muy importante para los cirujanos para disminuir el dolor y aumentar las posibilidades de supervivencia del paciente.

De hecho, el mismo Listón sería el que dio a conocer la anestesia en Europa, en una intervención pública que realizó en el Hospital Universitario de Londres el 21 de diciembre de 1846. “Hoy os voy a enseñar un truco de los Yanquis —lo presentó— que hace que el hombre se cree para el dolor”.

Dos meses antes hablaba del truco que enseñaba el dentista William Morton en Boston. Morton demostró las posibilidades anestésicas del éter durante otra intervención pública. Pero antes de Morton, su antiguo profesor y compañero Horace Wells comenzó a realizar pruebas de indolencia con otro gas: el óxido nitroso.

En diciembre de 1844, Wells asistió a un espectáculo: “Gran demostración: efectos de la inhalación de óxido nitroso o gas de risa”. En este espectáculo intervino como voluntario el farmacéutico de barrio. Bajo la influencia del gas, comenzó a dar saltos, de manera graciosa, para el disfrute del público. Y cuando lo hacía golpeó fuertemente las piernas con un banco de madera. Wells se dio cuenta de que no había hecho daño, ni mucho menos. Y pronto descubrió lo útil que podía ser ese gas para su trabajo.

Al día siguiente, Wells respiró el óxido nitroso y pidió al compañero John Riggs que retirara un penúltimo que últimamente estaba molestando. No sintió ningún dolor. Era maravilloso. Esta sustancia permitiría en lo sucesivo realizar extracciones dentarias sin molestias.

Ed. Manu Ortega santos/CC BY-NC

Wells lo probó con una docena de pacientes en su consulta. Y viendo el éxito decidió que tenía que hacer una demostración. Morton le organizó la demostración. Fue el 20 de enero de 1845 en el Hospital General de Massachusetts, en Boston. Se hizo una extracción de dientes, pero el enfermo comenzó a gritar dolorosamente (al parecer, no le dieron bien el gas o no a la dosis adecuada…). Los presentes empezaron a gritar llamando a Wells “timadores”.

Wells se puso enfermo y pudo trabajar poco en los próximos meses. Morton decidió seguir probando. Para ello pidió óxido nitroso al químico Charles Jackson. Pero éste le recomendó que probara con el éter que aquel gas podía ser peligroso.

El 16 de octubre de 1846, Morton vuelve a exhibir en el escenario del Hospital General de Massachusetts. Hizo respirar el éter al impresor Edward Gilbert Abbott y el cirujano John Collins Warren le extirpó un tumor del cuello. “Dios, esto no es ningún invento”, dijo Warren, fascinado tras la operación.

Morton intentó patentar esta sustancia anestésica con el nombre de “Letheon”. Pero pronto se descubrió que era un éter y no pudo hacer patente. Además, tuvo problemas para nombrarse descubridor de la anestesia con la salida de varios competidores: por un lado, Wells y Jackson, y por otro, el doctor Crawford Williamson Long. Long utilizó el éter antes para realizar algunas operaciones, pero no dio a conocer su obra hasta que conoció la demostración de Morton.

Morton fue el que presentó anestesia al mundo. Y la noticia se difundió rápidamente. En Londres, pocos segundos después de que Listón presentara el “truco de los Yanquis”, Frederick Churchill estaba destrozado. Cuando Churchill se despertó, “¡Déjame levantarse, no puedo hacer esto!”, gritó pensando que todavía no había operado. “¡Dios mío! ¡Esto es mejor que la hipnosis!”, dijo Listón, que también probó esta técnica en esa misma universidad.

A partir de entonces el dolor no sería problema en las cirugías y la rapidez no sería el don más importante de los cirujanos. En Listón iban a terminar los mejores tiempos, pero entonces comenzaría la verdadera era de la cirugía.

Babesleak
Eusko Jaurlaritzako Industria, Merkataritza eta Turismo Saila