Píldoras de esperanza

Lakar Iraizoz, Oihane

Elhuyar Zientzia

Los tratamientos sin ingredientes activos pueden llegar a tener efectos terapéuticos.
Píldoras de esperanza
01/09/2010 | Lakar Iraizoz, Oihane | Elhuyar Zientzia Komunikazioa
(Foto: Sanvi.)

II. Guerra Mundial. Los heridos crecían, pero la morfina, cada vez menos en los hospitales de las zonas batalladas. En una operación inevitable de un soldado, en lugar de morfina, la enfermera del anestesista Henry Beecher le aplicó desesperadamente una solución salina. Beecher se sorprendió al ver que el soldado se calmó y no sintió dolor. Reaccionó como si hubiera recibido morfina.

Esta fue una de las primeras veces que se observó el efecto placebo en la medicina moderna. Desde entonces se han realizado once sesiones con efecto placebo y tanto en las declaraciones de los participantes como en las mediciones de los investigadores se ha constatado que los pacientes mejoran. El placebo, aunque sea tratado sin componentes activos de curación espontánea.

La mayor parte de los estudios en los que han intervenido los placebos han sido investigaciones para medir la eficacia de los fármacos, de ahí que se haya obtenido la mayor parte de la información disponible sobre el efecto placebo. Mediante la administración de fármacos o placebos a los participantes en los ensayos y el análisis de sus reacciones, se han conocido algunas características del efecto placebo. Sin embargo, el médico del hospital de Cruces, Mikel Latorre, considera que "son necesarios estudios para estudiar el efecto terapéutico de los placebos. Pero para ello se necesita financiación. Y además a la industria farmacéutica no le interesa hacerlo".

A pesar de la investigación directa o indirecta, algunas características del efecto placebo ya son conocidas. Por ejemplo, la experiencia previa de los pacientes con medicamentos, tratamientos, o con la persona que les da el tratamiento tiene una gran influencia en su respuesta. Y es que, a partir de experiencias anteriores y de la información que reciben, los pacientes creen que el impacto será así. Esta creencia provoca muchas veces que el cuerpo responda así.

Un profesor de psicología de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología, Magne Arve Flaten, observó en un estudio que la información proporcionada puede alterar su impacto. A tres grupos de personas se les entregaron pastillas sin ningún tipo de sustancia activa, antes se les mencionó la posible influencia del tratamiento. A un grupo se le dijo que estaba tomando un sedante, a otro que estaba tomando un estimulante y al tercero que estaba tomando una píldora sin ningún efecto.

Pues bien, en los resultados observaron, en general, los participantes que creían que habían tomado un sedante con menor nivel de estrés y encontraron más amigos en el grupo que les dijeron que habían tomado el despertar.

Claves: esperanza y condicionamiento

Los estudios sobre el efecto placebo han demostrado que dos son los estímulos que pueden provocar un efecto placebo: la esperanza y el condicionamiento. En cuanto a la esperanza, el hecho de verse a sí mismo a manos de un especialista puede dar lugar a su curación, proporcionándole el especialista. Confía en curarse y el cuerpo adopta una actitud favorable.

El segundo estímulo, el condicionamiento, recuerda a los perros de Pavloven: cuando los perros escuchaban el diapasón que comenzaban a fluir saliva. Pues los individuos aprendemos a lo largo de la vida con este tipo de píldoras, que nos quita el dolor de cabeza o que nos relaja. Por lo tanto, cuando tomamos una píldora del mismo aspecto podemos conseguir el mismo efecto, aunque nos cambien las píldoras y nos den algo ineficaz.

La Universidad Australiana de La Trobe condicionó a algunos voluntarios el uso de los perros Pavloven. En el experimento se demostró que una crema sin ingredientes activos puede tener un efecto analgésico. Para ello jugaron con una máquina que causaba dolor.

En un principio, se mostró a los asistentes que la máquina causaba dolor. Luego, para hacer creer que la crema eliminaba el dolor, se hacían las apariencias que les hacían daño con la máquina, una vez aplicada la crema. Pero realmente lo tenían apagado. Al final, tras varios intentos, los pacientes no sentían dolor al darle la crema, aunque la máquina estuviera realmente encendida.

Por otro lado, dos investigadores de la Universidad de California observaron un extraño fenómeno en pacientes con dolor postoperatorio. A algunos les metieron 6-8 miligramos de morfina sin saberlos ni verlos. A los demás, a la vista y prometiendo quitarles el dolor, se les inyectó una solución salina pura. Pues los pacientes de ambos grupos consiguieron el mismo nivel de analgesia. Tuvieron que duplicar la dosis de morfina oculta para superar el efecto placebo causado por la solución salina.

Esta investigación demuestra que tan importante como creer en la eficacia del tratamiento es ser consciente de que se está tomando el medicamento o el tratamiento. De lo contrario, no se genera ninguna esperanza y la influencia, placebo o no, es mucho menor.

Los placebos caros son más eficientes que los más baratos. Ed. : Iryna Rasko/350RF.

A veces sí, otras no

En muchas enfermedades se ha observado que los placebos son efectivos, pero el efecto no es uniforme ni regular. Un placebo determinado puede tener una influencia muy diferente en dos personas, y las personas que han sido sensibles a uno no tienen por qué responder igual ante un placebo. Ra l de la Fuente, neuróloga de la Universidad British Columbia de Canadá, cree que "aunque es muy cambiante, los individuos con mayor esperanza de curarse son los que más sufren el efecto placebo".

Sin embargo, los placebos no afectan a todas las enfermedades. En la mayoría de los casos se ha observado que los placebos son eficaces para eliminar el dolor. Por otro lado, en pacientes con depresión, ansiedad y otros trastornos psicológicos/psiquiátricos también se ha observado que se han formado con placebos.

Junto a ellos, la otra enfermedad más comentada por los expertos entre las enfermedades sensibles al efecto placebo por los pacientes es el parkinson. En 2001 la Universidad British Columbia, por medio de la investigadora Ra l de la Fuente, demostró que el 30% de los casos los medicamentos utilizados para el tratamiento de los placebos y el parkinson eran similares.

Tipo de tratamiento, respuesta

Dado que el efecto placebo depende de la esperanza que se produzca, los tratamientos más agresivos son los que tienen mayor efecto. Así, se ha observado que el mayor efecto placebo se debe a la cirugía, es decir, a la simulación operatoria. En segundo lugar, la administración de sustancias placebas mediante vacunas y, por último, la administración de pastillas de placebo.

Si además de estar en el quirófano, pueden ver el trabajo realizado durante la cirugía o el trabajo realizado en caso de ser forense, la recuperación de los pacientes es más rápida. Así lo vieron en la Universidad St George de Londres en pacientes con microdisectomía (extracción de disco intervertebral). Tuvieron menos dolor y pidieron menos analgésicos el disco o fragmento extraído tras la intervención, un recuerdo que demostraba que se les había operado.

En el caso de las píldoras, las características físicas de los placebos, es decir, el color, el tamaño, el nombre comercial, el precio, etc., influyen en el efecto placebo. El efecto es mayor, por ejemplo, si los pacientes relacionan de alguna manera el color de las píldoras con la enfermedad a tratar. Así, las píldoras verdes o azules celestes se utilizan para sedantes, rojas y amarillas para los estimulantes, marrones para los laxantes, etc.

Asimismo, Dan Ariely y sus colaboradores de la Universidad de Duke demostraron en 2008 que los placebos caros eran más eficientes que los baratos.

El nuevo medicamento también ayuda a mejorar: En la década de 1970 se observó que en el año 2000 un medicamento muy eficaz contra la depresión era menos eficaz. "Simplemente porque no parecía tan eficiente", explica.

En definitiva, la novedad, los precios, las apariencias, la visualización de alguna prueba de tratamiento, la experiencia previa, etc., afectan a la esperanza de las personas que reciben tratamiento. Esperanza de nuevo.

No placebo ni tratamiento: recuperación espontánea
En 1994, un cirujano de Houston observó que todos los pacientes con osteoartritis de rodilla habían mejorado durante la operación. A todos ellos, sin embargo, no les operaron de la misma manera: a unos les operaron habitualmente para tratar esta enfermedad, pero a otros sólo les abrieron y cerraron. La conclusión fue que los que sufrieron una intervención real mejoraron gracias a la intervención y los demás, gracias al efecto placebo.
Se trata de una de las 114 investigaciones que fueron revisadas por dos investigadores de Copenhague en el año 2000. En el artículo escrito de esta revisión se denunció que la conclusión de dicha investigación era errónea. De hecho, en este estudio se debería concluir que la cirugía es inútil para esta enfermedad, ya que las rodillas se recuperan por sí mismas.
Al igual que en el caso de la osteoartritis, también se han detectado estudios y efectos adversos similares en las afecciones cardiacas. De hecho, todas las enfermedades tienen una evolución natural: algunas mejoran espontáneamente tras un periodo de tiempo. Los síntomas presentan fluctuaciones, y los valores que inicialmente se encuentran alejados de la media se suelen traducir a valores medios cuando se realizan diversas mediciones (lo que se denomina en estadística devolución a la media), etc.
Por ello, estas evoluciones y mejoras intrínsecas de las enfermedades pueden confundirse con tratamientos o efectos placebos, si no se diferencian adecuadamente. ¿Y cómo se puede distinguir la evolución natural de la enfermedad? Introduciendo grupos de control sin tratamiento experimental.
Lakar Iraizoz, Oihane
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