Farmazian doktorea. Biofarmazia, Farmakozinetika eta Farmazia-teknologiako irakasle kolaboratzailea
Farmazia Fakultatea UPV-EHU, Vitoria-Gasteiz
Hoy en día es muy habitual el uso de medicamentos en nuestra sociedad. Por el contrario, cada vez se consume más y su uso ha aumentado considerablemente, sobre todo en las últimas décadas. Se estima que para el año 2020 se utilizarán 4,5 billones de dosis de medicamentos en todo el mundo, se estima que en el año 2005 un tercio de la población consumió más de una dosis al día, y que en el año 2020 se prevé que estos consumidores representen más de la mitad de la población [1].
Sin embargo, los medicamentos no son sólo humanos, sino que se administran frecuentemente a los animales (tanto en mascotas como en ganadería).
Se trata de conseguir efectos beneficiosos sobre el organismo en la toma de medicamentos, que son las causas (indicaciones) de su uso. Desgraciadamente también producen efectos secundarios de los que se encarga la farmacovigilancia. La liberación, la absorción, la separación, el metabolismo y la excreción son procesos farmacocinéticos que sufren los medicamentos durante su vida corporal. La expulsión de medicamentos y sustancias derivadas de los mismos del organismo se realiza a través de la excreción, principalmente mediante orina y heces, que pueden mantenerse parcialmente activas.
Como es sabido, la materia y la energía no desaparecen, se transforman y los medicamentos no son una excepción. Por lo tanto, una vez pasado por el cuerpo, los medicamentos (y sus residuos) hacen su propio camino… en el medio ambiente.
Algunos ejemplos que nos vienen a la mente cuando pensamos en tóxicos son pesticidas, dioxinas, chapote, etc. En los últimos tiempos, sin embargo, se habla de contaminantes recién designados, es decir, sustancias desconocidas o no consideradas como contaminantes. Entre ellos, los medicamentos son los que más preocupación suscitan, por lo que organizaciones como la Organización Mundial de la Salud, la Agencia de Protección del Medio Ambiente y la Comisión Europea han convertido el estudio del impacto ambiental de los medicamentos en una línea de investigación prioritaria [2,3].
Se han detectado diferentes tipos de medicamentos y residuos en compartimentos ambientales, principalmente en aguas residuales, superficiales y subterráneas, ¡también en aguas potables! ), también en suelos, aire y yo.
La Agencia Alemana de Medio Ambiente recoge información mundial sobre los medicamentos que han aparecido en el medio ambiente (https://www.umweltbundesamt.de/documento/database-pharmaceuticals-in-the-environment-excel).
En nuestro caso, también se han medido medicamentos en aguas y peces de Urdaibai, como antibióticos, antidepresivos, etc. [4].
Una vez que los medicamentos están en la naturaleza, se pueden transformar y transferir a todos los compartimentos. El tiempo de permanencia en el medio ambiente depende de las características del contaminante y de la concentración y características de los compartimentos [2,3].
Los medicamentos pueden bioacumularse en el medio ambiente y extenderse a la cadena trófica de alimentación. Ejemplo de ello es un estudio realizado en Australia en 2018, en el que se midieron diversos medicamentos en invertebrados acuáticos y larvas de insectos. Estimaron hasta qué punto los medicamentos pueden acumularse en los depredadores que se alimentan de insectos adultos, y concluyeron que los ornitorrinos tendrían una exposición a niveles de antidepresivo equivalente a la mitad de las dosis empleadas en humanos [5].
Como ya se ha mencionado, el consumo de fármacos y la excreción de metabolitos como consecuencia de ello son vías de contaminación importantes. Sin embargo, todas las etapas del ciclo de vida de los medicamentos pueden ser puerta de entrada al medio ambiente: producción, distribución, consumo, gestión de residuos [2,3].
Las vías de contaminación relacionadas con la gestión de los residuos serían el rechazo incorrecto de los medicamentos caducados o no consumidos, incluida la no correcta gestión de los residuos durante su fabricación, y su eliminación total en las depuradoras.
Se sabe que gran parte de los medicamentos que se venden no se consumen. La exclusión indebida de los medicamentos caducados o no consumidos es una vía importante de contaminación que en gran medida puede evitarse [2,3]. Existen varias formas de retirar los medicamentos: tirarlos del inodoro o desagües, tirarlos a la basura o utilizar sistemas especialmente creados. Desde el punto de vista ambiental, la más adecuada sería la última. Existe una falta de conformidad a nivel mundial en cuanto a la forma de rechazar los medicamentos y los sistemas creados específicamente para su eliminación no están disponibles en todos los países [6]. La legislación europea obliga a los países a disponer de sistemas de exclusión a partir de 2004. Sin embargo, según un informe de 2013, se estima que el 50% de los medicamentos no se descartan correctamente. Por ejemplo, en Francia sólo el 6% de las ventas se devolvieron en 2008 [3]. En España, a partir del año 2000, existe un sistema creado por el sector farmacéutico para gestionar los residuos y contenedores de medicamentos consumidos en los hogares: la recogida se realiza en los puntos SIGRE de las farmacias [7]. La gestión de los residuos en los hospitales y centros de salud se organiza de otra manera (a través de empresas privadas).
Una de las principales vías de acceso al medio acuático son las aguas residuales, que pueden ser de origen urbano, hospitalario, industrial, agrícola, ganadero [2,3]. Las EDAR no se diseñaron para eliminar los residuos de medicamentos, por lo que algunos contaminantes no se eliminan totalmente. En un estudio realizado en Galindo (Sestao) se realizaron varias mediciones en las aguas que llegaron a la depuradora. Se comprobó que a pesar de que el caudal de agua del Hospital de Galdakao era del 0,56% del caudal total, la concentración de varios contaminantes era del 4 al 20% de la concentración media de entrada [8]. Es reseñable y preocupante que el 80% de las aguas residuales mundiales no pasan por estaciones depuradoras [9].
Entre los desastres ecológicos producidos por la farmacocontaminación, el primero documentado corresponde al diclofeno (un tipo de antiinflamatorio no esteroideo o AIEE) [2]. A principios de siglo, la mortalidad de los individuos adultos y jóvenes de Gyps bengalensis, en Pakistán, aumentó notablemente y la población se redujo bruscamente. ¿Cómo se contaminaron los buitres? Comieron los cadáveres de las reses tratadas previamente con este AIEE, lo que les provocó un grave error renal y la muerte [10]. Esta especie fue incluida en el Listado de Especies Amenazadas de Extinción en el año 2004, en la categoría de Riesgo Grave, que continúa en la actualidad [11].
Entre los ejemplos más comunes se encuentran los problemas reproductivos de los peces expuestos a etinilestradiol (estrógeno) [3]. La ibermectina utilizada en ganadería (antiparasitaria) se excreta en las heces y se ha demostrado que puede causar la muerte de los invertebrados que se someten a ella hace tiempo [3]. Sin embargo, recientemente ha causado matanza en Doñana [12].
En el caso de los antibióticos, debido a los vertidos en las plantas de producción, se han detectado en el medio ambiente bacterias resistentes a los antibióticos [3].
En general, la exposición crónica a contaminantes o mezclas de contaminantes es más preocupante que la alta concentración que puede tener un determinado contaminante. Los datos de investigaciones realizadas en humanos no siempre pueden extrapolarse a otros seres vivos, y es necesario un mayor número de estudios ecotoxicológicos que analicen los efectos nocivos de los medicamentos en la naturaleza [2,3].
Se han realizado pocas investigaciones sobre los posibles daños que los residuos de medicamentos pueden causar en el ser humano. Las vías de contaminación están relacionadas principalmente con el consumo de agua, hortalizas, tubérculos, carnes, pescados y lácteos. Aunque los niveles de contaminantes son generalmente bajos, como en el caso anterior, la preocupación radica en las posibles consecuencias de la exposición a largo plazo a contaminantes y mezclas [2,3].
Como se ha mencionado anteriormente, la contaminación de los antibióticos genera una gran preocupación por su capacidad de generar cepas resistentes. Según la Organización de las Naciones Unidas, éste es en la actualidad uno de los mayores problemas de salud pública a nivel mundial [14]. En este sentido, la lucha contra las resistencias se basa en el concepto de salud única (one health), que integra la salud humana, animal y natural en una sola salud.
Se han propuesto diversas medidas para hacer frente al problema. La Comisión Europea definió, en 2019, entre otros [15]:
- Fomentar el uso racional de los medicamentos y evitar el consumo excesivo.
- Fabricación de medicamentos más “verdes” que puedan degradarse más fácilmente en el medio ambiente o en plantas depuradoras.
- Concienciar a pacientes y profesionales sanitarios de la adecuada eliminación de los medicamentos caducados o no consumidos.
- Optimización de las técnicas de las depuradoras.
- Utilizar tratamientos específicos para contaminantes en puntos de emisión importantes como aguas residuales hospitalarias.
- Monitorizar sistemáticamente los contaminantes y compartimentos de interés.
Como toda contaminación de nuestro planeta, la farmacocontaminación es un problema mundial. No sólo por el consumo mundial de medicamentos, sino porque las emisiones al medio ambiente pueden producirse en todos los territorios (etapas del ciclo de vida de los medicamentos), sino porque los efectos de la farmacocontaminación pueden globalizarse, como la resistencia de los antibióticos. De lo contrario, ¿qué influencia puede tener la desaparición de alguna especie?
La investigación de los posibles efectos ambientales de los medicamentos es fundamental para poder poner en marcha medidas adecuadas para evitar o reducir en la medida de lo posible dicho impacto. Para ello, el primer paso es la concienciación. Por todo ello, recientemente hemos puesto en marcha en Vitoria-Gasteiz una estrategia integradora denominada Basque Sustainable Pharmacy, que tiene como líneas estratégicas la creación de un acuerdo interinstitucional que integre a todos los agentes, la sensibilización de todos los agentes implicados en el complejo ciclo de vida de los medicamentos, la investigación de la situación en el entorno próximo y la difusión de las aportaciones a la comunidad científica.
Trabajo presentado a los premios CAF-Elhuyar.