Los causantes de este tipo de cáncer son unos virus, los papilomabirus humanos. La infección de estos virus es muy común en todo el mundo y produce infecciones cutáneas y/o mucosas. Se conocen muchos tipos de papilomavvirus o genotipos humanos, más de 120, que producen diferentes tipos de infecciones. Por ejemplo, las verrugas cutáneas se deben principalmente a los genotipos 1, 2 y 4, mientras que otros genotipos provocan infecciones de las mucosas. Afortunadamente, en las infecciones de las mucosas, sólo algunos de estos genotipos son oncogénicos (entre 15 y 20 aproximadamente). Por ello, en función de la capacidad oncogénica de estos virus, clasificamos genotipos de diferentes tipos: papilomabiruses humanos de bajo riesgo (genotipos 6 y 11) y papilomabiruses humanos de alto riesgo (genotipos 16, 18, 31 y 45).
Los papilomavirus humanos que afectan a las mucosas genital se transmiten mediante relaciones sexuales. Las lesiones producidas en la piel genital se denominan cóndilomas acuminados y son verrugas, originadas generalmente por el genotipo 6 o 11. Estas lesiones pueden aumentar durante el embarazo o en situaciones en las que el sistema inmunitario esté debilitado y adoptar la forma de una coliflor. Normalmente estas infecciones genital son benignas y desaparecen. Sin embargo, en ocasiones, otros papilomavirus humanos pueden producir neoplasias intrepítoriales, displasias y carcinoma, y causar cáncer de cuello de útero. La causa principal de estas lesiones malignas es el genotipo 16, aunque también pueden participar otros (genotipos 18, 31 y 45).
La infección de los papilomavirus humanos en las mucosas genital y, por tanto, la aparición del cáncer, son factores que favorecen la aparición de la juventud y las relaciones sexuales. En la actualidad es la infección que más se transmite por vía sexual en todo el mundo, además de tener un grado de contaminación muy elevado. Además, la infección es más común en las personas que inician las relaciones sexuales de forma temprana y, especialmente, en las mujeres jóvenes con un alto número de miembros sexuales. Esto se debe a que los virus se adhieren muy bien a las células epiteliales situadas en el cuello del útero, debido a los cambios que se producen en la propia adolescencia. La incidencia de la infección disminuye a lo largo de los años y aumenta de nuevo en los años previos y posteriores a la menopausia.
Otros factores que influyen en la infección son la alimentación, el tabaco, los cambios en el sistema inmunitario, la infección con otros agentes infecciosos (herpes simple o Chlamydia), el embarazo múltiple y los anticonceptivos orales.
Normalmente, la infección de los papilomavirus humanos genital no da signos ni síntomas significativos al principio. La infección se produce por lo tanto durante las primeras relaciones sexuales. Posteriormente, estos virus quedan sin expresarse, pudiendo permanecer en estado de origen intracelular durante muchos años. De hecho, desde la aparición de la infección y la aparición de la lesión maligna pasan muchos años, al menos 10. Por ello, el cáncer de cuello de útero no aparece en las chicas jóvenes y es más frecuente a partir de los 45-50 años. No obstante, cuando aparezcan algunos síntomas es conveniente realizar algunas pruebas para saber si existe infección. Los síntomas pueden ser: hemorragia vaginal, flujo vaginal anormal, dolor pélvico o dolor durante las relaciones sexuales.
Actualmente, la única medida para prevenir este tipo de cáncer es la realización de un estudio ginecológico. Mediante pruebas en este estudio se puede detectar la presencia de infección. Algunas de las pruebas que se pueden realizar son la citología o el test de Papanicolau. En estas pruebas se toman células de la superficie del cuello del útero y se observan en el microscopio para comprobar la existencia de estructuras anormales. Sin embargo, estas pruebas, aunque son recomendables para todas las mujeres que tienen relaciones sexuales, no se realizan muchas veces, especialmente en territorios no desarrollados. En ocasiones se producen cuando aparecen lesiones, por lo que cuando aparece la enfermedad se aplica un tratamiento que en algunos casos es demasiado tarde. Por lo tanto, esta prevención no controla la infección. Por ello, la investigación y obtención de vacunas contra papilomabirus humanos ha sido un gran impulso.
Actualmente existen dos tipos de vacunas para la prevención y control del cáncer de cuello de útero. Estas vacunas profilácticas están basadas en el virus ( L1 virus-like particles ), de hecho están formadas por la proteína L1 del virus y tienen el mismo aspecto que éste, pero al no contener el genoma del virus no pueden causar la enfermedad. Son muy inmunógenos, por lo que estimulan la formación de anticuerpos y consiguen así protegerlos.
La primera vacuna, denominada Gardasil (Sanofi Pasteur MSD), está fabricada con cuatro tipos de papilomavvirus humanos (16, 18, 6 y 11), mientras que la segunda, denominada Cervarix (de la casa GSK), consta únicamente de dos genotipos (16 y 18). De momento, el único reconocido a nivel mundial es el primero, porque el otro todavía tiene que pasar unas pruebas para comercializarlo.
Sabiendo que la mayoría de los cánceres del cuello del útero (70%) se deben a los genotipos 16 y 18 y que el 90% de las verrugas genital se deben a los tipos 6 y 11, parece que esta vacuna profiláctica que existe en el mercado va a tener mucho éxito. Además, según los últimos estudios, una vez administrada esta vacuna no sólo disminuye la infección de estos genotipos, sino también de otros genotipos (31, 45, ...). Esto se debe a que se producen reacciones cruzadas.
Sabiendo cuándo empieza la infección de los papilomavirus humanos, parece que lo mejor sería que la vacuna se pusiera antes de que entrara en contacto con el virus, es decir, antes de tener relaciones sexuales. Por tanto, lo más conveniente sería que las chicas se integraran antes de la adolescencia y en la adolescencia (entre 9 y 13 años). La vacunación preventiva del cáncer de cuello de útero se realiza en la mayoría de los territorios de la Unión Europea desde principios de este año. En nuestro territorio, Osakidetza ha aprobado la realización de este programa de vacunación y recientemente ha anunciado que la campaña de vacunación comenzará este año, de hecho la vacuna Gardasil ya está en las farmacias. Aquí se vacunará a las chicas de 11 a 13 años en tres dosis.
La implantación de un eficaz programa de vacunación del papilomavirus humano reduciría la mortalidad no sólo en nuestro territorio, sino también en los territorios no desarrollados, y en particular en ellos, y, más aún, reduciría los costes sanitarios, ya que se debería reducir la producción de citología.