La FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) ha decidido que 2008 sea el Año Internacional de la Patata, con el objetivo de destacar el papel de la patata en la lucha contra el hambre y la pobreza en el mundo. Y las celebraciones ya han comenzado, ya que el pasado 18 de octubre se inauguró en la sede central de las Naciones Unidas en Nueva York.
Parece ser que la propuesta de la idea vino de la mano del representante de Perú, y los representantes de los demás pueblos la aceptaron con entusiasmo porque es uno de los alimentos básicos: tras el arroz, el trigo y el maíz, es la comida más consumida del mundo. Por otro lado, no es de extrañar que la propuesta provenga de Perú, ya que todos los indicios apuntan a que la patata se domesticó en la cuenca del lago Titicaka en la meseta de Perú y Bolivia.
En esta zona crecen numerosas variedades de basapatatas. Algunos de ellos fueron domesticados y se denominaron papas. Esto fue hace unos siete mil años; los investigadores no tienen la huella adecuada para dar una fecha concreta. Sin embargo, se cree que la primera papa que se domesticó era de la especie Solanum stenotomum, una variedad que aún crecen los habitantes de la zona.
La domesticación de la papa está íntimamente relacionada con algunos de sus animales, la domesticación de los aukénidos (camélidos andinos). De hecho, crece muy bien en el suelo fertilizado, y creen que las papas crecían en estiércol de los aukénidos, es decir, en estiércol de guanaco, llama, alpaca y vikuina.
Estos camélidos se introducían en establos rodeados de murallas, donde se reproducían de forma natural plantas sencillas. El ganadero prestó atención a las plantas comestibles que crecían allí y se esforzó por potenciar su crecimiento. Así, la primera planta que domesticaron fue probablemente la quinoa ( Quenopodium quinoa ) y, la segunda, la papa.
La papa se convirtió en un tesoro para los pueblos que vivían en aquellos fríos territorios de la meseta andina, ya que al crecer bajo tierra, en invierno frío y seco se conservaba bastante bien la papa. Además, se beneficiaron de su clima, encontrando una forma de conservarlo aún más larga: cuando las papas congeladas de noche se descongelaban de día, las pisaban para sacar la piel y sacar el agua, y luego las secaban al sol. De esta forma se hacía la papa deshidratada y en el invierno más rojo se comía.
Con el paso del tiempo, varias especies de papas fueron domesticadas, al menos seis, extendiéndose el cultivo de papas a muchas regiones de América. Cuando los europeos llegaron allí, lo descubrieron entre sus costumbres alimentarias. A partir de entonces, la extensión de la papa no ha cesado. La papa llegó a España primero entre 1565-1570. Aquí toma otro nombre: el bautismo que conocían anteriormente ( Hipomoea batatas ) coincidió, al parecer, con el nombre del tubérculo, la papa original, y de la mezcla de ambos surgió el nombre de patata.
Se extendió desde España a otros pueblos del continente: Portugal, Francia, Bélgica, Holanda, Alemania... y llegó a Gran Bretaña e Irlanda. En muchas regiones adquirió una gran importancia en la alimentación, llegando a ser un alimento básico. Prueba de ello es la grave hambruna y miseria provocada por la peste de un hongo que toca patata en Irlanda hacia 1845 (hongo Phytophthora infestans).
Se extendió desde Europa al resto del mundo, y hoy en día, en países con un gran crecimiento poblacional, la patata se cultiva cada vez más, como India o China. De hecho, China es el país que más patata produce (más de una quinta parte de toda la producción mundial --trescientos millones de toneladas al año-), seguida de la Unión Europea y Rusia --según la FAO en 2002.
Sin embargo, en la producción de patata hay grandes diferencias en el rendimiento de la tierra. El mayor rendimiento se obtiene en Nueva Zelanda (50 toneladas por hectárea), aunque no es un gran productor. Le siguen otros países industrializados: EEUU y la Unión Europea. En los últimos lugares de la lista se encuentran localidades con menos recursos para la agricultura, como Rusia, Ucrania o Nepal, que no superan las 10 toneladas por hectárea.
Sin embargo, en general, en los países desarrollados cada vez se consume menos patata. La compra de patata fresca se reduce debido al estilo de vida, pero la de congelada, sobre todo en hostelería, y las patatas fritas de bolsa, así como las comidas procesadas, son cada vez más exitosas.
A pesar de vender menos patatas, los consumidores son cada vez más exigentes. Por ello, la calidad de la patata ha mejorado notablemente y cada año salen al mercado nuevas variedades de patata, cada una de ellas con sus características específicas. Así, en la actualidad existen patatas de cocción, de fritura, especialmente dirigidas a la industria de elaboración de patatas fritas de casquillo, adaptadas para conservar en forma de copo secas...
La investigación del crecimiento y las variedades de este tubérculo no cesa. En el propio País Vasco, en Álava, trabajan mucho. Es un cultivo de gran tradición: Fue introducida en 1772 en Gipuzkoa y Bizkaia por la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País y en 1776 en Álava. Pues la patata se arraigó tan bien aquí que pusieron en marcha en los años 40 un programa de mejora en un caserío de Iturrieta, en Álava.
Dentro de este programa se dieron pasos importantes. Entre otras cosas, recogieron variedades de la zona, comenzaron a producir patata de siembra, importaron variedades de diversos países europeos... Y con todo este material, comenzaron a buscar variedades que se ajustaran mejor al clima y a la tierra de aquí.
En las dos décadas posteriores se iniciaron investigaciones genéticas. Perseguían el mismo objetivo, perseguían variedades que se ajustaban bien. Para ello trabajaron en cuatro puntas de hilo: producción, resistencia a la sequía, maduración rápida y resistencia a la congelación. Por el camino, a la granja de Iturrieta se le unió la granja modelo de Arkaute en los años 50 y se diversificó el trabajo. Entre otras cosas, comenzaron a investigar la virología, es decir, los virus que golpean la planta de patata.
Tras un largo recorrido, siguen trabajando en Iturrieta y Arkaute. En 1979 toda la estructura pasó a manos del Gobierno Vasco, donde se han instalado, entre otros, laboratorios y grupos de investigación de NEIKER-Tecnalia e Itsasmendikoi. Mantienen su trayectoria y objetivos iniciales, pero se ha incorporado una nueva generación de investigadores que han ido incorporando los continuos avances de la ciencia y la tecnología a medida que llegan.
Así, investigan las principales enfermedades que afectan a la patata, como Phytophthora infestans, virus Y ( PVY ) y virus espiral ( PLRV ). Por otro lado, son abundantes los materiales para la elaboración de nuevas variedades, con un gran banco de germoplasma, material genético de diversas variedades comerciales y clones obtenidos en la investigación. Esto ha permitido registrar nuevas variedades, tres de las cuales han tenido éxito comercial. Zorba y Nagore se cultivan para la industria en Alemania y Gorbea se vende para consumo en fresco.
No obstante, para la obtención de nuevas variedades también son necesarias aquellas basapatatas de origen, que son las que poseen mayor riqueza génica. Por tanto, son imprescindibles si se quieren dar características adecuadas a las nuevas variedades. Tras siglos de expansión, el cultivo de la patata ha recurrido a estas papas originales.