Pero bueno, el Maratón (XIX) que se celebra en Donostia dentro de unos días me ha dado la excusa para preparar este pequeño trabajo de hoy y me perdonarán que la prueba más larga de todas las carreras sea el eje de mi actividad. La maratón de San Sebastián es una de las muchas carreras de este tipo que se celebran por todo el mundo, aunque tiene sus propias características (¡difícilmente encontrarás un lugar mejor para correr! ).
Los asistentes saben perfectamente que la mera finalización de la prueba tiene méritos suficientes. Esta lucha contra el cronómetro es una tarea muy dura, y el mero hecho de acabar supone ganar por llegar a la meta, como para el primero, para el resto.
Como bien saben los que hoy en día practican el maratón, para disfrutar (si es posible decirlo) es imprescindible una buena preparación. La visita a un especialista en medicina deportiva es casi obligatoria antes de iniciar un esfuerzo de esta medida. El médico, además de valorar el estado general de salud, nos dará consejos sobre el ritmo cardiaco medio de los primeros entrenamientos y el límite de latidos que puede sufrir el corazón en su máximo esfuerzo.
Además, no hay que olvidar que la realización de una carrera de este nivel también afecta directamente a la vida: el tabaco y el alcohol están prohibidos, por supuesto, y conviene descansar entre seis y ocho horas diarias. La nutrición no tiene por qué ser especial, al menos para un corredor no puntero, pero se recomienda introducir en la comida poca cantidad de hidratos de carbono refinados, frutas, verduras, fibra y agua, evitando en lo posible grasas, dulces y bebidas carbonadas.
Los primeros entumentos suelen ser especiales pero muy importantes. No te preocupes si sólo haces un par de kilómetros. Si el cuerpo está bien, será capaz de ir acumulando kilómetros, aunque sea lentamente, hasta conseguir la resistencia necesaria para terminar el maratón. A partir de ahí, cada uno buscará el ritmo de su progresión en función de su aptitud deportiva, edad y tipo de fibras musculares.
Es recomendable empezar cuanto antes a acumular kilómetros. Casi sin darte cuenta, después de unos meses de entrenamiento y de haber recorrido al menos 500 kilómetros (ya habrás roto unas zapatillas), estarás listo para recoger los frutos de la siembra. Es hora de estar tranquilo. Si has llegado hasta aquí, todo va bien. Y no olvides que confiar en terminar la carrera es fundamental para poder afrontar la prueba.
Los entrenamientos de la última semana los realizarás siguiendo la marcha prevista, sin “hazañas” de última hora. No deberían ser sesiones demasiado duras, pero sí largas, llegando a unos 20 kilómetros hasta cinco días antes de la prueba. A partir de ahí, lo más prudente es cuidar el músculo, haciendo trote durante dos o tres días durante una hora o hora y media. Durante los últimos siete días la alimentación será algo especial, rica en hidratos de carbono no refinados (macarrón, espaguetis, etc.). ).
Por otro lado, también hay que mirar bien la ropa y, por supuesto, las zapatillas son las más importantes. Como es sabido, las carreras no son el momento idóneo para experimentar, por lo que estrenar zapatillas ese día es un error. Debes conocer bien las zapatillas antes de la carrera, serán estables (la ligereza será considerada como una característica secundaria), sin apenas notar que se adaptan o se adaptan bien al pie y sin gastar la suela, para que no se produzcan ampollas. Un consejo es que entre la punta del dedo pulgar del pie y la zapatilla haya un espacio de medio centímetro.
Y por supuesto, durante el entrenamiento, cada dos semanas o por ejemplo, conviene limpiar las zapatillas para que no se pierda la flexibilidad y se quite el sudor que se acumula. Y después de preocuparte por las zapatillas, también le prestarás atención a la ropa. Los calcetines, pantalón y camiseta serán de colores claros, blancos a elegir, y de tejido natural como algodón. En cuanto a los calcetines, elige a los que no tienen costura, porque cuando hay que recorrer tantos kilómetros, lo que parece una tontería puede incluso acabar con la carrera.
Se recomienda descansar dos días antes de la carrera, normalmente el viernes, ya que el sábado por la noche estará un poco nervioso. El sábado, o la víspera de carrera, lleva una vida tranquila para evitar que ocurra un pico de accidente que exponga todos los esfuerzos realizados hasta el momento. En la cena de la noche se come la pasta como al mediodía, pero en la medida necesaria para poder descansar correctamente.
Llega el día de la carrera. Tres horas antes del maratón, ¡aupa!, levántate de la cama. Una ducha, no el baño, para “despertar” el cuerpo, para empezar a ponerlo en tono y a desayunar. Ni azúcar, ni leche, pueden darse indigestiones y (en cualquier caso, la experiencia personal es más valiosa que los consejos generales, es decir, los que ya se han probado). Los zumos, el café, la fruta y los cereales son apropiados para empezar el día. A partir de ahora y hasta que escuchas la orden de salida, cogerás agua en pequeños trucos para no tener sed. Y cuidado con los dulces, que son los principales responsables de la temida sensación de mal viento o de “calma”.
Estando en el punto de carrera, frotar bien con la vaselina las axilas, la parte interna de los muslos, los pechos y los dedos, sobre todo si hace calor, evitando así las escofinas. En cuanto al calentamiento, lo harás en función de la experiencia que tengas, a tu ritmo. No obstante, antes de comenzar la carrera es necesario tirar ciertos músculos, dentro o fuera de los ejercicios de calentamiento.
Bueno, ya estás listo para empezar. Antes de salir, oriente, cuidado con la adrenalina, ya que la euforia desmedida puede causar más daños que beneficios. Empieza despacio, a un ritmo relativamente lento, reduciendo ligeramente las zancadas; ten en cuenta que es mejor hacer la segunda parte de la carrera más rápido que la primera. La dificultad real de la prueba comienza aproximadamente a partir del kilómetro 25. Toma el agua y los líquidos que te ofrecerá la organización en diferentes zonas, porque te vendrán bien para evitar la deshidratación y los calambres.
Y a partir de ahí tendrás que poner en tu trabajo al lector, a tu fuerza, a tu mente y a tu capacidad. ¡Suerte y felicidades por adelantado!