La mujer necesita una media de 2.300 kilocalorías diarias, y durante el embarazo, especialmente en la segunda parte, se recomienda aumentar entre 250 y 300 kilocalorías diarias para cubrir las necesidades del recién nacido. Durante la lactancia, las necesidades energéticas son mayores y se necesitan 500 kilocalorías más al día.
El cuerpo de la mujer necesita 700 kilocalorías para producir un litro de leche, pero como en el embarazo la grasa se acumula, no hay que tomarla tanto. Además de aumentar la cantidad de energía, la madre debe consumir más alimentos con proteínas. Además, otras sustancias nutritivas son de gran importancia y requieren una especial atención:
La sabiduría del cuerpo humano hace que en estos momentos vitales el cuerpo se adapte para aprovechar todos los recursos que ofrece la comida y así evitar carencias. Por ejemplo, los intestinos absorben más calcio, ya que aumenta la influencia de los estrógenos y la vitamina D.
Durante el embarazo, la mayoría de los cuidados alimentarios se dirigen a evitar problemas de relajación muscular del aparato digestivo, especialmente náuseas y estreñimiento. Para evitar las náuseas matinales, se recomienda comer y tomar alimentos sólidos antes de levantarse, aunque en ocasiones estas medidas son insuficientes. Para evitar problemas de estreñimiento, se recomienda tomar más comida con fibra y beber dos litros de agua al día.
Durante la lactancia, una alimentación equilibrada asegurará una buena producción lechera, no hay fórmulas mágicas, aunque existen algunas pautas. Es importante beber suficiente líquido durante el día (agua, zumos, leche, etc.). Por otra parte, algunos alimentos aumentan la producción lechera, como la levadura de cerveza y el mijo. Otros alimentos alteran el color y el sabor de la leche, entre los que se encuentran la cebolla, el puerro, la alcachofa, los espárragos, el ajo, la coliflor, la berza y las legumbres, significa que no se puedan comer.
Diabetes gestacionalDurante el embarazo es habitual aumentar los niveles de glucosa en sangre: entre el 8 y el 10% de las mujeres embarazadas sufren este problema. La detección precoz se lleva a cabo entre la semana 24 y la 28 del embarazo midiendo los niveles de glucosa en sangre, primero en ayunas y después una hora después de tomar una solución de 50 g de glucosa. Si es superior a 140 mg se repite la prueba analizando el nivel de glucosa que se presenta a una hora, dos horas y tres horas. En muchas ocasiones, esta mujer no ha tenido problemas previos de diabetes y es probable que al finalizar su embarazo se recupere el nivel de glucosa. Sin embargo, es cierto que las posibilidades de padecer diabetes gestacional son mayores en los casos de problemas familiares de obesidad y diabetes. El bebé de la mujer con diabetes gestacional suele ser mayor de lo habitual y si no ha nacido antes de la semana 40 del embarazo se produce el parto. Si se detecta este problema, la mujer tiene que adaptar los hábitos alimenticios a la vez que se recomienda realizar ejercicio más a menudo para controlar mejor los niveles de glucosa en sangre. En general, las características de la dieta deben ser:
A partir de estas pautas se elaborarán menús semanales adaptados a las costumbres de cada mujer. Siempre con una dieta personalizada. Siguiendo estos consejos, es posible controlar los niveles de glucosa en sangre realizando un ejercicio físico ajustado a las circunstancias. Si con estas dos medidas no se controla la enfermedad, será el momento del tratamiento de la insulina, pero siempre por decisión médica. |