Salinas de Añana, de negro a blanco

Parajes solitarios, verdes en invierno y no tanto en verano y otoño. Pequeños valles rodeados de montes no muy altos, pequeños pueblos históricos y estrechas y sinuosas carreteras. Noroeste de Álava. A lo largo de los años está Salinas de Añana, pueblo de la sal. La sal enriqueció en el pasado y tiene futuro.
Salinas de Añana, de negro a blanco
01/02/2006 | Kortabarria Olabarria, Beñardo | Elhuyar Zientzia Komunikazioa
(Foto: B. Cortavientos)

El diapiro es el protagonista principal del valle: una enorme bolsa de sal oculta bajo el suelo. Cuando el agua de lluvia entra en el suelo atraviesa el diapiro y disuelve las sales subterráneas. En consecuencia, afloran en el valle manantiales con abundante sal. Este agua tiene 210 gramos de sal por litro, 50 veces más que el agua de mar. El sol, el viento y la sal hacen que el agua se evapore y se quede sal.

Los trabajadores de la sal llevan miles de años evaporando el agua en estas eras. Para muchos expertos, Salinas de Añana puede ser el municipio más antiguo de Euskal Herria. Las primeras noticias escritas sobre la actividad salina de Añana datan del año 822. Al principio parece que las salinas tenían propiedad privada, pero con el tiempo llegaron a ser propiedad de los señores. Los propietarios iniciales se vieron obligados a adaptarse a las nuevas formas de explotación. En el año 1137, el rey Alfonso VII estableció las bases jurídicas para estructurar el monopolio de la sal, de manera que teóricamente el producto se distribuyera mejor y mejor. XIII. En el siglo XVIII la corona extraía gran cantidad de dinero del comercio de la sal, bien porque explotaba directamente las salinas, bien porque las donaba en régimen de alquiler.

La sal lo hace todo en su valle blanco.
B. Corcho

Según los restos encontrados, se puede decir que, al menos a partir de la Edad Media, las eras de obtención de sal se distribuían por todo el valle, partiendo del manantial principal. Las eras sólo estaban colocadas en la parte baja de las laderas, en las zonas de menor pendiente. Por lo tanto, las eras se ajustaban a la orografía. Colocar o no eras que condicionaran los montes y la dirección del agua. En la actualidad se podría hablar de explotación sostenible.

Por el camino de la productividad

La corona sacaba una gran cantidad de dinero a costa de las salinas, pero quería más; sabía que se podía sacar más sal de la que salía del valle salado. Así, en 1801, puso en marcha un plan de desmantelamiento y creación de nuevas infraestructuras. Los objetivos de la reforma eran obtener más y mejor sal. Para ello, la mayoría de las eras viejas fueron destruidas y construidas nuevas. Sólo sobrevivieron aquellos que podían coincidir con las innovaciones técnicas. A partir del año 1814 se devolvió a cada propietario la libertad de recoger y vender la sal a su gusto para competir en el mercado. El comercio de sal cobró gran importancia ya que se empezó a utilizar para mantener los alimentos en buen estado.

El uso del cemento supuso el declive de la industria salina.
B. Corcho

XX. A principios del siglo XX la sal seguía siendo negocio, pero no sólo en Salinas de Añana. En algunas zonas costeras también se estaba produciendo sal. Se trataba de nuevas producciones, con grandes ventajas técnicas y, por supuesto, con una gran cantidad de sal extraída y vendida.

Los alaveses se empezaron a sacar el máximo partido a las salinas. Al margen de las técnicas habituales de elaboración de las eras, comenzaron a utilizar el cemento. El cemento se utilizó, por un lado, para la construcción de infraestructuras y, por otro, para aumentar la producción, ya que colocaban el propio cemento sobre las eras.

La producción creció mucho, ya que las eras eran más fáciles de construir y la sal se recogía más fácilmente. No sólo eso. Hasta que se empezó a utilizar el cemento, en Salinas de Añana se obtenía una sal marronácea, de color madera y arcilla, y con cemento blanco. Pero la innovación fue el comienzo de la agonía.

La sal se recoge bajo las eras.
B. Corcho

La sal afecta a casi todos los materiales y el cemento se deterioraba con las duras condiciones del valle y se agrijaba. A veces se podía tapar y solucionar el problema, pero muchas veces, cuando la grieta era demasiado grande, se colocaban nuevas capas de cemento de reparación sobre las eras.

Al aumentar el peso se añadía el riesgo de caída de toda la estructura. Entonces era obligatorio retirar todas las capas de cemento. Al retirar el cemento se eliminaban también los cantos que llevaban pegados. No reciclable. También se generaron numerosos escombros, pero el personal de las saleras no los sacaba, ya que además de ser difícil era caro. XX. A partir de mediados del siglo XX --desde los años 60 -, el negocio de la sal decayó. El valle salado se ennegreció. Tras 40 años de historia, las salinas se convirtieron en grandes cementerios cementeros. Actualmente sólo 150 eras se explotan en Salinas de Añana. Sólo trabaja un trabajador, el resto lo abandonó hace tiempo.

Sin embargo, el valle salado no ha perdido la esperanza de volver a ser lo que fue. El 'Proyecto de recuperación integral del Valle Salado' está en vigor tras la decisión de que la belleza excepcional del valle es algo que hay que preservar. En colaboración con las instituciones de la Comunidad Autónoma del País Vasco y Álava, un grupo de expertos multidisciplinares ha abordado la recuperación de las salinas. Se han realizado estudios arqueológicos, arquitectónicos, socioeconómicos, ambientales, etc., todo ello con el único objetivo de recuperar, individualmente, las 5.500 eras del valle.

Nacedero de Santa Engracia, principal del valle.
B. Corcho

Llevan ya cinco años trabajando y han recuperado una pequeña parte. Al finalizar los trabajos, dentro de 20 años, muchas de estas eras retomarán la producción de sal. Claro, desde el punto de vista económico, la producción de sal no será rentable, ya que no competirá en el mercado, pero devolverá la vida al valle, al valle salado vivo.

Noticias
¿Cómo son las saleras?
Se habla de las sales como si fueran una sola cosa. Y así son, pero dentro de toda la estructura hay varias diferencias que se pueden diferenciar bien. La fusión de todos es como Salinas de Añana.
Manantiales primero
(Foto: B. Cortavientos)
Por supuesto. Ahí están las materias primas: agua y sal. Aunque el valle cuenta con más manantiales, las salinas son cuatro. El principal es Santa Engracia. Se encuentra en un extremo del valle, al sur, muy cerca del lugar de nacimiento del río Muera. Es un agujero rectangular en el suelo, promovido por una estructura de madera. La salmuera sale casi hasta fuera. El manantial de Fuentearriba se encuentra al este del valle, rodeado de arcillas impermeables y en forma de charco. Los otros dos manantiales son La Hontana y El Pico, menores que los dos anteriores.
Red de distribución
(Foto: B. Cortavientos)
Red de canales de conducción desde los manantiales de Gesala a las eras. La red de canales está formada por canales de madera denominados Royo. El recorrido comienza en el nacedero de Santa Engracia, con un único cauce. La salmuera se lleva a un único pozo. Posteriormente se divide en dos a ambos lados del río Muera. Cada una de ellas también se divide en dos, y las sucesivas… hasta llegar a todo el valle. Los apoyos de los cauces son de todo tipo. En algunos tramos se colocan en eras, en otros en el propio suelo, y también hay estructuras de madera realizadas específicamente para conseguir la conexión entre pendientes.
Pozos de recogida
(Foto: B. Cortavientos)
Aunque la sal de las eras se podía consumir a cualquier hora del día, los salineros tenían un horario para tomar la salmuera. Por ello, para poder almacenar la sal disponían de pozos o depósitos. En invierno se llenaban a menudo para realizar labores de producción en verano. Los pozos suelen estar a veces al aire libre, otros son los que se utilizan en las puertas de riego, construidas bajo la era, y para calentarse, es decir, los pozos construidos para que la salmuera se caliente antes de dejarla en la era. En los pozos de calentamiento la salmuera se calentaba antes de dejarla en la era.
Eras
(Foto: B. Cortavientos)
Tablados horizontales a distintas alturas. La salmuera se deja sobre las eras. El sol y el viento evaporan el agua de la salmuera y sobre la era queda la sal. Cada conjunto de eras contiene todos los elementos necesarios para la producción de la sal: entrada de la salmuera, pozos de recogida, la propia era y el almacén de la sal. Para la realización del tablado se realiza primero una estructura de madera. Sobre él se colocan las tablas, recubiertas de arcilla, y a los lados se acumulan los apés y piedras de madera para evitar que la estructura se derrame. Sobre la arcilla se colocan los cantos para finalizar la era. Cuando se empezó a utilizar el cemento se echaba sobre los cantos.
Los grupos de eras forman las granjas, es decir, la zona que trabaja un solo operario. Con el tiempo, claro está, los límites de estas zonas han ido cambiando y hoy en día es difícil distinguir qué era y qué no.
(Foto: B. Cortavientos)
Almacenes de sal
Se encuentran situados bajo las eras. La sal se vierte por unos orificios situados arriba, hasta llenarlos. Lo tienen allí hasta el día que van a transportar.
Haciendo sal
Hoy en día sólo queda una persona que fabrica sal en Salinas de Añana, pero antes fue la tarea principal de la población. El trabajo comenzaba con la primavera. Primero había que reparar las eras porque algunas caían o porque las lluvias de invierno, las nevadas y las heladas azotaban a otras.
Una vez reparadas las eras y los cursos de agua, se destinaba sal a la era. La era se llenaba, se movía, se mojaba, se recogía y se almacenaba. Si el sol, sobre todo, y el viento, ayudaban, el agua se evaporaba un par de veces al día y por cristalización aparecía sal. Se dejaba en el almacén y se reanudaba el ciclo.
Kortabarria Olabarria, Beñardo
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Medio Ambiente; Historia; Geografía; Geología
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