El Aquarium de San Sebastián no es el más grande del mundo, pero es un museo marítimo con 300.000 visitantes anuales. Además, en diciembre de 2008 ha abierto nuevas instalaciones. La visita al Aquarium tiene una duración aproximada de dos horas, con un recorrido de casi dos kilómetros. Pero el tamaño de un acuario no es sólo el que ve el visitante. En esta parte no visible por el visitante se encuentran, por un lado, los lugares para realizar trabajos de investigación y, por otro, los lugares para el tratamiento adecuado de los animales enfermos.
En el marco de la investigación, en el propio Aquarium crecen algunas especies. Una de ellas es la Gatuarrain, donde se ponen los huevos, los obreros los recogen, los colocan en un pequeño acuario, controlando la temperatura y los niveles de oxígeno, y en esta situación los peces nacen cuando rompen los huevos.
Sin embargo, la mayoría de los peces son más difíciles de cultivar. Las especies típicas de los cultivos cantábricos tampoco son fácilmente cultivables en el Aquarium. Las doradas, por ejemplo, crecen en viveros tradicionales para su consumo. Pero en el Aquarium no lo pueden hacer porque necesitarían más dedicación y un lugar especial.
Sin embargo, otro de los objetivos de la investigación es probar los peces y acuarios que van a exponer antes de su exposición al público. Por ejemplo, antes de mostrar la última innovación pública, pasan meses haciendo pruebas.
Uno de los once nuevos acuarios instalados ha sido el manglares, un acuario de agua templada de 18 metros de longitud. Debido a su gran tamaño, no podían suministrar pocas especies. Se han incluido aproximadamente 20 especies de peces, entre ellas peces murciélagos, peces del género Caesio y otros.
El acuario fue montado en febrero de 2008 y a partir de marzo comenzaron a introducirse lentamente. El objetivo no era sólo probar si cada especie podía sobrevivir o no, sino también analizar las relaciones entre especies. Es imprescindible seguir la interacción entre especies que conviven en un acuario. En el caso del manglares del Aquarium, el resultado ha sido satisfactorio, por lo que han podido visualizar este nuevo acuario.
En el mantenimiento diario, una de las funciones de los técnicos es el control de los microorganismos nocivos presentes en el agua. Tratan el agua con luz ultravioleta para acabar con las bacterias. Posteriormente se filtra y se introduce en los acuarios. Sin embargo, esto no siempre garantiza la entrada de parásitos, por lo que a veces los peces enferman.
Cuando esto ocurre, los ejemplares enfermos se ponen en cuarentena donde no están visibles. En el interior de las instalaciones del Aquarium disponen de quince grandes acuarios y varios pequeños donde se realizan los tratamientos de los peces.
No obstante, el seguimiento de los peces no se realiza únicamente en instalaciones ocultas. En ocasiones, las especies que se encuentran a la vista de los visitantes también suelen sorprender.
Una de esas sorpresas se produjo en el gran oceanario del Aquarium, un gran acuario con un túnel. Allí hay más de cuarenta especies, la mayoría del Cantábrico. Hasta hace pocos años, entre ellos se encontraban los capítulos, peces muy espectaculares, que tuvieron que retirar. El tamaño y las condiciones del acuario no eran adecuadas para ellos, por lo que tuvieron que suspender el espectáculo.
En estos casos la parte ética tiene fuerza a la hora de tomar decisiones. En palabras de Xabier Lasaga, responsable de marketing del Aquarium: "yo, desde el punto de vista del marketing, traería muchos tiburones, tortugas terribles, etc. Pero, al menos en ese sentido, hay que cuidar el aspecto ético. Por ejemplo, con las tortugas; en el Aquarium de San Sebastián tenemos tortugas bastante pequeñas porque seguimos una filosofía. Estas tortugas nos vienen en invierno, la mayoría con infecciones o tras caer en las redes de pescadores. Y nosotros en el Aquarium tenemos siete/ocho meses. Después, vamos a La Rochelle, donde marcamos y soltamos. En definitiva, esa es nuestra filosofía: realizar trabajos de investigación y conservación, y crear una pequeña conciencia en la gente".
Sin embargo, la mayoría de las especies del Aquarium no son enfermas o llegan después de caer en las redes de pescadores. Normalmente llegan a los acuarios mediante intercambio o compraventa.
Existe una gran relación entre los acuarios de toda España y con los franceses. Los donostiarras tienen a su disposición peces del Cantábrico; cuando otro acuario quiere o necesita estas especies, ofrece otras especies y se crea la posibilidad de intercambiar peces.
Los responsables del Aquarium de San Sebastián mantienen una estrecha relación con el acuario de Biarritz. De ahí, por ejemplo, trajeron el tercer tiburón, durante su estancia en obras en Biarritz. Este tipo de beneficios son habituales entre los acuarios.
Sin embargo, es necesario el comercio de pescado. Este es el sistema más común para la obtención de nuevas especies y existe un gran mercado para los acuarios.
Los peces más caros son los tropicales. En Europa, los Países Bajos son los principales proveedores. Allí mismo crecen los peces tropicales, donde los responsables del Aquarium donostiarra los compran. Por ejemplo, han comprado muchas especies tropicales para la última renovación. Los más caros no han sido peces, sino nautilus. No es habitual que los nautilus se vean en los acuarios, que han sido expuestos en el último acuario de la visita al Aquarium de San Sebastián como espectáculo especial para finalizar la visita.
También han traído otros muchos peces tropicales, como el famoso pez payaso, vacuno, lápiz, etc.
Y a veces es más difícil que comprar pescado. Las meten en bolsas de plástico y llenan las dos o tres cuartas partes de la bolsa con agua. Es importante no dar de comer a los peces durante el viaje. De lo contrario, si se defienden después de comer, pueden morir comiendo. El viaje se realiza en avión, ya que deben llegar al Aquarium en un solo día. Por otro lado, aunque parezca contradictorio, deben traer los peces lentamente para que no se estrenen. Por tanto, el transporte de peces tropicales es una actividad muy compleja.
Tampoco fue fácil traer tiburones. No pueden permanecer quietos. Por ello, se trajeron en tanques especiales, moviendo el agua constantemente mediante bombas. El agua entra por la boca del tiburón y sale de las branquias y, al respirar así, es necesario disponer de un sistema de este tipo en el transporte. Al agua hay que añadir el oxígeno, ya que la respiración del tiburón consume constantemente.
El Aquarium de San Sebastián recibe también la ayuda de los pescadores para abastecer a los peces del Cantábrico. Uno de ellos, Jokin Bidasagasti, trabaja especialmente para el Aquarium. Incluye congrios, morenas, lubinas, doradas, etc. del Cantábrico. Dependiendo de la temporada toma unos peces u otros. "En primavera, por ejemplo, es un buen momento para cazar sepias", dice Julen Etxeberria, biólogo del Aquarium. Pero también captura según las necesidades del Aquarium. Si falta algún pescado, le encargan ir a buscarlo.
También tienen relación con el resto de pescadores. Cuando encuentran algo especial lo llevan al Aquarium. "En una ocasión, por ejemplo, trajeron unos chicharros rojos africanos. No querían utilizarlos para pescar, por lo que algunos ejemplares que los trajeron al Aquiarium", explica Etxeberria. Sin embargo, este tipo de aportaciones no son habituales.
Sin embargo, el Aquarium está estrechamente relacionado con el puerto donostiarra. Está allí, por supuesto, y han tenido muchos años de relación. Ahora, en su última renovación, han querido rendir un pequeño homenaje al puerto y a sus pescadores y otros trabajadores. Por ello, han reservado un espacio en la exposición.
El Aquarium de San Sebastián está creciendo, no sólo en la parte visible para el visitante, sino también en la no visible. Veintiséis trabajadores, nueve de ellos biólogos, trabajan para mejorar un museo sobre el mar. Allí está, desde hace casi un siglo, en el extremo final del puerto de San Sebastián. Esperando visitantes.