La quiropráctica explora las relaciones existentes entre algunas enfermedades del cuerpo y el sistema nervioso que circula dentro de la columna. El tratamiento se realiza principalmente a través de las manos, realizando ajustes precisos y precisos en la columna vertebral. La cuenta es: “Aplicar una fuerza controlada con las manos en una vértebra que ha perdido sus posiciones y funciones normales, recuperando con ello la salud de la persona”, afirma Belen Sumyer, vicepresidenta de la Asociación Española de Quiropráctica.
¿Y cómo afecta la situación de la columna en nuestro bienestar? De hecho, en el interior de la columna se encuentra la médula espinal, y los nervios que salen de ella inervan la mayor parte de los órganos del cuerpo a través de los conductos que salen de los orificios intervertebrales, gobernando las funciones y sensaciones corporales.
Las vértebras pueden sufrir pequeños desplazamientos si se reducen estos orificios de salida de los nervios (pinzamientos), si se reducen los movimientos normales de las articulaciones (fijaciones) o si se produce una inflamación. Estas alteraciones estructurales de la columna pueden dar lugar a la compresión de los nervios, lo que ocasionará problemas neuro-musculoesqueléticos como dolor de cabeza, vértigo, mareo, asma o otitis, por citar las más frecuentes. Así son el 80% de los pacientes que acuden a la consulta de quiroprácticos.
Para la realización del diagnóstico, el profesional especialista en quiropráctica realizará un examen físico del paciente, para posteriormente realizar pruebas complementarias, según los casos: pruebas ortopédicas y neurológicas, termografía (distribución de la temperatura en el cuerpo humano), radiografías y, en su caso, análisis de sangre y orina.
Pero la especificidad de la especialidad radica en que, además de lo anterior, realizará un análisis estructural de la columna y de las articulaciones o articulaciones y una mirada biomecánica para detectar posibles alteraciones y establecer un ajuste o manipulación adecuada. Y por supuesto, si el caso lo requiere, el especialista en quiropráctica enviará al paciente a otro médico.
Hoy en día la especialidad no es nada conocida entre nosotros. Como denuncia Belen Sumyer, “todavía no hay facultades especiales, la mayoría de los quiroprácticos son extranjeros, y los de aquí tienen que ir al extranjero si quieren cursar sus estudios con éxito”.
En muchos otros países (Inglaterra, Dinamarca, Suiza, Noruega, Finlandia, EEUU, Canadá...), sin embargo, la quiropráctica es una especialidad médica legalmente establecida, que ocupa su lugar e importancia en los sistemas sanitarios locales. No obstante, este vacío legal también puede provocar intrusismo, por lo que les recomendaría que lo pongan a disposición de profesionales debidamente cualificados.
En países consolidados como especialidad médica, la quiropráctica ofrece excelentes resultados. En la actualidad se considera una alternativa al tratamiento farmacológico y a la cirugía, siendo una vía muy adecuada para ahorrar dinero para los sistemas sanitarios.
Según estudios realizados por compañías de seguros estadounidenses, la quiropráctica reduce el coste sanitario en un 45-50%. Pero además de las razones económicas, en comparación con los tratamientos convencionales, a menudo consigue evitar la cirugía y el ingreso hospitalario, con tiempos de baja laboral a la mitad.
La quiropráctica aparece, por tanto, como una zona de gran potencial y posibilidades para las ciencias de la salud. “Es un tratamiento conservador, no agresivo. Es capaz de detectar y corregir no sólo los problemas biomecánicos de la columna vertebral que afectan a la salud, sino también de prevenirlos. Ofrece una alternativa a la medicación y la cirugía, dejando libre el uso posterior de otras técnicas curativas.