Como se ha comentado en la introducción, son muchas las enfermedades que pueden dar lugar a una lumbalgia (más de 300 se contabilizan como causas posibles), pero en la mayoría de los casos la lumbalgia se debe a enfermedades degenerativas, anomalías congénitas, reumatismos en partes blandas y problemas del disco intervertebral.
La aparición del dolor, su ritmo y la duración del suceso nos proporcionan datos fiables para determinar las causas que provocan la lumbalgia.
Cuando hay una hernia discal o el anillo fibroso interno sale fuera por deterioro del disco, el dolor se irradiará a una de las extremidades inferiores (en muy pocos casos a ambas), casi siempre por detrás de la pierna y en algunos casos llegando hasta los dedos. El dolor no siempre desaparece con el descanso y cualquier movimiento que suponga un aumento de la presión abdominal, como la tos, incrementará las molestias.
Cuando hay estenosis o estrechamiento del canal de la médula espinal, la sintomatología suele ser algo especial: además de la lumbalgia, al caminar se siente dolor y pérdida de fuerza en muslos y piernas, calambres, hormigueos… son síntomas que mejoran al agacharse la columna.
Estos pacientes suelen tener dolor al caminar de pie y a menudo se ven obligados a parar. Cuando van sobre una bicicleta no tienen ningún síntoma, ya que en esa posición la columna va flexionada. La lumbalgia mecánica, producida por una contracción muscular o por alteraciones en los tendones o ligamentos, desaparece normalmente en quince días. Si duran más de seis semanas, debemos empezar a pensar que el paciente tiene otra enfermedad, normalmente alguna patología del disco intervertebral.
Hemos visto que las causas de la lumbalgia son muchas y diferentes. Por ello, la historia clínica adecuada y la exploración física directa del paciente son fundamentales para la correcta realización del diagnóstico.
Una vez realizado el diagnóstico comenzaremos con el tratamiento. Muchas veces la enfermedad que produce lumbalgia, como la artrosis, la espondilosis o la hiperostoria, no tiene tratamiento curativo, ya que son procesos crónicos o degenerativos. En estos casos el tratamiento se orientará a aliviar el dolor, mantener la movilidad y reducir la inflamación.
Desde siempre los médicos hemos recomendado el descanso para tratar la lumbalgia y es posible que en algunos casos, al menos al principio, sea recomendable. Sin embargo, en los últimos años se ha observado que mantener una cierta actividad palia los síntomas y facilita la recuperación.
Evitar pesos elevados y mantener posturas forzadas durante largos periodos de tiempo. Evitar desplazamientos prolongados y realizar movimientos bruscos. Moverse, pasear, realizar actividades cotidianas (en la medida de lo posible) son las medidas que pueden ser positivas en el proceso de curación de la lumbalgia. No obstante, en casos especiales (hernia del disco o infecciones por ejemplo) el descanso será obligatorio y necesario.
El desarrollo diario de un programa especial de ejercicios para la columna vertebral es la forma más eficaz de conseguir la recuperación, mantener la movilidad y la flexibilidad y evitar las recaídas. Son muy adecuadas en casos de lumbalgia crónica y se pueden realizar en casa. El calor local (calentando un trapo seco o mediante una manta eléctrica) también tiene muy buenos resultados, sobre todo para liberar contracturas musculares.
Los tratamientos de quiroprácticos y masajistas son actualmente muy discutidos. En un reciente estudio realizado en los EE.UU. se realizó una comparativa entre el tratamiento de médicos generales, traumatólogos y quiroprácticos, sin diferencias en la evolución de los pacientes respecto a los resultados.
Prevención, si es posible