Para hacer frente a este problema, la mayoría de los aeropuertos del Estado disponen de un velero entre sus instalaciones. El objetivo de los negros es mantener las poblaciones de aves fuera del entorno del aeropuerto. Los halcones son aves rapaces, y basta con tenerlos en el aeropuerto para limitar los movimientos de los pájaros, que se alejan de la zona.
La labor del servicio de halcón es preventiva, es decir, también trabaja en caso de ausencia de aves en el aeropuerto. Mediante vuelos, los halcones delimitan su territorio y muestran sus presas.
Han probado otros sistemas de base tecnológica –acústicos, pirotécnicos y luminosos–, pero todos ellos con peores resultados que los halcones. De hecho, los aeropuertos son muy atractivos para las aves: pueden encontrar tranquilidad, espacio libre que se puede cuidar de lejos y alimentos; y estos atractivos son más fuertes que las alarmas y molestias que pueden causar las soluciones tecnológicas en los pájaros. Con el tiempo, las aves se acostumbran a estas soluciones tecnológicas y los sistemas pierden efectividad, sobre todo si se utilizan en exceso. Pero a los pájaros no les es posible acostumbrarse a sus predadores. La naturaleza es una cuestión de supervivencia y los halcones siempre mantienen dominado su campo de caza.
Los vuelos en velas se controlan durante todo el día con un horario prefijado, con el fin de crear un estado de alerta permanente en los pájaros. También se atienden de forma inmediata los avisos que se puedan recibir desde la torre de control o desde el centro de operaciones del aeropuerto. La silueta del halcón visible en el cielo del aeropuerto es el espantapájaros más eficaz que se puede imaginar. Sin embargo, los halcones no actúan sobre las pistas, sino en las proximidades, y las torres de control sólo entran en las zonas de seguridad una vez autorizadas. Y no se captura apenas pájaro, sobre todo se genera miedo.
Los halcones de los aeropuertos son de origen prisionero y todos tienen una ficha de identificación. Desde su nacimiento, se lleva a cabo un proceso de educación para que las virtudes naturales de los negros puedan ser utilizadas para los fines del trabajo del aeropuerto. En primer lugar, el halcón tiene que acostumbrarse a estar con el halcón: más que rivales o competidores, el halcón debe ser considerado protector y amigo. Para conseguirlo, el halconero regula la comida, regula el ejercicio físico y proporciona comodidad al halcón durante el descanso.
En gran medida, debido a su instinto natural, la relación con el halconero genera amistad, lo que constituye una garantía de seguridad y alimentación para el halcón. En el campo, siguiendo los pasos que da el halcón en el suelo, el halcón vuela libremente. Esta es la forma de entender la colaboración tradicional de la cetrería: el halconero suele levantar la caza cuando va a pie y el halcón, aprovechando la ventaja que le aporta la altura, practica desde el aire una caza beneficiosa para ambos. La necesidad de comer le empuja a volar, pero pocas veces encuentra a su presa volando, pero sí en manos del educador. Y es que el objetivo no es que el halcón cace aves, sino que las separe.
Cuando el halcón caza es importante dejar que el halconero se acerque. Y es que el velero no dejará el halcón en ayunas, pero tiene que regular la comida. Y el alimento que le ofrece el halconero es a menudo mejor que el de la caza. De hecho, el halconero suele llevar piezas de caza de escape o anzuelos que suelta en el campo para que el halcón "cace" en todas las salidas, sin perder su capacidad de ataque y cazador. Se convertiría en un pájaro de jaula acostumbrado a recoger comida gratis.
Al salir de su campo y llegar al trabajo, los halcones se cubren con un gorro. Para ello hay que acostumbrarse a llevar el halcón puesto en el proceso educativo. Esta costumbre evita muchos riesgos, ya que, sin gorros, los estímulos ópticos pondrían los halcones muy nerviosos y luego no volarían como debiera, ya que la visión de los negros es extremadamente sensible.
Cada día, antes de volar, controlan el peso de los halcones para asegurarse de que están en plena forma de volar; dependiendo del tipo y sexo, los halcones pesan entre quinientos gramos y un kilo y trescientos gramos. Sin embargo, no todos los halcones son iguales y no todos sirven para lo mismo.
Se analizan en primer lugar las poblaciones de aves en los aeropuertos y se seleccionan los tipos de halcón y las técnicas de caza más eficaces en función de las especies potencialmente problemáticas. En los aeropuertos costeros, por ejemplo, las gaviotas se rodean cuando hace mal tiempo para descansar. Para este caso lo ideal es el halcón norte, que con su fuerza ahuyenta las gaviotas. El halcón Harris, por su parte, es muy hábil en la caza de conejos, liebres y pequeños animales terrestres, así como en la movilización de los saldos de aves en reposo, especialmente en persecuciones cortas y cortas. También existen halcones híbridos que combinan virtudes de diferentes especies.
El servicio de halcón comienza cuando el aire fresco de la mañana empuja a las aves a volar y termina al anochecer cuando disminuye el riesgo de aves. De hecho, con la puesta de sol las aves descansan y en la zona del aeropuerto se garantiza la seguridad al tráfico aéreo.