Se trata de una enfermedad que pasa de una persona a otra por medio de un virus, aunque está extendida por todo el mundo, tiene una incidencia diferente de un país a otro. Es importante tener una alta incidencia, pero aún es más importante tener en cuenta que entre un 5% y un 10% de los pacientes evolucionarán hacia una enfermedad crónica. En definitiva, son estas enfermedades crónicas las que mantienen y amplían en gran medida la enfermedad. Además, no hay que olvidar que el 40% de los pacientes crónicos que llegan a la madurez van a morir por enfermedad: enfermedad hepática crónica, cirrosis o carcinoma de la célula hepática.
En la actualidad esta enfermedad no tiene un tratamiento eficaz y sólo puede controlarse por el momento mediante medidas preventivas a nivel comunitario. En los últimos años, los agentes etiológicos de esta enfermedad se han ido conociendo en su totalidad, desarrollando medidas eficaces para erradicar la enfermedad. Una de estas medidas es la del txertuga. La ruptura de la cadena epidemiológica del virus de la hepatitis B a través del cheru.
El virus de la hepatitis B es el Hepadnabirus (virus ADN), con capacidad de penetración en la célula hepática y que puede causar hepatitis.
A este virus se le unen varios Antígenos (Ag) y Anticuerpos (Ac) (Tabla 1). Las explicaciones de estos antígenos y anticuerpos en el cuerpo de las personas ayudan a conocer el estado de salud actual (enfermedad aguda, portador...).
Para este virus humano no se conocen animales reservorios o vectores. El reservorio real de esta enfermedad es una persona contaminada, es decir, una persona en edad de incubación, en fase aguda de la enfermedad o en situación de portador crónico. La edad o el sexo no tiene importancia en la transmisión de la enfermedad.
Esta enfermedad se transmite principalmente por contacto con la sangre de las personas infectadas o con otros fluidos corporales. El riesgo es para cualquier persona, pero sobre todo para aquellas que se ponen en peligro este contacto todavía tienen más. Así, las relaciones sexuales, la inyección de drogas venosas, la transmisión por nacimiento (madre a hijo) pueden ser algunas de las formas más conocidas de extender esta enfermedad.
La infección por el virus de la hepatitis B puede pasar de una persona a otra a través de otro líquido contaminado de sangre o cuerpo.
Entre las vías de transmisión destacan:
Sin embargo, a un porcentaje de pacientes con hepatitis B no se le identifica ningún factor de riesgo.
La infección por el virus de la hepatitis B puede ser asintomática (en más de un 50% de los casos) o sintomática. Una persona con infección aguda de la hepatitis B, con o sin síntomas, puede convertirse en portadora crónica de la enfermedad.
Para identificar a una persona como portadora crónica, el análisis de sangre realizado en al menos dos ocasiones (guardando un periodo de seis meses) deberá proporcionar Ag HBs (+) o bien Ag HBs (+) y IgM Anti HBc (-) una única analítica. (Tabla 2)
Aunque la conectividad de los portadores está relacionada con la positividad de HB Ag, siempre que este portador pueda potencialmente contaminar a otro.
La probabilidad de que una persona se convierta en portadora crónica es mayor si sufre una enfermedad en los primeros años de vida. Así, si se padece la enfermedad en niños recién nacidos tiene la probabilidad de convertirse en portadores crónicos en un 90-95% de los casos, si son menores de 5 años en un 25-50% en casos y en personas adultas en un 6-10%. Sin embargo, las personas inmunodeprimidas tienen un mayor riesgo de enfermedad para siempre.
En muchos portadores crónicos no aparece ningún signo clínico, pero a largo plazo estas personas tienen mayor riesgo de cirrosis hepática o cáncer. Especialmente los que se encuentran dentro de este grupo son los que en gran medida transmiten la enfermedad, por lo que el portador debe ser considerado siempre como una persona que puede contagiar a otra persona.
La medida más eficaz contra la hepatitis B es la vacunación. Por ello, en Nafarroa Garaia, desde el año 1993, a los niños recién nacidos y a los alumnos de 7º de Educación Primaria se les ofrece la vacunación contra la hepatitis B.
La primera dosis se administra a los niños recién nacidos antes de salir del Hospital, en la mayoría de los casos el cuarto día después del nacimiento. La segunda y tercera dosis se coloca en el Centro de Salud correspondiente a cada zona.
A los alumnos de 7º de E.G.B. se les coloca nuevamente en el centro correspondiente.
Además de los dos grupos citados y a partir del año 1994, otros personajes también son invitados a participar en la Hepatitis B. La vacunación se recomendará sobre todo a las personas con alto riesgo o en los siguientes casos:
Inyección intramuscular del chérito contra la hepatitis B. A los niños y a las personas adultas se les coloca en el músculo deltoide y a los recién nacidos en el músculo del prefijo de la oreja. Parece que a los adultos se les reduce la inmunogenicidad colocándolos en el glúteo, ya que en muchos casos se sustituye por un tejido adiposo en lugar de colocarlos en el músculo.
Modelo de inserción
A niños y personas adultas se les inyecta en tres inyecciones. El segundo y seis meses después de la primera dosis (0, 1 y 6 meses).
Las dosis recomendadas serán diferentes. Así habrá que tener en cuenta el producto o la edad del receptor o el estado de los Ag HBs de la madre en los recién nacidos. A los hemodializados e inmunodeprimidos, por ejemplo, se les aconseja más o más dosis.
Si el Chuso contra la Hepatitis B se combina con otros caries, hasta ahora no ha producido ninguna interferencia en la fabricación de anticuerpos.
Si por cualquier motivo la vacunación cesara después de la primera dosis, la segunda se pondrá lo más rápidamente posible. En consecuencia, entre la segunda y la tercera dosis deberá mantenerse un periodo mínimo de dos meses. Si la dosis que se retrasa fuera la tercera, se repondrá cuando convenga.
Este cariño contra la hepatitis B no causa daños derivados. No obstante, entre los niños y adultos que han contraído el chulo se han descrito algunos efectos secundarios, de manera que en algunos casos (entre el 3 y el 29%) el lugar de la inyección suele ser dolor o en menor medida (entre el 1 y el 6%) la fiebre es superior a 37,7 ºC.
Tras la inserción, en algunos casos se recomienda la realización de marcadores como: Ag HBs positivo para el recién nacido de madre, enfermos de diálisis, receptores de drogas en espera, VIH(+) y parejas de portadores crónicos.
Estos marcadores deben realizarse entre un mes y seis meses después de su inserción. En esta analítica se recomienda que los títulos de Anti-HBs sean inferiores a 10 UI/L.