Del cielo al espacio

Carton Virto, Eider

Elhuyar Zientzia

Este año hemos celebrado el Año Internacional de la Astronomía, en el que se cumplen cuatrocientos años desde que Galileo miró por primera vez al cielo con un telescopio. Claro, la pasión por saber qué era el cielo no surgió entonces. Antes que él, otros muchos pasaron horas mirando al cielo, tratando de comprender y explicar lo que allí veían arriba. Desde tiempos de Galileo, sin embargo, los seres humanos hemos tenido la oportunidad de mirar no sólo al cielo, sino también al espacio, y cuatrocientos años después somos capaces de ver el universo más profundo.

Hemos retrocedido prácticamente hasta la creación del universo gracias al poder que nos han dado los descendientes del telescopio. XXI. En el siglo XX, el hombre es capaz de recibir señales de enorme antigüedad e interpretarlas e integrarlas en las teorías científicas del cielo. A Galileo les encantaría, seguro, Hubble, Spitzer, Chandra, Planck, y los grandes telescopios que hemos construido en las puntas de los volcanes y.

Estas herramientas exploran, cada vez con mayor detalle, el espacio visible y lo que los ojos humanos no pueden captar, a una escala cada vez más amplia. En breve se incorporará a la lista un miembro del Gran Telescopio Milimétrico de México, el más grande del mundo de este tipo, que se ha traído a esta revista. El telescopio mexicano recogerá información que llega en longitudes de onda milimétricas desde el espacio, abriendo un nuevo campo al mapa espacial, ya que sólo el 0,01% del cielo ha sido explorado por los astrónomos en ondas milimétricas hasta la actualidad.

El nuevo telescopio buscará comprender mejor la formación de estrellas y galaxias. De hecho, cuatrocientos años no han pasado inútilmente, pero igual pasan para comprender plenamente las leyes que gobiernan el espacio y el universo. ¿Qué pensaría Galileo sobre los agujeros negros, la materia oscura, la expansión acelerada del universo, la teoría irritada de todo? Gracias a la astronomía (y a la física), ahora tenemos la oportunidad de disfrutar del cielo y del espacio, y no es un lado vacío. Merecía la pena celebrarlo.

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