Efecto placebo

Carton Virto, Eider

Elhuyar Zientzia

En latín, la palabra placebo significa “te encantaré” y difícilmente se puede explicar mejor cómo se ha interpretado mejor el placebo en medicina. Tampoco es más significativo el nombre que los médicos hicieron de los remedios falsos.

Hoy en día, el placebo es un tratamiento que no contiene sustancias efectivas y que sin embargo, produce una mejora en el paciente. Y a diferencia del siglo dieciocho, los médicos y los científicos le observan con credibilidad. De hecho, algunas sesiones clínicas y experimentos han demostrado, por un lado, que el efecto placebo es real y, por otro, que no es un mero efecto psicológico, sino que tiene efectos fisiológicos medibles.

Según los datos recopilados, el efecto placebo tiene su esencia en el cerebro, pero la verdad es que no sabemos mucho sobre este efecto. No está claro cuál es el mecanismo de acción, ni las condiciones sensibles al efecto placebo, ya que no todas las enfermedades y los dolores son ni mucho menos sensibles al placebo. Hay hipótesis interesantes, pero la investigación del placebo todavía no ha dado teoría.

Al efecto placebo le faltan investigaciones e inversores que profundizan en el conocimiento, además de en el conocimiento. De hecho, con credibilidad sí, pero no se mira con pasión la investigación del placebo. Para la industria farmacéutica el placebo es el control para probar medicamentos y punto. No tienen ningún interés en adaptar las sesiones clínicas, ni en establecer vías para analizar el efecto placebo con mayor profundidad y fiabilidad; no tienen nada que ganar, invirtiendo ahí dinero y esfuerzos. Por otro lado, el efecto placebo no se considera hoy en día una herramienta terapéutica válida. Además, el uso del placebo genera problemas éticos tanto en la investigación como en la terapéutica.

Sin embargo, el efecto placebo puede ser mucho más que algo de mero interés académico. Conocer cómo puede afectar a las personas por algo que no tiene una sustancia eficaz puede enseñarles mucho sobre el ser humano, y este conocimiento, bien gestionado, puede ser un buen aliado en un sistema sanitario que priorice a las personas.

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