La forma de entender la muerte no es antigua. Junto a los grandes avances de la medicina que han revolucionado la calidad de vida y nos han permitido alargar notablemente la vida, en nuestro país se ha impuesto una cultura que ha dado la espalda a la muerte. Hemos ido ganando herramientas técnicas, pero hemos ido perdiendo herramientas sociales y emocionales para tratar la muerte. El reportaje principal de este número se titula "De la muerte, sin tabúes" con ganas de afrontar un tema difícil.
El médico forense Luis Miguel Querejeta nos ha trasladado el aspecto más técnico de la evolución. Para él, los trasplantes han sido los que más han modificado el concepto de muerte en los últimos años. De hecho, para que los órganos se encuentren en el mejor estado posible para el trasplante, los parámetros fisiológicos del cuerpo deben conservarse dentro de límites normales, aunque la persona sea muerta. Esta exigencia ha incorporado al proceso de muerte criterios técnicos, éticos y legales específicos, así como dificultades en algunos casos. Y, desde luego, ha permitido a miles de personas seguir viviendo.
También hemos mirado la evolución del tabaco desde la profesión del médico, ya que además de vivir, los médicos también ayudan a morir. Las consecuencias de vivir negando la muerte son, además, muy evidentes en los hospitales: comportarse como si nada pasara, no querer hablar de la muerte, ni con el médico, ni con el propio enfermo, morir en un entorno extraño en lugar de en casa... "también estamos quitando al paciente la oportunidad de preparar su despedida", afirma el médico Félix Zubia, aunque cree que las cosas empiezan a cambiar.
A pesar de su dureza, la toma de conciencia sobre el valor de la oportunidad de la despedida puede catalizar la destrucción del tabaco. O un cambio en la forma de entender la muerte. Las primeras líneas del libro Unweaving the Rainbow de Richard Dawkins no son un mal punto de partida: "Moriremos y somos felices por ello. (...) Son más los granos de arena de Arabia las personas que podían estar por mi parte pero que nunca verán la luz del día (...) Sabemos que el número de personas potenciales que puede generar nuestro ADN es enormemente superior al número de personas realmente existentes. (...) Y aunque las oportunidades son tan escasas, tú y yo somos, en nuestra vulgaridad, los que estamos aquí".