Homeopatía: mala memoria del agua

Juan José Iruin

EHUko Polimeroen Zientzia eta Teknologia saila

Josu Lopez-Gazpio

EHUko Kimika Aplikatua saila

El 10 de abril, los homeopatistas celebraron el 261 aniversario del nacimiento de Samuel Hahnemann. La homeopatía fue inventada por el químico y médico alemán Hahnemann. A principios del siglo XX. Últimamente la homeopatía se ha convertido en un tema de debate y los científicos podemos y debemos aportar evidencias al debate. Para ello debemos entender cuáles son las bases de estas prácticas.
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Ed. Getty Images.

En 1810, la homeopatía se basa únicamente en unas normas reflexionadas por Hahnemann, publicadas en Heilkunde de Organon der rationellen. La regla básica de la homeopatía es la ley de semejantes: similia similibus curantur (similar curación). Según esta ley, una sustancia que produce ciertos síntomas en personas sanas podría curarse en una persona enferma. Por ejemplo, como el café produce insomnio, se puede invertir el efecto y utilizarlo para provocar el sueño.

Por causas aún desconocidas, Hahnemann escribió que para poder invertir el efecto la sustancia debía estar muy diluida. Muy diluido. Ahí entran en juego las diluciones tisulares hahnemannianas o las diluciones CH. De hecho, Hahnemann ha dejado por escrito que un remedio es tanto más efectivo cuanto más diluido esté. Según estas ideas, los homeópatas complementan sus preparaciones a partir de la denominada tintura madre, que puede ser una madre mineral o un extractivo vegetal. 1 La dilución CH se realiza tomando un volumen de tinta de la madre y diluyendo 99 volúmenes en agua. 2 La dilución CH se haría tomando un volumen de dilución 1 CH y diluyéndolo en 99 volúmenes de agua, obteniéndose así sucesivamente las diluciones típicas de los preparados actualmente en venta: 10 CH, 30 CH, 200 CH, etc.

Además, según Hahnemann, para que el remedio funcione, habría que batir con fuerza todas las diluciones (la sucusión). Finalmente, la solución así preparada se pulveriza sobre los granulados de lactosa y sacarosa, que son introducidos en recipientes para su venta en farmacias. Teniendo en cuenta que la disolución de una sola molécula de principio activo en el agua que entra en una esfera del tamaño del sol equivaldría a una dilución de 26 CH, es difícil entender que una enfermedad puede ser tratada por la pulverización de esta solución en los gránulos de azúcar.

Es cierto que Hahnemann tuvo un éxito inicial (la medicina de entonces no estaba muy desarrollada y podía ser peligrosa) y que la homeopatía se extendió con relativa rapidez por Europa. Sin embargo, durante los dos siglos siguientes, la medicina ha ido evolucionando en base a evidencias, ensayos clínicos y avances científicos, llegando a ser como es hoy en día. La homeopatía, sin embargo, no ha cambiado, sigue anclada en las normas que Hahnemann reflexiona. Ni qué decir tiene que ni Hahnemann ni sus contemporáneos conocían algunos de los aspectos sobre los que se sustenta la ciencia en la actualidad, como el número de Avogadro, que anulan todas las reglas de la homeopatía. Sin embargo, la homeopatía siguió intacta en el siglo XX. En los primeros años del siglo, gracias a la protección otorgada en Europa por los nazis y algunos senadores americanos, como Royal S. Copeland introdujo importantes enmiendas a la homeopatía en algunas leyes (Federal Food, Drug, and Cosmetic Act, 1938). Pero tras la Segunda Guerra Mundial, muchos científicos fueron quienes subestimaron los propósitos de la homeopatía.

Del pasado al presente

En 1988 la homeopatía retomó su andadura cuando la prestigiosa revista Nature publicó un artículo dirigido por Jacques Benveniste. En el artículo se detallaban una serie de experimentos sobre el proceso de activación que se produce en algunos glóbulos blancos por la acción de anticuerpos en determinados alérgenos, determinando que esta activación también se producía cuando los anticuerpos estaban en soluciones acuosas muy diluidas, similares a las homeopáticas y superiores al límite del número de Avogadro. Según los autores, el agua podría organizarse en torno al anticuerpo, tomando como modelo el anticuerpo, mediante una determinada organización molecular de enlaces de hidrógeno (los químicos los llamamos cluster).Y cuando el anticuerpo ya no está presente en grandes diluciones, el agua mantiene su estructura o "recuerda" su estructura, provocando la activación del glóbulo blanco.

Junto con el artículo, el editor, John Maddox, publicó una nota en la que expresaba su reticencia al artículo y que la comunidad científica lo publicaba para dar a conocer los errores del artículo. Además, el editor logró que Benvenist reconociera que un grupo independiente de investigadores hiciera experimentos en su laboratorio. El equipo de trabajo detectó numerosos errores de diseño, así como una gran falta de criterio crítico y corrección. Por todo ello, fue imposible repetir el experimento tal y como estaba. Sin embargo, para los creyentes de la homeopatía quedó definitivamente probada la capacidad del agua para recordar sustancias.

Ed. De archivo

El absurdo, sin embargo, no terminó en 2004 con la muerte de Benveniste, ya que el virólogo francés Luc Montagnier se nombró a su representante. Montagnier obtuvo el Premio Nobel de Medicina en 2008 por su trabajo en la búsqueda del VIH y en 2009 publicó un artículo en el que los homeopatistas han encontrado pruebas científicas a favor de la memoria del agua. Según el estudio, el agua sufre transformaciones estructurales después de haber estado en contacto con el ADN de algunos patógenos, que se almacenarían en la memoria del agua y podrían emitir ondas electromagnéticas. Con estas ondas se podrían regenerar los microorganismos originales. Según Montagnier, soluciones ultrailusionadas que han contenido un ADN específico podrían utilizarse con fines terapéuticos para tratar enfermedades neurodegenerativas. De momento, ninguna de las confirmaciones de Montagnier tiene el menor consenso científico.

Una de las características de la incoherencia de la hipótesis de la memoria del agua es cómo es posible que esta memoria sea tan selectiva respecto al principio activo de un preparado y, a la vez, “olvidarse” de todas las moléculas que han pasado por su entorno durante toda su vida. Asimismo, cómo se transfiere la memoria del agua a los gránulos de lactosa y sacarosa, cuáles son los receptores finales de este principio activo o cuál es su "imagen" en el agua. Por otra parte, está demostrado que las estructuras o clusters que forman las moléculas de agua se destruyen en unos pocos femtosegundos (10–15”). Por tanto, esta rápida reorganización de los enlaces de hidrógeno pone de manifiesto el absurdo de la hipótesis de la memoria del agua, estructuras que difícilmente podrán recordar nada.

En consecuencia, cabe destacar que la homeopatía, por el momento, no ha demostrado, en investigaciones científicas rigurosas, ser más eficaz que el placebo. No se trata sólo de casos aislados sino de metaanálisis amplios y revisiones sistemáticas de numerosos estudios. Esto es, en definitiva, lo que diferencia la medicina de la sasimedicina: la evidencia científica y los ensayos clínicos. Como decía Isaac Asimov, creeré cualquier cosa, da igual la locura o la ridicularidad, si hay evidencia para ello. Cuanto más locura o más ridículo sea, más fuerte será la evidencia. Por eso nosotros no creemos y nadie debería creer.


 
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