Eco cósmico rayos X, anillo

Carton Virto, Eider

Elhuyar Zientzia

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Ed. Rayos X: NASA/CXC/Wisconsin-Madison University/S.Heinz et al; Imagen óptica: DSS

En el centro Circinius X-1, un sistema formado por dos estrellas y cuatro anillos gigantes alrededor. El eco de una explosión de rayos X es lo que aparece en esta espectacular imagen publicada por la NASA. La explosión se produjo en 2013 y ahora la podemos ver gracias al telescopio Chandra. De hecho, Chandra recibe señales de rayos X.

Los colores rojo, verde y azul corresponden a los rayos X de baja, media y alta energía respectivamente. Los anillos son el eco producido al rebotar estos rayos contra las nubes de polvo interestelar. Cada anillo corresponde a una nube diferente. Visto desde la tierra, cuanto más cerca de nosotros está la nube, el anillo parece más grande y el resultado es un sistema de anillos concéntrico. En concreto, su tamaño oscila entre los 41 y los 55 años luz, tan grandes que Chandra no puede verlos en su totalidad, por lo que aparecen cortados.

A través del eco de los rayos X, los astrónomos han podido determinar la distancia de la Tierra del Circinius X-1: 30.700 años luz. Para ello, han combinado la información recibida por Chandra con la recogida anteriormente por el radiotelescopio Mopra. Gracias a la mopra, los astrónomos sabían a qué altura está cada nube de polvo de la Tierra, y el eco de los rayos X ha permitido calcular las distancias entre las nubes y el Circinius X-1. La suma total ha permitido conocer con precisión la distancia entre la Tierra y el Circinius X-1. Hasta ahora había grandes diferencias entre unas medidas y otras.

Circinius X-1 es un sistema de interés para los astrónomos por ser fuente de chorros de partículas de alta energía muy fuertes. En el centro tiene una estrella de neutrones, el núcleo de una estrella destruida en una explosión de supernova, pero su comportamiento se parece mucho a los agujeros negros. De hecho, los astrónomos han confirmado que la velocidad de los chorros de partículas locales es al menos del 99,9% de la de la luz, lo que normalmente es la propiedad de los orificios negros. “En algunos sentidos se comporta como una estrella de neutrones y en otros como un agujero negro”, ha afirmado Catherine Braiding, de la Universidad de Nueva Gales del Sur, una de las autoras de la investigación, “es muy raro encontrar un objeto alguna de estas propiedades”. Los resultados del estudio han sido publicados en la revista The Astrophysical Journal.

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