Premio Nobel de Medicina para los que descubrieron el virus de la hepatitis C

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Harvey J. Alter, Michael Houghton y Charles M. Los investigadores Rice recibirán el Premio Nobel de Medicina 2020. Ed. Niklas Elmehed. © Nobel Media

El Instituto Karolinska ha premiado este año al Premio Nobel de Medicina a tres investigadores muy relevantes en la lucha contra la hepatitis C: Harvey J. El estadounidense Alter, el británico Michael Houghton y Charles M. Rice estadounidense. Gracias a su trabajo se identificó el virus que antaño era desconocido y el jurado ha declarado que salvaron la vida de millones de personas. La hepatitis C ha sido considerada como un problema de salud a gran escala, situándose al mismo nivel que el sida y la tuberculosis.

En la actualidad existen varios tipos conocidos de hepatitis, algunas debidas al consumo excesivo de alcohol, a enfermedades autoinmunes y a diversas toxinas, pero la mayoría causan infecciones de un virus. En los años 40 se sabía que algunas de estas hepatitis infecciosas se transmitían a través de agua o alimentos contaminados (Hepatitis A), mientras que otras se transmitían a través de la sangre y otros fluidos corporales. Estas hepatitis de transmisión sanguínea causaban enfermedades graves, como cirrosis y cáncer de hígado, por lo que la detección de agente infeccioso se hizo imprescindible. En primer lugar, la identificación del virus de la hepatitis B fue un logro importante. Tanto que en 1976 fue motivo del Premio Nobel de Medicina. En ella, Baruch Blumberg recibió el Premio Nobel, ya que su trabajo permitió obtener un diagnóstico y una vacuna eficaz. Sin embargo, esto no reveló la causa de la mayoría de las hepatitis de transmisión sanguínea. Finalmente, la identificación del virus de la hepatitis C permitió localizar al causante del resto de las hepatitis crónicas y desarrollar para ellas análisis de sangre y fármacos efectivos.

Tres descubrimientos, tres hitos

Al principio la enfermedad misteriosa fue denominada “no A, no B”. J. Havery El joven Alter estudiaba entonces el caso de los pacientes que recibieron transfusiones de sangre y desarrollaron la hepatitis, tratando de resolver todos estos casos que el virus de la hepatitis B no explicaba. Alter y sus compañeros del Instituto Nacional de Salud de EEUU demostraron que la sangre de estos enfermos también transmitía la enfermedad a los chimpancés y que el agente infeccioso tenía las características de un virus.

Se lanzaron a la búsqueda del nuevo virus, pero durante una década no pudieron hacerlo. Entonces, Michael Houghton y sus compañeros empezaron a intentar identificar desde la sangre de los chimpancés la secuencia genética del virus. Se comprobó que se trataba de un virus ARN de la familia Flavivvirus que fue llamado virus de la hepatitis C. Para ello se utilizó una estrategia no utilizada hasta el momento: se utilizó el suero de los pacientes para identificar los fragmentos clonados de ADN que codificaban las proteínas del virus. La nueva estrategia resultó útil.

El tercer hito fue demostrar que el virus podía provocar la hepatitis por sí mismo y sin más ayudas. Charles M. El investigador de la Universidad de Rice Washington identificó un fragmento de secuencias que parecía importante para la replicación del virus y que sirvió para desarrollar una variante infecciosa del virus de la hepatitis C. Al inyectar este ARN a los chimpancés, los animales desarrollaron la hepatitis C, lo que demostró que el virus de la hepatitis C era el causante de aquellas hepatitis transfusionales incomprensibles.

El descubrimiento del virus de la hepatitis C ha sido considerado por la Fundación Nobel como un logro histórico de la lucha contra las enfermedades virales. De hecho, gracias a las aportaciones de los tres Premios Nobel, se produjo un rápido desarrollo de fármacos antivirales eficaces, y ahora la hepatitis C es medicinal. La Fundación Nobel ha afirmado que mantienen viva la esperanza de erradicar la enfermedad.

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