Se han ensayado seis macacos de reshus que fueron infectados con el virus SHIV producido por la combinación de virus de la inmunodeficiencia humana y de los simios y tratados con antirretrovirales durante un tiempo para asimilar la concentración del virus corporal al estado de las personas en tratamiento. A continuación, el paciente Berlín se somete a la mitad a un tratamiento de radioterapia y trasplante de médula ósea. Por último, se eliminó el tratamiento antirretroviral a todos para medir lo que ocurría con la concentración del virus.
Los resultados del ensayo, publicados en la revista PLOS Phatogens, indican que el tratamiento no ha servido para eliminar el virus del cuerpo de los macacos. Como se esperaba, la radiación destruyó casi todas las células de la sangre y del sistema inmunitario de los macacos y, por tanto, los virus SHIV, que son las células del sistema inmunitario a las que se dirigen. Sin embargo, una vez recibido el trasplante de médula ósea y recuperado el sistema inmunitario, la concentración de virus SHIV aumentó rápidamente en el momento en que cesó la terapia antirretroviral. En dos de las tres maquetas recogidas en el trasplante se elevó tan rápido como en el grupo de control; al tercero se equivocó el riñón y los estudios post-mortales demostraron que no tenía virus en la sangre pero que tenía virus en los tejidos.
Se trata de la primera sesión con animales para analizar la hipótesis del trasplante de médula ósea, pero tiene una gran diferencia con el caso del paciente Berlín. De hecho, el donante de la médula ósea recibida por el paciente Berlín tenía una mutación que daba resistencia al VIH. Esta mutación impide la función del gen CCR5, por lo que no se genera una proteína que facilite la penetración del VIH en las células humanas. Sin esta proteína, las personas que tienen mutadas las dos copias del gen CCR5 tienen protección propia frente al VIH.
Los investigadores creen que la recepción de células de médula ósea mutada tiene mucho que ver con la recuperación del paciente Berlín. Según la hipótesis general, la radiación destruyó las células del sistema inmunitario del paciente y con ellas los VIH; posteriormente, debido a la protección intrínseca de las nuevas células del sistema inmunitario procedentes de la médula ósea trasplantada, a pesar de que en ninguna parte de las células del paciente han quedado VIH, no ha sido capaz de volver a expandirse.
Debido a que los macacos utilizados en el ensayo no tuvieron tal mutación, los investigadores de la Universidad Emory no han podido analizar la hipótesis completa. Asimismo, han reconocido que han trabajado con una muestra muy pequeña y que son necesarias investigaciones más amplias para tener conclusiones sólidas.
Los datos recogidos entre los seres humanos también son muy limitados. Además del paciente Berlín, en el mundo se conocen otros cuatro casos con resultados similares: dos en Estados Unidos y dos en Australia. En ambos casos en Estados Unidos, la infección del VIH regresó tras la interrupción del tratamiento de antirretrovirales. En los casos australianos, los pacientes siguen tomando antirretrovirales, aunque el virus no es detectable tras recibir el trasplante de médula ósea.
Sin embargo, desde el principio los investigadores han advertido de que un trasplante de médula ósea no es viable para el tratamiento del sida, ya que el procedimiento sería demasiado peligroso.