Hace dos mil millones de años, la gravedad de la Vía Láctea trituró un cúmulo globular a 62.000 años-luz en la constelación de Fénix. Ahora, los astrofísicos han podido distinguir la huella de esta estructura desaparecida, adoptando la forma de una corriente estelar.
Cuando se ponen a mirar, se sorprenden. Un estudio publicado en la revista Nature revela que las estrellas de este antiguo cúmulo tienen menos elementos pesados que el resto de los cúmulos globulares. Según esta composición, serían mucho más antiguas. Por eso creen que esta estructura que han denominado Corriente de Fenix sería la última señal de un tipo especial de cúmulo globular hasta ahora desconocido, y que fue creada mucho antes que los cerca de 150 cúmulos globulares en la Vía Láctea, en los primeros momentos del universo en los que los elementos más pesados que el hidrógeno y el helio estaban menos accesibles.
Son estrellas de similar edad a la de nuestra galaxia, pero dispersas. En el caso de la Corriente del Fénix, sin embargo, estas estrellas se han mantenido dentro de una estructura aún indisoluble, por lo que los astrónomos esperan obtener información valiosa sobre la formación de los cúmulos globulares.