Detectan el choque de dos estrellas de neutrones mediante ondas gravitatorias

Galarraga Aiestaran, Ana

Elhuyar Zientzia

El 17 de agosto de 2017 se recibió en los observatorios LIGO y Virgo una señal de detección de ondas gravitatorias que se diferenciaba de las recogidas hasta la fecha. De hecho, junto con la señal de las ondas gravitatorias también recibieron radiación electromagnética. Concluyen que se ha producido un encuentro entre dos estrellas de neutrones. Es la primera vez que se recibe la señal de un fenómeno de este tipo, otorgando una gran importancia a la recepción simultánea a través de ondas gravitatorias y electromagnéticas.
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Ilustración del choque de estrellas de neutrones. A la izquierda, representación de la masa, a la derecha se muestra la distorsión espacio-tiempo. Ed. Karan Jani/Georgia Tech

LIGO y Virgo reciben la señal de las ondas gravitatorias. La duración aproximada fue de 100 segundos, y dos segundos después llegó la primera onda electromagnética: un flash de rayos gamma. Esta onda fue recogida por el telescopio espacial Fermi. En los próximos días y semanas llegaron otros tipos de ondas del espectro electromagnético: Rayos X, ultravioletas, ópticos, infrarrojos y ondas de radio.

Tanto LIGO como LIGO y Virgo en sus observaciones conjuntas no han detectado ondas electromagnéticas, sólo ondas gravitatorias. En total se han observado cuatro veces [Premio Nobel de Física a los que hicieron el primero], y siempre han sido fruto del choque de agujeros negros. Sin embargo, la señal actual ha llegado a la par que las ondas electromagnéticas, por lo que no podía ser producida por agujeros negros, ya que los agujeros negros no emiten radiación electromagnética. De otro modo, la señal era diferente a las anteriores, por ejemplo, se le llamó GW170817, que duró bastante más que el resto, y, analizando todos los datos, se han dado cuenta de que fue producto del choque de dos estrellas de neutrones.

Las estrellas de neutrones tienen mucha menos masa que los agujeros negros. Las dos que han chocado han calculado que tenían entre un 10 y un 60% más de masa que el Sol, pero son mucho más pequeñas que el Sol, con un diámetro aproximado de 20 kilómetros. Estaban situadas en la galaxia llamada NGC 4993, a 130 millones de años luz de la Tierra.

A través de esta observación sin precedentes, los astrofísicos han conocido muchos detalles, entre ellos, cómo surge una kilonova: el proceso de expulsión de la materia en una colisión de este tipo. Durante este proceso han podido comprobar la formación de elementos pesados como el oro y el platino.

Pero, sobre todo, los portavoces de la investigación han destacado el nacimiento de una nueva forma de hacer Astrofísica. Cabe destacar la participación de casi 1500 investigadores y más de 200 organizaciones. Además, la predicción que han hecho es sólo un primer paso, ya que los análisis de los datos recibidos todavía van a aportar muchos datos. El primer artículo relacionado con la observación ha sido publicado en la revista Physical Review Letters.

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