Compartir: ¿una nueva era de la economía?

Leturia Azkarate, Igor

Informatikaria eta ikertzailea

Elhuyar Hizkuntza eta Teknologia

Cuando hace unos años las tecnologías P2P permitieron compartir ficheros a través de Internet, se levantó en contra de esta industria de contenidos audiovisuales que perjudicaba su modelo económico. En los últimos años se han creado y desplegado servicios para compartir en la red otros temas: viajes en coche, alojamiento, gastos de financiación... Si bien los sectores afectados están mostrando una posición contraria a la industria de contenidos, la tendencia parece imparable.
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Ed. © Liu Ming/350RF

Las siglas P2P representan a Peer To Peer, es decir, de igual a igual, y quieren expresar el compartir o la colaboración entre iguales. Los sistemas P2P creados hace unos 15 años, como Emule y Bittorrent, permitían el intercambio de ficheros a través de la red, y ahora se han creado servicios P2P para compartir otros temas de consumo como el lugar de dormir o los viajes de automóviles. Obviamente, estos temas no se pueden enviar por la red como un fichero, pero ayudan a relacionar los bienes compartibles de unas personas con las necesidades de otras.

Compartiendo de todo

Uno de los servicios más proliferados es el de compartir viajes en coche, denominados en inglés carpooling. Existen muchos servicios de este tipo: Blablacar, Amovens, Circle Ride... También se han creado otros servicios similares, los llamados real-time ridesharing, en los que expresamos una necesidad de viaje que tenemos en el momento y nos lleva a cambio de una red de coches particulares. Ejemplos: Uber, Lyft, Sidecar...

También está muy de moda compartir alojamiento para vacaciones. Para el intercambio de viviendas en periodo vacacional se dispone de servicios denominados home exchange, como InicioExchange, InicioForExchange y LoveInicioSwap. Otros servicios son del tipo accomodation sharing. En ellos alojamos a la gente en nuestra casa a cambio de que nosotros vayamos a casa de otros. BeWelcome y CouchSurfing son de este tipo. Por último, en nuestro hogar hay servicios de alojamiento de personas en vacaciones, el más conocido es Airbnb.

El crowdfunding o financiación colectiva también se puede considerar como una forma de compartir. En este caso se comparten los gastos de financiación de un producto, normalmente por el producto final. Kickstarter e Indiegogo son probablemente las más conocidas.

Y hay servicios para compartir o ofrecer muchas más cosas: comidas (Kitchen-surfing, Cookening, CompartoPlato...), tiempo (TimeBank...) y cualquier otra que se nos ocurra.

Posicionamiento contrario a los sectores tradicionales

Estas nuevas actividades afectan claramente a sectores económicos como hoteles, taxis, transporte público, etc. Por ello, en los lugares donde más se han extendido estas actividades, estos sectores se han enfrentado.

Por ejemplo, las asociaciones de hoteles de Nueva York y Amsterdam han solicitado que los alojamientos ofrecidos en el servicio Airbnb sean sometidos a las mismas medidas de seguridad e impuestos que los hoteles y a la obtención de la licencia, y lo han hecho en Amsterdam. La Ley de Arrendamientos aprobada en España en 2013 deja en manos de las Comunidades Autónomas la regulación de estos alquileres privados y se está planteando su prohibición en Madrid.

Las asociaciones de taxistas también se han levantado contra el servicio Uber en muchas ciudades, porque consideran que el servicio real y time ridesharing es, en definitiva, muy parecido al taxi y la competencia es injusta. En Francia, antes de utilizar un servicio en Uber se aprobó una normativa de 15 minutos de espera que fue rechazada. En Bruselas no dejan trabajar a Uber y en Seattle limitan el número de coches.

Las protestas contra Airbnb y Uber son, en cierta medida, comprensibles, ya que en ellas no existe una verdadera compartición o intercambio: hay personas que dejan que otras personas utilicen sus bienes a cambio de dinero, por lo que puede considerarse una actividad lucrativa. Se entiende menos la demanda de denuncia y cierre interpuesta por Fenebús, asociación de compañías de autobuses de España, contra Blablacar, que permite compartir viajes reales de automóviles.

En cuanto al Crowdfunding, la ley que el Gobierno Español propuso para su regulación levantó polvos en la red al creer que era demasiado restrictiva y que mataría al crowdfunding. Los límites que se querían establecer para las financiaciones que se realizaban eran los siguientes: un máximo de un millón de euros por proyecto y un máximo de 3.000 euros por proyecto y 6.000 euros anuales por persona. Es cierto que esto limita mucho el apoyo que los grandes inversores pueden prestar a los grandes proyectos, pero en los proyectos individuales apoyados por muchos individuos (como son los proyectos de crowdfunding real o financiación masiva) difícilmente se superan estas cifras.

Otros muchos sectores también han mostrado sus inquietudes y protestas en torno a estos modelos económicos de compartir: hostelería, contra el reparto de comidas, sectores, banca de tiempo, etc. Pero las protestas y las quejas se quejan, parece que la economía de compartir seguirá creciendo mucho.

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