He realizado toda mi carrera en la universidad, y en ese camino ha sido imprescindible la persona que me despertó la pasión por la investigación y la ciencia: Enrique Etxebarria Orella. Fue profesor de fisiología en la licenciatura. Era una persona muy cercana y además a su alrededor conocí a un montón de jóvenes investigadores vascos.
Es de destacar la actitud de Enrique, sin saber euskera, para realizar sus tesis en euskera; siempre ayudaba. Por lo tanto, esto fue lo que más influyó en mí: por un lado, Enrique nos contagió su pasión por la ciencia —como dice Mari Luz Esteban, que hacía ciencia “erótica”—; y por otro lado, en aquellos tiempos en los que las tesis aún no se realizaban en euskera, y aunque nuestro jefe de laboratorio era castellanoparlante, entre nosotros lo hacíamos en euskera.
Era un grupo muy bonito, entre ellos Itziar Txurruka Ortega, y Enrique inventó una historia sobre el mecanismo de regulación del apetito cerebral. Zucker investigaba con ratas, por decirlo de alguna manera, con ratas mutantes con síndrome de Hommer Simpson, y cada neuropéptido era un personaje de cómic. Yo, por ejemplo, investigaba los receptores de endocanabinoides, y los bufones eran endocanabinoides. Había rey, reina… Era muy atractivo.
Ahora trabajo en el desarrollo de medicamentos, y a mí me gustaría tener otras políticas, sobre todo con los millones de personas que no pueden o no tienen acceso a los medicamentos. Esto supone una gran revolución o cambio para los países con poder (los que tenemos), y en el camino se pueden hacer menos revoluciones. Por ejemplo, cuando uno mismo, o una pequeña empresa, consigue una patente, puede hacer algo para ponerla al alcance de todos. Pero, sobre todo, deberían hacerlo las grandes empresas, y para ello son necesarias otras políticas.
Al margen de ello, hemos puesto especial énfasis en el desarrollo de medicamentos en enfermedades raras. En mi entorno cercano hay una familia de Mungia con coroiredemia. Es una enfermedad monogenética que produce un tipo de retinosis. Mi compatriota es el padre de los niños con enfermedad y conozco la asociación, y es increíble el respeto y la admiración con que nos tratan los investigadores. Aunque no sea el tratamiento, para mí sería especial mejorar sus condiciones de vida.