¿Qué es lo que más te ha sorprendido, alterado o fascinado desde que empezaste a trabajar?
Para mí fue un hito darse cuenta de la relación que existe entre ciencia y poder. Me di cuenta de que la ciencia no tiene sus propios valores en mayúsculas: Neutralidad, Verdad, Objetividad... La ciencia tiene un impacto enorme en la política, en la economía, en el poder; la ciencia no es dueña de esos valores escritos en mayúsculas, estamos muy lejos de ahí. Es tecnociencia. Tomar conciencia de ello ha sido fundamental para mí. Por eso yo siempre me defino como científico feminista, puesto que pongo en evidencia otros valores sobre la mesa y lo defiendo.
Otra cosa que siempre me ha preocupado es el determinismo, sobre todo en las ciencias biológicas. Buscar el último gen que nos explique. Por ejemplo, querer buscar el gen de la homosexualidad, me preocupa que busque el gen de nuestro carácter o comportamiento.
Y por último, la sofisticación de las armas me parece increíble. Estar sentado en el sofá de casa y ser capaz de bombardear Afganistán con un dron me asusta. Yo hice mi tesis sobre los materiales y entonces me di cuenta de que la ciencia de los materiales está directamente relacionada con los intereses militares. Hoy en día, lo mismo: muchas investigaciones se realizan con fines militares. Es terrible.
¿Qué le gustaría ser testigo de la revolución o el descubrimiento en su trayectoria?
El futuro también gira en torno a un miedo. Creo que la ciencia nos dará la solución. Pensamos que conseguiremos una curación contra el cáncer, o que con un adelanto solucionaremos los daños al medio ambiente, o que inventaremos una semilla transgénica para acabar con el hambre... Creo que es un intento de escapar hacia delante. La ciencia nos dará la solución, no empezaremos a preguntarnos qué es lo que provoca estos problemas y qué deberíamos hacer para evitarlos. Es una forma de despreocuparnos. Por ejemplo, puede que tengamos que cambiar el estilo de vida, cuidar la salud y el medio ambiente, y repartir los recursos de forma equitativa para evitar desequilibrios.
Esa fuga hacia delante no nos traerá la revolución que yo quisiera. La revolución que a mí me gustaría es mirar hacia atrás y pensar cuál es la esencia de la persona. Y esa es la esencia que tenemos que poner en el centro de la vida o en el centro del pensamiento. Tenemos que mirar hacia atrás para ver qué sociedad estamos construyendo y si realmente queremos volcarnos, tenemos que asumir la responsabilidad.
"Esta entrada participa en el 3er festival #CulturaCientífico"