Es difícil elegir uno, en estos años han pasado tantas cosas: secuenciación del genoma humano, desarrollo de la técnica PCR (reacción en cadena de la polimerasa), oveja Dolly… Sin embargo, si tuviera que elegir uno, me quedaría con el desarrollo de la biología molecular. Eso es lo que ha traído el resto.
En nuestro ámbito, los avances se han producido en torno a décadas. Primero, en la década de 1950, vieron la estructura de la molécula de ADN, doble hélice. En los años 60 se descifró el código del material genético. A partir de ahí hemos empezado a comprender el funcionamiento molecular del material genético y a formular las preguntas oportunas.
Así, gracias a la biología molecular, en los años 70 se abrió el camino a la ingeniería genética. Cabe destacar el PCR de los años 80, método de amplificación rápida y económica del ADN. Esto ha supuesto un gran avance en biología.
En 1990 se puso en marcha el proyecto de genoma humano, más tarde conocimos a Dolly y en 2001 se presentó el borrador del genoma humano. Cuando empezaron el proyecto no podían imaginar que en tan poco tiempo iban a conseguirlo, pero el desarrollo tecnológico hizo posible secuenciar todo el genoma en ese periodo.
Todo ello sería impensable si no se hubieran sentado las bases de la biología molecular. Además, ha tenido consecuencias muy importantes en otros ámbitos como la medicina, ya que se han encontrado genes de muchas enfermedades que han abierto el camino a nuevos tratamientos. Gracias a ello, en pocos años se ha avanzado enormemente en el conocimiento del cáncer.
Al hilo de lo que acabo de decir, gracias a la secuenciación masiva estamos conociendo las bases del cáncer. Yo investigo en eso, y ahora sabemos que los cánceres son enfermedades diferentes. Hasta el momento, la única forma de clasificar los tumores se ha basado en su morfología, pero este método no es nada preciso. Ahora, sin embargo, podemos diferenciar a nivel molecular el haz de mutaciones de cada cáncer. En los próximos años veremos, por tanto, que se generan terapias específicas para el tratamiento de cánceres basados en mutaciones.
Sin embargo, para mí hay otro reto más apasionante: el cerebro. Ahí no sé qué va a venir. Ahora se ha puesto en marcha el proyecto BRAIN, pero creo que todavía no somos capaces de predecir qué será. Como en otras ocasiones, primero habrá que desarrollar la tecnología, lo que supondrá conocer el funcionamiento del cerebro. Detrás de esto puede estar la nanotecnología, la computación… De ahí creo que comenzaremos a entender la dinámica de la actividad neuronal, y quizás lleguemos a comprender cómo surge el pensamiento.