Pero también se puede realizar una simulación numérica. Para ello utilizan varios códigos numéricos. Estos códigos reproducen la entrada de fotones a la atmósfera y su propagación en diferentes direcciones. Algunos fotones son absorbidos y otros son reenviados al espacio, es decir, son reflejados por la atmósfera.
El equipo investigador de la UPV lleva varios años desarrollando estos códigos numéricos. De hecho, en función de la luz reflejada por la atmósfera se pueden deducir las partículas que se encuentran detrás de esta reflexión. Es decir, analizando la luz reflejada se puede determinar el número de capas de nubes, su extensión, sus características ópticas, etc. Así han estudiado las nubes de Saturno y su desarrollo durante diez años. Es un plazo relativamente largo.
Una vez analizada la estructura de la atmósfera, se ha estudiado la altura en la que se habían medido previamente los vientos del planeta gigante. Este trabajo ha sido realizado por investigadores del mismo grupo. Esto es imprescindible si se quiere entender la meteorología del planeta, ya que proporciona una visión tridimensional de la atmósfera.
En este estudio se compararon las imágenes obtenidas por el Telescopio Hubble con las tomadas anteriormente por la nave Voyager. El equipo de Ciencias Planetarias observó en 2003 un enorme cambio de vientos en el ecuador en la atmósfera de Saturno. Nadie lo esperaba.
En la década de los 80, la nave Voyager midió vientos de 1.700 km/h de intensidad en el ecuador de Saturno. En el año 2003 se observa un declive del 40% de este valor, como si los vientos se frenaran o frenaran bruscamente. En 2004, cuando la sonda espacial Cassini llegó a Saturno, se dieron cuenta de que en algunas longitudes de onda los vientos eran más lentos y en otras más rápidos. Adelantaron entonces la hipótesis de que los vientos se frenaban con la altura. Es decir, que cuanto más alto es el viento, más lento es y viceversa. Esto no es un descubrimiento nuevo, ya que los vientos en general cambian de altura en la atmósfera. Sin embargo, el equipo investigador de la UPV ha demostrado que esta hipótesis era realmente cierta, basada en mediciones de altura y viento.
Además, observaron un cambio indudable respecto a los datos medidos por la nave Voyager. El motivo puede ser: En 1990 se produjo una terrible tormenta en el ecuador de Saturno, mayor que la propia Tierra. Este fenómeno ocurre cada treinta años en Saturno y perturba gran parte del planeta. En la actualidad se está investigando, entre otros temas, el impacto de este tipo de fenómenos en la atmósfera de Saturno.