"No hay mucha gente que sienta amor por las pulgas, pero yo las quiero", señalaba Miriam Rothschill, mostrando media docena de pulgas en la palma de la mano. "Son hadas con una dosis adecuada de cloroformo".
Miriam nació en 1908 en la prestigiosa familia de los banqueros judíos Rothschild. Y se puede decir que casi perteneció a la familia desde pequeño. De hecho, el padre Charles contaba con una inmensa colección de pulgas; miles de pulgas recogidas en todo el mundo (actualmente en el British Natural History Museum). Describió unas 500 especies.
El padre y el tío de Miriam eran unos venidos zoólogos amateurs. Tío, Lionel Walter, 2. El Barón Rothschild era el propietario de la mayor colección animal recopilada por una persona. Más de 2 millones de mariposas y sits que tenía en el museo de su casa, la colección de pulgas de su hermano, 300.000 aves disecadas, 200.000 huevos de ave, 30.000 escarabajos, cientos de tortugas gigantes, etc. A él le gustaba caminar por el carro tirado por las cebras, y en algún momento le vieron paseando sobre una tortuga gigante.
En ese ambiente creció Miriam Rothschild. No asistió a la escuela porque mi padre pensaba que la educación formal no beneficiaba en absoluto a la creación intelectual. Fue educado en casa y en el museo de su tío.
Realizó sus primeros trabajos de investigación con invertebrados marinos. Y a los 40 años se dedicó a las pulgas de su padre. Publicó en seis volúmenes su estudio taxonómico y morfológico.
En aquella época, el gobierno británico le pidió ayuda. Los conejos británicos querían investigar la influencia de las pulgas en una enfermedad que se estaba acabando, la mixomatosis, que eran el vector de la enfermedad. Pero no conseguían crecer en laboratorio las pulgas de conejo. Rothschild descubrió que las hembras de pulgas sólo se reproducían cuando se alimentaban de la sangre de la conejo fecundada; la maduración de los ovarios de las pulgas que causaban las hormonas del conejo.
Este descubrimiento sirvió también para colaborar en la lucha contra la peste de conejo en Australia. Sus conejos no tenían mixomatosa y una forma de reducir la peste podría ser la introducción de la enfermedad. Para ello, Rothschild cultivó pulgas. Pero se dio cuenta de que las pulgas de conejo británicas no gustaban del calor australiano y no avanzaban. Así, tomó las pulgas de los conejos del sur de España.
Llevó a los investigadores australianos un montón de conejos de pulgas españolas. En el camino tuvo grandes problemas. En la India no le querían dejar pasar con ese cargamento y casi tuvo que darle la vuelta. Finalmente llegó a Australia con pulgas. Allí, un técnico, siguiendo el procedimiento de control de plagas, empapó a los conejos con DDT. Ninguna pulga sobrevivió. Volvió a España y tuvo que empezar desde el principio.
Más tarde se dedicó a investigar otro aspecto de las pulgas: el salto. Los ponía en una especie de tambor y al saltar amplificaba y grababa los sonidos realizados en el tambor y observó que podían saltar 30.000 sin parar. "Las pulgas siempre están apresuradas", escribió.
Para ver cómo saltaban, los rodó con una cámara de alta velocidad. Les puso una especie de pirámide y las pulgas subían hasta el extremo de la pirámide. Esto le permitía enfocarlo bien. Y una vez situados en la cima de la pirámide, al llegar por detrás otra pulga, saltaban. "Desaparecían", explicaba Rothschild. "La aceleración era enorme, de 140 G, ¡20 veces más que la aceleración de un cohete a la atmósfera!"
Describió las pulgas como "insectos que vuelan con las piernas". Propuso que evolucionaron desde insectos alados. Y que utilizaban estructuras procedentes de las alas para hacer esos saltos sorprendentes. Para aclarar el mecanismo del salto, estudió las series de corte de los músculos. "Haría unos 6.000 cortes para saber cómo eran esos músculos, fue un gran trabajo", recordaba.
Hacía las observaciones con el microscopio que tenía en su habitación y guardaba también en la habitación las pulgas, metidas en bolsas de plástico para que sus seis hijos no las perdían. Veía la ventaja de trabajar en casa: de día podía hacerse cargo de sus hijos y las noches le quedaban para investigar. Insomnio crónico.
Al igual que las pulgas, Rothschild no nació para estar quieto. Realizó otros muchos estudios. Entre otras cosas, descubrió que las mariposas son venenosas para los pájaros gracias a las sustancias que toman de las plantas; que los ácaros que parasitan las orejas de las polillas siempre parasitan a un solo oído, nunca dos (lo que provocaría la muerte del huésped); y que algunas mariposas, al ponerlas, "cuentan" para no poner demasiados huevos en la misma planta (las larvas no tendrían suficiente alimento).
Además, II. Durante la Guerra Mundial trabajó para el gobierno en la crripografía, en el proyecto Enigma, descifrando los códigos alemanes. También creó una fundación para investigar la esquizofrenia y luchó por legitimar la homosexualidad. Aunque apoyaba a los judíos, no aceptaba el judaísmo, fue ateo. Y vegetariano, abstemio, y contra el maquillaje y las restricciones impuestas a las mujeres.
Y también conservacionista. Y proponía el uso de flores y plantas autóctonas en la mayor parte de los jardines posibles. También en su casa, el jardinero le envió y dejó paso libre a su vegetación. Finalmente, de las grietas de la antigua piscina salían arbustos y la casa acabó cubierta de zarzas y alisos. "La guerra contra las malas hierbas, la conquista de la naturaleza, es algo del pasado", afirmaba.
Aunque nunca tuvo estudios ni títulos, finalmente, por su amplio conocimiento, le dieron seis doctorados honoríficos. Y aunque publicó casi 300 trabajos científicos, no se consideraba científico. "Soy zoólogo amateur, no profesional", dijo una vez. "Porque si fuera profesional, debería especializarme mucho más". Y Rothschild no le gustaba la especialización: "Tengo que decir que todo me interesa".