Milutin Milankovitch: el resurgir de las estaciones de hielo

Etxebeste Aduriz, Egoitz

Elhuyar Zientzia

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Ed. Manu Ortega/CC BY-NC-ND

La puerta de hierro pesada se cerró tras mí... Me senté en la cama, mirando la habitación, y empecé a ver la nueva situación. Un día me fijé en la maleta... Mi cerebro volvió a funcionar. Me levanté en un salto y abrí la maleta. Allí tenía papeles sobre mi problema cósmico. Repasé los papeles, tomé mi pluma fiel y empecé a escribir y a calcular... Después de media noche miré a la habitación, me costó saber dónde estaba. Aquella pequeña habitación parecía un alojamiento de viaje en mi universo.

Milutin Milankovitch no estaba en un hotel del universo, sino en la cárcel. Durante su luna de miel Dalj viajó a su pueblo natal, Austria-Hungría, donde fue atrapado por el inicio de la Primera Guerra Mundial. Fue detenido por el ejército austrohúngaro por ser serbio. Pero no le iba a impedir seguir trabajando. Tenía que resolver el misterio de las estaciones de hielo.

No era mucho tiempo que se le metió en la cabeza aquella cuestión de las estaciones de hielo. Era ingeniero civil experto en hormigón armado. Construyó once edificios, autovías, puentes, embalses y acueductos en la Europa central. También dibujó el modelo matemático del edificio más grande que se podría construir en la tierra: un edificio de hormigón armado de simetría rotacional de 21.646 km de altura y 112,84 km de diámetro en la base.

Milankovitch demostró desde el principio una gran habilidad para resolver matemáticamente problemas de ingeniería civil. Hasta 1909 trabajó como ingeniero civil en Viena. Ese año le ofrecieron la cátedra de Matemáticas Aplicadas en la Universidad de Belgrado. Desde que tomó aquel puesto, aunque no dejó totalmente el hormigón armado, le interesaron otros asuntos. Al leer los trabajos de los climatólogos llamó la atención el misterio de la era del hielo. A pesar de que ya estaba bastante marginado, medio siglo antes, estuvo a tope cuando todo el mundo estuvo cubierto de hielo.

Todo empezó con unas rocas. En muchos lugares aparecían rocas aisladas que no tenían nada que ver con el entorno. Los geólogos tenían claro que venían de otro lugar, pero ¿cómo llegaron a donde estaban? El naturalista francés Jean-André de Luc, por ejemplo, propuso que el aire comprimido en las cuevas podía ser expulsado. Muchos creían que vinieron dentro de los icebergs, cuando aquellos terrenos estaban bajo el mar, y que fueron liberados por los icebergs una vez fundidos. Para otros muchos, estas rocas fueron movidas por las principales inundaciones bíblicas.

"No todas las aguas del mundo harían flotar una roca", explicó James Hutton en el XIII. A finales del siglo XX. Ha cree que sólo los glaciares podían ser los únicos materiales para mover esas enormes rocas. Hutton fue el primero en hablar de una glaciación general. Pero aquella idea pasó desapercibida.

Medio siglo más tarde otros empezaron a trabajar este camino. En 1834, cuando el naturalista Jean Charpentier caminaba por el monte con un basomutil suizo, el vasomutilo le dijo que algunas de las rocas presentes procedían de una zona granítica más alejada. Charpentier le preguntó cómo llegaron allí y le respondió que había transportado los glaciares de Grimsel y que el glaciar llegaba en el pasado hasta Bernardo.

Charpentier quedó fascinado y contento porque él también llegó a esa conclusión. Pocos creían eso en aquella época. En los próximos años el geólogo suizo Louis Agassiz será el mayor embajador de esta idea. Trabajó sin cortes en todo el mundo buscando pruebas y defendiendo la idea de la era del hielo. Poco a poco fueron aumentando los geólogos apoyando la teoría de las estaciones de hielo. Más aún cuando el escocés James Croll demostró que los cambios en la órbita de la Tierra podían explicar la existencia de épocas de hielo en el pasado. Y no solo por uno, Croll defendía que hubo varias épocas de hielo.

Pocos años después, los científicos descubrieron que algo estaba mal en los cálculos de Croll. Según Croll, la última era de hielo fue 80.000 años antes, pero las pruebas encontradas por los geólogos apuntaban a que, en todo caso, debería ser 50.000 años después.

De este modo, se volvió a descartar la teoría de las estaciones de hielo. XX. A finales del siglo XX, en la cátedra de geología de Harvard, el siguiente de Agasiz dijo: "la supuesta época glacial, que estuvo incandescente hace unos años, ya podemos repudiarla sin ninguna duda".

Milankovitch resucitaría aquella teoría. Vio claro que Croll no estaba tan equivocado. Su teoría era demasiado simple, ese era el problema. Milankovitch descubrió que tres variables influían en la radiación solar que llegaba a la Tierra: La inclinación del eje terrestre, la excentricidad de la órbita y la precesión. Y que la combinación de estas tres variables podía tener que ver con la aparición de las estaciones de hielo. Los tres tienen ciclos muy diferentes y variables, y los cruces entre ellos requerían cálculos muy complejos y casi interminables.

Milankovitch estaba muy seguro de su teoría. El único que necesitaba era el tiempo. En los próximos años se volvió a hacer los cálculos. Los hacía en tiempo libre y en vacaciones. Incluso cuando fue preso, no perdió el tiempo. Ingresó en la cárcel y empezó a trabajar casi desde el primer minuto. Posteriormente, a través de unos contactos, consiguió la autorización para salir de la cárcel y pasar la detención en Budapest, con la condición de comparecer una vez por semana ante la policía. Los siguientes cuatro años los pasaría metidos en la biblioteca de la Academia de Ciencias de Hungría, sin ningún tipo de impedimento para trabajar en su teoría.

En total pasó unos 30 años trabajando en la teoría astronómica del cambio climático. Publicó unos 40 artículos y finalmente lo recogía en el libro Canon of Insolation and the Ice-Age Problem, en 1941. Allí estaban las leyes universales que explicaban los cambios climáticos cíclicos. Se conocen como ciclos de Milankovitch.

 

En aquella época no se pudo demostrar que los ciclos de Milankovitch coincidían con las épocas del hielo y pocos lo tuvieron en cuenta. Murió en 1958 y unos 15 años después los geólogos comenzaron a buscar pruebas y a reivindicar la obra de Milankovitch.

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