Las estaciones de hielo de James Croll

Etxebeste Aduriz, Egoitz

Elhuyar Zientzia

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Ed. Manu Ortega/CC BY-NC-ND

Firmaba con el nombre de James Croll y hasta entonces nadie lo conocía, pero a principios de la década de 1860 despertó la atención de los científicos más punteros de la época. De repente comenzó a publicar obras de alto nivel. El que más revuelo provocó fue, sin duda, el relativo a las épocas de hielo, que señalaba que los cambios cíclicos de la órbita terrestre podían provocar estaciones de hielo. Era revolucionario. ¿Pero quién era ese Croll que salió de la nada? Escribía desde la universidad Anderson's Institution de Glasgow, pero no era investigador o profesor de la universidad, ni alumno, sino portero.

Croll tardó cuarenta años en dar una oportunidad a su vocación. Nació en una familia sencilla, en 1821, en la aldea escocesa de Little Whitefield. Dos de cada cuatro hermanos avanzaron, el mismo James y David, un año más joven y concordante. James también fue un hombre de salud débil desde la infancia, y a lo largo de toda su vida tuvo muchos problemas. Empezó tarde en la escuela y terminó pronto, y además no le gustó nada. Lo abandonó a los trece años, sin mucha formación.

Pero en aquella época conoció la revista Penny Magazine (editada por la Asociación para la Divulgación del Conocimiento Útil). Esta revista le suscitó un interés diferente al de la escuela, sobre todo los temas de filosofía y ciencias físicas. Esas nuevas ideas que traía la revista eran emocionantes. A partir de entonces comenzó a leer y aprender todo lo que pudo por su cuenta.

"Desde el principio, no fueron los detalles y datos de las ciencias físicas los que me llamaron la atención, sino las leyes y principios que estaban detrás de ellas", escribiría posteriormente Croll. "Esto me llevó a estudiar de una manera sistemática, porque para entender una determinada ley era necesario conocer las leyes o condiciones que le precedieron. Recuerdo bien cómo antes de poder avanzar en la astronomía física tuve que retroceder y aprender las leyes del movimiento y los principios básicos de la mecánica. Igual estudié neumática, hidrostática, luz, calor, electricidad y magnetismo. No tuve ayuda. De hecho, no había nadie alrededor que tuviera nada sobre estos temas".

Croll se convirtió en un adolescente sabio, pero eso no le iba a dar de comer y con 16 años tenía que empezar a pensar en qué iba a trabajar. Le hubiera gustado ir a la universidad, pero los padres no tenían dinero. Aprendió como molinero. En los próximos años recorrió toda la costa este de Escocia para reparar sus molinos. Era un trabajo duro, todo el día en el camino y apenas ganaba dinero. Dejó el trabajo y volvió a casa. Y a la escuela, porque quería aprender algebra. Allí estuvo el hombre de 22 años, en clase, entre niños.

Luego empezó Carpintero. Trabajó tres años, pero el codo se osificó y tuvo que abandonarlo. A continuación vende té y café en una tienda de la ciudad de Elgin. Allí conoció a Isabella y se casaron. Entre ambos se instaló un hotel pero no tuvo éxito. Luego actuó como vendedor de seguros en las Dundes, Edimburgo y Leicester. No le gustaba el trabajo. Cuando su mujer enfermó se trasladaron a Glasgow, junto a su familia. Croll tomó un tiempo y escribió The Philosophy ot Theism. Después, durante año y medio trabajó como periodista.

Un puesto que cambiaría su vida a los 38 años: Plaza de Conserje del Anderson's Institution. El sueldo de una libra de la semana apenas parecía para su mujer, para vivir a su hermano, con el que mataba a sus padres. Sin embargo, Croll era más feliz que nunca. Este trabajo le ofrecía una oportunidad única para seguir aprendiendo. Anderson's tenía en sus manos una magnífica biblioteca llena de libros de ciencias. Las tareas propias del puesto no eran difíciles y muchas veces llevaba a su hermano a trabajar con él. Así, mientras el hermano realizaba sus obras, él podía estar leyendo.

Pronto comenzó a escribir y publicar sus investigaciones. Todas teóricas. Escribió muchas cosas, de hidrostática, de electricidad... pero poco a poco empezó a estudiar cómo puede afectar el movimiento de la Tierra al clima. Fue la aportación más importante de Croll. En su obra, publicada en 1864, Croll señalaba que en una época en la que la Tierra estaba en pleno debate si la Tierra estuvo cubierta de hielo, no había una época de hielo, sino que hubo varias, debido a los cambios de la órbita terrestre.

Comenzó a relacionarse por carta con algunos de los científicos más prestigiosos de la época: Lyell, Wallace, Darwin, Tyndall, Hooker, Kelvin... Darwin le respondió así cuando Croll le envió su trabajo: "Creo que en mi vida nunca me ha interesado tanto un debate geológico. Acabo de empezar a entender por primera vez qué significa un millón... Te agradezco mucho que hayas limpiado tanto la bruma delante de mis ojos".

Sin embargo, no todos estaban de acuerdo con la teoría de Croll. Charles Lyell, por ejemplo, pensaba que las razones geológicas debían influir mucho más en el clima que las razones astronómicas. Lyell estaba preparando la 10ª edición de su prestigioso Principles of Geology y tenía la duda de si tenía que tener en cuenta las ideas de Croll. Le preguntó a John Herschell qué opina sobre lo que decía Croll, quien le respondió que el portero escocés podía funcionar correctamente.

En 1866, Croll recibió unas páginas escritas por Lyell, que fueron escritas para el capítulo de clima de la nueva edición del libro. Tras intercambiar un par de cartas, Lyell le envió una copia del libro. Croll le agradeció en otra carta el regalo, así como el buen tratamiento de la teoría astronómica del clima en el libro.

El nombre de Croll fue creciendo. Y en 1867 le ofrecieron un puesto de trabajo en el Geological Survey de Escocia. En 1875 publicó el libro Climate & Time. Y al año siguiente fue miembro de la Royal Society y miembro de honor de la Academia de Ciencias de Nueva York y...

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