Según Jesús Mosterín, la persona no se distingue de ningún otro animal. Mosterín es profesor de investigación del Instituto de Filosofía del CSIC y catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia de la Universidad de Barcelona. En su opinión, las personas somos animales, por lo que no tiene sentido preguntarnos qué nos diferencia de ellos. Lo aclara con un ejemplo difícil de devolver: "Es como alguien que te pregunte: Zer da euskal emakumeak? La respuesta es en nada, porque las vascas son mujeres". La respuesta es “nada”, porque las mujeres euskaldunes son mujeres).
Sin embargo, Mosterín no niega que las especies animales, incluidas las personas, sean diferentes entre sí: "Es evidente que los mosquitos son muy diferentes de los elefantes y ellos de los águilas y los águilas de los cucarachos. Pero todos los animales tienen características comunes y todo lo que se pueda decir sobre ellos puede decirse de nuestra especie. Y es que todos estamos emparentados, en la evolución hemos tenido el mismo antepasado, y cuanto menos generación tengan que hacer las dos especies, más cerca serán sus parientes".
Así, la especie humana tiene unas características que no tienen los demás: anda en dos pies, tiene capacidad para hablar, crea y utiliza tecnología, tiene capacidad de pensamiento abstracto... Sin embargo, Mosterín considera que estas características no son determinantes para su diferenciación como especie. "Las abejas hacen miel y las arañas las redes. Es decir, como nosotros tenemos nuestras peculiaridades, las otras especies tienen las suyas, pero las especies no se distinguen por ellas. De hecho, la reproducción distingue a las especies: si dos poblaciones son capaces de cruzarse y reproducirse entre sí, pertenecen a la misma especie. Y ya está."
También ofrece ejemplos como perros y lobos de la misma especie, que pueden cruzarse entre sí y tener descendencia. "Pero aunque yo me enamoro de un lobo, no puedo tener descendencia con él. Y esto no es debido a la lengua, a la tecnología y a otras cuestiones que se citan, sino porque no podemos multiplicarlo. Además, en el núcleo de la definición de la especie se encuentra la posibilidad de cruzarla y reproducirse".
Otras características que caracterizan a la persona del resto de especies no le parecen en absoluto decisivas. Por ejemplo, en contra de lo que han dicho otros filósofos, para Mosterín no es cierto que tengamos una conciencia específica del yo, porque está demostrado que otros animales también tienen conciencia de sí mismos. "Esto se confirma con el experimento del espejo. En este experimento, un animal se coloca delante del espejo y previamente se coloca una mancha en la frente, por ejemplo. Si el animal intenta limpiar la mancha, significa que se ha conocido".
Los investigadores han realizado el experimento mencionado por Mosterín con muchas especies y no hay duda de que los chimpancés y otros muchos primates se conocen, es decir, tienen conciencia del yo. Además de los primates, otras especies han mostrado esta capacidad, como las micas.
Mosterín comparte su opinión sobre la conciencia de la muerte. De hecho, muchas veces se ha dicho que la única especie que se da cuenta de su mortalidad es la nuestra. Mosterín lo niega y pone como ejemplo a los elefantes: "Los elefantes tienen una conciencia evidente de la muerte. Cuando se encuentran en una situación de extrema gravedad, por ejemplo, cuando una sequía dura golpea a otro lugar y muere uno de los grupos, los demás esperan y permanecen unos días cuidándolo. Antes de abandonar el fallecido lo cubren con hojas y tierra. Y si pasan de allí de nuevo, le quitan las hojas para confirmar que es un amigo perdido".
Por otro lado, la existencia de religiones o creencias es considerada por muchos la especificidad de nuestra especie. En ese sentido, Mosterín piensa de otra manera. Según él, las personas tenemos ideas y gracias a la capacidad de hablar y escribir tenemos una enorme capacidad de transmitir esas ideas. "Estas ideas pueden ser buenas o malas. Otro ejemplo: Número 13. Uno puede decir que 13 es el primero y eso es cierto y se puede demostrar. Otro puede decir que el 13 es de mala baba y eso es erróneo. Pero, aunque es erróneo, se puede decir que entonces se transmite y así en Estados Unidos hay casas que no tienen planta 13 o hoteles sin sala 13".
Cree que ocurre lo mismo con las religiones. Explica que hay muchas religiones, cada una con sus mitos, sus ideas, y unas con cosas que son contradictorias unas con otras, y dentro de cada grupo las perpetúan y las transmiten. Mosterín reconoce que muchas personas se encuentran en alguno de estos grupos, pero no reconoce la especificidad de la especie: "Hay mucha gente que piensa que el 13 es de mala nariz, pero muchos no lo creen. Pues con las religiones, igual. Unos son cristianos, musulmanes o de religión animista y otros ateos".
Dentro de nuestra especie hay una gran variedad de creencias, lo que, según Mosterín, demuestra que ninguna creencia es específica de la especie: "Porque cuando algo forma parte de la naturaleza de la persona, para todos es común, como caminar a dos pies y tener un lenguaje o pulmones. Por el contrario, las religiones no son de todos".
Otros filósofos tienen una visión muy diferente del tema. Álvaro Moreno es profesor de filosofía de la ciencia en la UPV-EHU y afirma que "no hay duda de que las personas y los animales somos diferentes, somos totalmente diferentes". Entre las características que nos caracterizan, Moreno menciona la civilización, la cultura, la velocidad de nuestra evolución --no sólo ligada a la biología o a la genética -, la lengua, el desarrollo del cerebro y el dominio del resto de especies. Sin embargo, le resulta difícil elegir entre las más especiales: "Hay muchos que interactúan entre sí, por lo que no es fácil decir cuál es el más especial, el más específico".
Según explica Moreno, para los filósofos griegos la racionalidad era el núcleo de nuestra especie. "Pero, ¿qué significa ser racional? No está claro. Ellos hablaban de la capacidad de hacer un discurso razonado y para ello se necesita un lenguaje. ¿Y qué significa exactamente con el lenguaje? Otros muchos animales también tienen capacidad de comunicación, pero sólo nosotros tenemos el idioma. Además, dentro de nuestra especie, la lengua ha evolucionado, evolucionado, por ejemplo, la creación de la escritura es un hito. Por otra parte, ¿el lenguaje es causa o consecuencia del desarrollo del cerebro?"
Además del lenguaje, Moreno considera que la capacidad de generación de tecnología y la capacidad de desarrollar otras herramientas tecnológicas con esta tecnología es también lo mismo. Gracias a esta tecnología hemos cambiado nuestras relaciones y hemos sido capaces de adaptar el mundo a nuestros intereses. Esto ha traído consecuencias, "esto y las formas de entender nuestro dominio".
De hecho, Moreno no tiene ninguna duda de que somos más poderosas que el resto de especies, pero cree que no hemos hecho un uso inteligente de este poder. Por ejemplo, hemos roto el equilibrio entre los ecosistemas y ahora aprender a poner en valor la biodiversidad puede ser una cuestión de humildad, pero sobre todo de conciencia. Considera imprescindible concienciarse de la importancia de la conservación de la biodiversidad. Eso sí, no cree que sea fácil tomar decisiones globales para avanzar en una dirección inteligente en el futuro. "No quiero ser pesimista, pero es difícil ser optimista".
El arqueólogo, antropólogo y paleontólogo Eudald Carbonell también ha profundizado en el tema y ha encontrado otras respuestas. Entre otras cosas, reivindica que todavía no somos seres humanos, personas. Explica que convertirse en persona es un proceso evolutivo, todavía en marcha, en el que influyen aspectos biológicos y culturales. Cuando la evolución cultural prevalezca sobre la biológica, entonces se llevará a cabo el proceso de humanización.
Para Carbonell, al igual que para Morenor, la persona es diferente del resto de animales. "En esto hay factores clave como la socialización de la tecnología, el lenguaje, el conocimiento y el pensamiento. De hecho, la tecnología socializada y el lenguaje asociado a este proceso fomentan la autoconciencia. Al mismo tiempo, la conciencia tractora, es decir, la conciencia de la mente y de la especie, nos hace humanos".
Carbonell tiene también una interesante visión del futuro de la especie. Según él, nuestra especie está experimentando un crecimiento exponencial convergente, y es previsible que el aumento y la complejidad de las relaciones sociales nos lleven al colapso. "Cada vez que nuestra especie implanta un nuevo sistema, debe metabolizar el cambio. Tras la revolución científica y técnica aún no lo ha hecho, pero puede provocar el colapso de la especie. Esto puede ocurrir en este siglo".
También predice las consecuencias del colapso: "Después, nuestra especie se socializará de otra manera, será víspera de la transhumanización".
Está claro que el tema parece algo que pensar...