De repente, la oscuridad se ha impuesto en la casa. "Mira! ¡Ha ido la luz!" pensamos y nos dirigimos en busca de una linterna o de una vela para saber dónde vamos en casa y no hacer ningún vaquero. No tenemos más remedio que esperar hasta que vuelva la luz.
Nosotros lo consideramos un hecho de una vez. Sin embargo, para los gestores de la red eléctrica, cualquier apagón es una emergencia que hay que solucionar y que sigue un protocolo para restablecer cuanto antes el suministro eléctrico.
Realizan simulacros periódicos para mejorar el tiempo de reacción y la eficacia en situaciones de posible gravedad. También simulan emergencias extremas para tener claro qué hacer y cómo hacerlo, por ejemplo, si todo un estado queda sin luz. En esta situación extrema, el primer trabajo es recuperar el estado de seguridad. Para ello, se debe informar en primer lugar a los responsables del Consejo de Seguridad Nuclear de lo sucedido, con el fin de que puedan detener la generación eléctrica en las centrales nucleares con el menor riesgo posible.
Es muy importante detener la generación de electricidad cuando se interrumpe el suministro: si no hay nada que consuma esa electricidad, los aparatos que están produciendo electricidad se calientan y el calentamiento puede causar problemas muy graves en las instalaciones y especialmente graves en las centrales nucleares.
Además de garantizar la seguridad, es necesario restaurar todo el suministro. Este trabajo se realiza de forma gradual para que en cada momento la cantidad de electricidad que se está generando sea la misma que la necesaria para consumir.
Se trata de un trabajo a realizar de forma muy coordinada y sincronizada, ya que en caso de desequilibrio pueden producirse otras interrupciones eléctricas. Si el consumo conectado a una línea concreta aumentase considerablemente, ésta se sobrecargaría y pasaría más corriente de lo que podría soportar. Como esta excesiva corriente puede quemar algún transformador, cables u otro componente de la red, se colocan protecciones: a partir de un determinado nivel de corriente, se activan las protecciones y se interrumpe la electricidad. Como los diferenciales de casa.
Si la generación fuera mayor que el consumo, los problemas estarían con la tensión de red: como la tensión tiene que estar siempre en determinados intervalos, el aumento excesivo pondría en marcha otros sistemas de protección y se produciría un nuevo apagón.
Simulando simulaciones, la realidad es muy difícil que se produzcan apagones a nivel estatal, al menos en España y Francia, donde la red eléctrica está fuertemente ramificada. La red de transporte está especialmente ramificada, es decir, la red que transporta esta electricidad desde instalaciones que generan gran cantidad de electricidad a las zonas de consumo. Existen numerosas instalaciones generadoras de electricidad y las líneas que salen de unas y otras están interconectadas entre sí. Por lo tanto, si falla alguna, satisfacen la necesidad de electricidad con la generación de otras centrales.
Sin embargo, hay redes que no están tan ramificadas como las nuestras, por lo que a veces tienen graves problemas. Por ejemplo, Italia tiene una red bastante vulnerable, por un lado porque no está muy ramificada, y por otro, porque trae mucha electricidad desde fuera, entre otras cosas, recibe dos líneas importantes desde Francia y Suiza.
Pues bien, en 2003, la mayor parte de Italia quedó sin luz por un accidente ocurrido en Suiza. La línea suiza falló y no pudo transportar nada. En esta situación tuvieron que pasar la electricidad necesaria por la línea francesa. Y por supuesto, como esta línea está diseñada para pasar una determinada corriente, debido a la sobrecarga también fallaron.
Los fallos en la red de transporte hacen difícil que se produzca un apagón tan grande como el ocurrido en Italia. En una escala más pequeña, sin embargo, se dan algunas veces. La mayoría de los apagones se producen en la red de distribución, es decir, en las líneas que llevan la electricidad a los consumidores desde las subestaciones. Estas líneas no suelen ser tan ramificadas y en caso de siniestro, sí, la electricidad no puede llegar.
Los apagones son provocados principalmente por tormentas, por la caída de algún árbol sobre alguna línea, por daños de viento en alguna torre o por derramamiento, por caída de rayo en alguna línea, etc. En estos casos es muy habitual que quede sin luz un barrio, un pueblo o un grupo de pueblos. Miles de usuarios fueron testigos de un ejemplo de este tipo en enero, cuando tuvimos una ciclogénesis explosiva.
La reparación de estos pequeños siniestros y la reposición del suministro eléctrico no suele ser una tarea complicada, ya que normalmente no existe ninguna generación en estas redes, por lo que no se requiere una sincronización gradual. Eso sí, hasta que se solucione la avería ocurrida, son muchas las regiones que deben adaptarse sin luz.