CAF-Elhuyar 2019: Las células están online

Maider Beitia San Vicente

Osasun Zientzietako Ikertzailea

EHU

Itziar Urizar Arenaza

Osasun Zientzietako Ikerlariak

EHU

El comportamiento humano es similar al de las células. De hecho, si bien el mundo de la biología celular nos parece lejano e incomprensible, para entenderlo sólo tenemos que fijarnos en nuestra sociedad.
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Las células viven en los tejidos formando órganos, como los seres humanos vivimos en las ciudades. Estos grupos de células funcionan como comunidades sociales, interrelacionándose constantemente entre sí. Para ello, los seres humanos tenemos muchas formas de comunicarnos y, en la actualidad, podemos contactar con la misma facilidad tanto con las personas que viven a 10.000 km como en el portal de al lado. Sin embargo, aunque los seres humanos nos admiramos en la creencia de que somos creadores de todos estos avances tecnológicos, las células empezaron a utilizar medios de comunicación similares hace tiempo. Así, analizando nuestra actitud de comunicación entre los seres humanos podemos entender los comportamientos normales y patológicos de las células de nuestro cuerpo.

Supongamos, por tanto, que nuestro cuerpo tiene la organización social de una ciudad. En una sociedad es necesaria la aportación de todos los ciudadanos para el buen funcionamiento de la sociedad. Para ello, es necesario que los trabajadores desempeñen funciones en cada uno de los sectores, como el de los limpiadores que mantienen limpias las calles, el de los investigadores y médicos encargados de mantener a la gente sana, o el de los alcaldes encargados de coordinar todos los gremios que componen la ciudad, entre otros. En cualquier caso, es imprescindible garantizar la coordinación y comunicación entre todos estos sectores para avanzar de forma efectiva en el conjunto del sistema. De lo contrario, estas áreas de trabajo se verían afectadas y afectarían a toda la ciudad.

En nuestro cuerpo encontramos una situación similar. Precisamente para el buen funcionamiento del organismo, los órganos de nuestro cuerpo desempeñan funciones específicas. Por ejemplo, en los riñones viven células renales imprescindibles en las labores de limpieza que intervienen en la filtración de la orina; en el bazo, las células curativas que forman el ejército del sistema inmune, y en el cerebro, las autoridades neuronales con poder de control de todos los órganos.

De este modo, tanto en la ciudad como en el cuerpo, es imprescindible una comunicación eficaz y eficiente entre los trabajadores. Pero todos sabemos que muchas veces no es tan simple comunicarse, y para ello necesitamos un pequeño impulso: las herramientas de comunicación. Con sólo mirar nuestros móviles podemos observar que una gran mayoría de la población utiliza al menos una herramienta tecnológica para comunicarse (las Apps en inglés).

No pasamos ningún día sin enviar o recibir un mensaje a través de Whatsapp o redes de Facebook. Las fotos, vídeos o audios son imprescindibles para bombardear información en todo momento a nuestro entorno. Pero este servicio no es gratuito y esperamos una respuesta del destinatario al hacer visible nuestra información. En el caso de la red de Facebook, para detectar la aceptación o rechazo de los demás es imprescindible que las fotos compartidas reciban o no un “me gusta”.

Las células también están en constante comunicación, pero no envían mensajes a través de las redes sociales. En su lugar, se comunican intercambiando moléculas como péptidos, proteínas y hormonas. En este caso también reciben respuestas como “me gusta” o “no me gusta” de las células cercanas. De hecho, esta comunicación puede tener un efecto positivo o negativo sobre las células receptoras y emisoras, ya que se van a activar ciertas señales inhibidoras o activadoras internas, muchas veces mediante cadenas de fosforilización. En cualquier caso, la señalización generará una respuesta fisiológica determinada, provocando cambios en las células, en el ratio de crecimiento o en el metabolismo, entre otros.

Figura . Tipos de comunicación intercelular: paracrina, endocrina y autocrina.

Los seres humanos tenemos en la actualidad infinidad de formas de comunicarse con los más cercanos o lejanos. Y, por supuesto, las células no se quedan atrás. También disponen de diferentes formas de comunicación para recibir y enviar información desde el entorno interno y externo. Por ejemplo, las células que se encuentran en el mismo órgano utilizan una comunicación paracrina intercambiando moléculas. De este modo, desde la ventana se realizan conversaciones con el vecino que vive al lado. La comunicación endocrina, por su parte, se produce entre las células que viven en órganos remotos, es decir, sería como contactar con un familiar que vive al otro lado del planeta (Figura 2).

Pero a veces, como los humanos, las células se aburren de limitar su relación a la comunicación mediante palabras. Las células también necesitan amor carnal. Por ello, al igual que los seres humanos utilizamos las redes Tinder o Grinder, las células forman unas relaciones específicas mediante moléculas de integrina o adherina para formar tejidos.

Pero, claro, estas relaciones no son para siempre, y con el tiempo pueden romperse, después la célula sólo va un tiempo. De hecho, las células pueden hacer reflexiones profundas consigo mismas a través de una comunicación autóctona. Para ello, extraen selfies y se envían información sobre el medio interior y exterior.

Aunque estas formas de comunicación son imprescindibles para el bienestar de los individuos de una comunidad, todos sabemos que no siempre se hace un uso equilibrado y modal de las redes sociales. ¿Quién no ha visto condicionada su vida por una situación que ha encontrado en las redes sociales? ¿Quién no ha hecho un uso indiscriminado de las redes sociales en algún momento de su vida? Todo instrumento beneficioso, sin un uso responsable, puede tener consecuencias negativas. Y, por supuesto, las células de los tejidos de nuestro cuerpo no están a salvo de una situación así.

En condiciones normales, la comunicación entre células se realiza de forma regular, lo que permite un crecimiento, migración, diferenciación o metabolismo equilibrado. Sin embargo, puede ocurrir que se produzca un cambio en el comportamiento de una determinada célula, muchas veces por mutaciones, y que se pierda el control del uso de herramientas de comunicación. Esta pérdida de control, a menudo, se inicia con el deseo de mostrar una realidad falsa. Las fotos de las vacaciones que los humanos subimos a la red de Instagram son tan similares, ya que muchas veces, para hacerlas más espectaculares, las modelamos desfigurando la verdad: el color más brillante del mar o el color más bronceado de nuestra piel, entre otros. ¿Pero para qué lo hacemos? Como ya se ha mencionado anteriormente, para conseguir el reconocimiento de nuestros vecinos, es decir, despertar el interés de los seguidores o followers.

Figura . Representación de la actitud de la célula cancerosa hacia el poder en los demás.

Como nosotros, las células no siempre muestran su realidad más cruda. En ocasiones, las células pueden estafar al sistema inmunitario mediante la emisión de señales falsas, huyendo de las células inmunes cazadoras de estafadores, garantizando así la supervivencia de la célula fraudulenta. Pero la peor noticia es que somos insaciables. La fama llama a más fama. Una célula, para conseguir poder, seguirá enviando información transformada al medio, asumiendo el papel de pionero. Las células que se sitúan cerca asimilarán el mensaje contaminado y comenzarán a imitar la célula precursora para obtener su aprobación (Figura 3).

Sin darnos cuenta, la comunidad celular ha protegido el influencer tóxico que sólo quiere poder y seguidores: el influyente está aquí. Esta célula líder adquirirá cada vez más fuerza en la comunidad, cambiará el funcionamiento de la sociedad y eliminará las funciones básicas: el cáncer en la comunidad celular.

Figura . Capacidades de las células para causar cáncer. Imagen: Adaptado de “Hallmarks of cancer: next generation” de Hanahan y Weinberg.

Sin embargo, la célula líder que empieza a emerger en la comunidad debe adquirir ciertas capacidades para garantizar un crecimiento incontrolado e ilimitado. Estas capacidades se denominan marcas de cáncer (hallmarks of cancer en inglés) y actualmente se clasifican en diez grupos (figura 4). Las más conocidas son las capacidades para favorecer los mecanismos de crecimiento, evitar las detenciones del crecimiento o evitar la muerte. Además, las células cancerosas, en función de su pasión por el crecimiento continuo, necesitarán alimentos y oxígeno que garanticen un crecimiento rápido. De este modo, impulsarán la construcción de nuevas carreteras de transmisión de nutrientes y crearán vasos sanguíneos a través del fenómeno denominado angiogénesis. Mediante la conquista de nuevos órganos, transmitirán su mensaje y formarán su fama y metástasis lo más lejos posible.

La palabra cáncer dice que el dolor que provoca esta enfermedad es intenso. Esto se debe a que cada año mueren en el mundo 8,2 millones de personas y las cifras van creciendo, muchas veces por el tabaco, el alcohol, la contaminación o simplemente por factores genéticos. Por ello, la principal necesidad actual es garantizar un uso responsable de los instrumentos de comunicación celular, detectando mensajes (péptidos o proteínas) que evidencien errores de comunicación celular, tanto en tejidos como en sangre, y posteriormente mediante terapias específicas, para volver a su estado original saludable. Pero la fórmula secreta que resuelve los problemas de comunicación entre los seres humanos, la resolveremos en la próxima ocasión.

Bibliografía

Hallmarks of cancer: the next generation. Hanahan D y Weinberg RA. Cell. Mar 4;144(5):646-74 doi: 10.1016/j.cell.2011.02.013.

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https://www.cancer.gov/about-cancer/understanding/what-is-cancer

https://www.cancer.gov/espanol/cancer/naturaleza/estadisticas

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