¿Por qué tenemos mal aliento?

Agirre, Jabier

Medikua eta OEEko kidea

El mal olor de boca, el mal aliento (o mal olor), se llama halitosis. Este mal olor afecta cada vez más a la vida social y profesional de muchas personas, por lo que cada día más gente acude al dentista consciente de la importancia de este problema.

A menudo, además, puede suceder que estas personas no perciban su aliento porque, como consecuencia de una pérdida de sensibilidad, todo su sistema olfativo queda ‘blai’ de ese olor. Muchas veces se dan cuenta del mal olor que desprenden de su boca.

¿A cuántas personas afecta?

La halitosis es una cuestión ancestral y en la Biblia también hay referencias o referencias de este problema. Por otra parte, en los países primitivos se han propuesto soluciones o remedios naturales: cáscara de huevo, clavos aromáticos, plantas medicinales (hierbabuena, etc.). ).

En estadísticas recientes se observa que afecta a un elevado porcentaje de la población. En EEUU, por ejemplo, aproximadamente la mitad de la población utiliza productos cosméticos contra este problema.

¿Por qué ocurre?

Este mal aliento se produce al aumentar la proporción de sustancias sulfuradas en el aire que emitimos por la boca o la nariz. Esto puede deberse a la sequedad bucal que supone el bajo consumo de líquidos, al habla mucho, al estrés y a algunos medicamentos ingeridos (ansiolíticos, antihipertensivos o antibióticos). En estas situaciones también se reduce la cantidad de saliva, por lo que el lienzo no se limpia correctamente y queda más comida en la boca. Esto aumenta el contacto entre la superficie de la lengua y las bacterias.

Las medidas alimenticias ricas en proteínas o con sustancias aromáticas como el ajo, la cebolla o las especies también contribuyen a la halitosis. También el consumo de café, té, alcohol y sobre todo tabaco.

Este mal olor también aparece en personas con problemas dentales, ya que junto con la periodontitis las bacterias producen gases de mal olor. Asimismo, la halitosis se debe a otras infecciones (renal, pulmonar, amigdalar) y diabetes. También aparece junto a la menstruación o menstruación de las mujeres y en presencia de infección bucal (caries, flemones). En los niños esto también puede deberse a problemas nasales, ya que en esta época la nariz y la boca están muy unidas.

Pero el problema es, en definitiva, que la superficie de la lengua esté sucia. Por ello, las personas que tienen fracturada la superficie de la lengua tienden a tener un mal olor en la boca debido a la acumulación de restos y bacterias en estas grietas o grietas que son las responsables de la producción de sustancias sulfuradas.

Sin embargo, hay que distinguir dos tipos de halitosis: una patológica y otra fisiológica. En el patológico, las bacterias (sobre todo anaerobias) producen sustancias volátiles sulfuradas que producen malos olores. Por el contrario, la halitosis fisiológica, es decir, el mal olor temporal, aparece al despertar o después de fumar café, alcohol, alimentos fuertes (con especias) o tabaco.

¿Cómo se diagnostica?

Para confirmar que el mal olor de boca es halitosis, el odontólogo realiza varias pruebas:

  1. Una de estas pruebas consiste en oler el aire que expulsa después de que el paciente mantenga la boca cerrada durante 30 segundos. De este modo, podrá distinguir si el olor proviene de la nariz o del contorno de la boca.
  2. Otra prueba es la de la cuchara. Frotar la parte posterior de la lengua con una cuchara y comprobar si de esta manera se consigue un tema amarillento. A continuación se identifica si la sustancia es o no causante de la halitosis.

¿Qué hacer para eliminar el mal olor?

  • Conviene que la pasta de dientes o el colutorio contengan sustancias antibacterias. Estos productos se deben utilizar siempre bajo prescripción del dentista.
    Antes de nada hay que sanear la boca, tratando las inflamaciones de las encías, las caries y demás (si las hubiera). Pero también hay que tratar otras causas: diabetes, infecciones generales, etc.
  • Se recomienda reducir el número de proteínas a la carta, evitar grandes intervalos entre las comidas, evitar ingerir alimentos olorosos y beber abundante agua para evitar el secado excesivo de la boca. Por otro lado, conviene dejar el café, el alcohol y el tabaco, o al menos reducirlo.
  • La limpieza de la boca es imprescindible, cepillando correctamente los dientes y la lengua. Para la limpieza de la lengua se puede utilizar tanto el cepillo como la lavadora. Al principio puede provocar náuseas, pero es importante no desesperarse y seguir con este método, la lengua suele ser sucia y la causa principal del mal olor, como hemos visto anteriormente.
  • Por otro lado, es conveniente que la pasta de dientes o el colutorio contengan sustancias antibacterianas. Estos productos se deben utilizar siempre bajo prescripción del dentista: al principio dos veces al día y siguiendo las indicaciones del experto, se irán reduciendo progresivamente la dosis.
  • Otra solución puede ser el uso de productos que disimulan el olor, como el regaliz o el mentol. Pero su efecto dura poco y, además, no atenta contra la raíz del problema.

Los mejores alimentos contra el mal olor de boca

La boca es una cavidad cerrada y húmeda, por lo que las bacterias se concentran y reproducen fácilmente. Cuando las bacterias se reproducen de forma desproporcionada aparece la halitosis. Algunos alimentos son muy útiles para luchar contra este problema.

  • Manzana. Lo llaman el dentífrico natural. Comer una manzana después de cada comida es la mejor manera de eliminar las bacterias y eliminar el mal olor. También es ideal para la limpieza de las encías.
  • Monte. Esta planta medicinal tiene propiedades antisépticas por lo que ahuyenta las bacterias que se acumulan en la boca. Se puede tomar en infusión, en ensalada o en postres. La masticación de hojas frescas de menta tras las comidas también es una buena idea.
  • Fresas. Son limpiadores, además de ser muy refrescantes y aromáticos. También es muy bueno frotar los dientes y las encías.
  • Limón. Limpiador, refrescante, antiséptico y desinfectante. Conviene exprimir, bien solos o mezclados con agua o miel. En caso de tener úlceras bucales no utilizar limón.
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