Herschel estaba midiendo las posiciones de las estrellas y en la constelación de Géminis vio un objeto discoidal. Al principio dio por supuesto que se trataba de un cometa a distancia, aparte de los planetas, porque los cometas eran los únicos objetos celestes que tenían forma de disco observados desde el telescopio. Pero los cometas suelen ser borrosos y aquel objeto mostraba puntas agudas. Además, se movía más lentamente que Saturno y se encontraba más lejos. Herschel dedujo que aquel objeto era un planeta y, tras diversas circunstancias, el nuevo planeta recibe el nombre de Urano ( Ouranos en griego), dios de los cielos en la mitología griega y padre de Saturno.
El Sol de Urano tiene una media de 2.900 millones de kilómetros, el doble que Saturno. Al igual que Júpiter y Saturno, Urano es también un gigante gaseoso, pero bastante menor que ellos: Tiene un diámetro de 51.118 kilómetros y una masa de 14,5 veces mayor que la Tierra (8,683x1.0 25 kg). La lejanía y el tamaño ‘pequeño’ hacen que parpadee mucho menos que Júpiter y Saturno y, a pesar de que en la noche negra se puede apreciar a la vista, no es de extrañar que hace tan poco. De hecho, los planetas se consideraban un cuerpo brillante.
Sin embargo, si se indaga hacia atrás se observa que en la crónica astronómica hay restos de Urano. Por ejemplo, en 1690 el astrónomo inglés John Flamsteed nombró una estrella en la constelación del Toro. Cuando se calculó la órbita de Urano, se dieron cuenta de que aquella estrella era Urano. El astrónomo Charles Lemonier también vio a Urano 13 veces en un lugar diferente, pero no se dio cuenta de que era el mismo objeto y registró 13 estrellas.
Después de Urano se encontraron Neptuno y Plutón, el octavo y noveno planeta del Sistema Solar. Neptuno fue descubierto en 1846, según los cálculos del astrónomo francés Urban Jean Joseph Leverrier y del matemático británico John Couch Adams. De hecho, la órbita de Urano no se correspondía con los cálculos teóricos. Cada investigador, por su parte, calculó que en la órbita de Urano actuaba un planeta desconocido y determinó dónde encontrarlo. Cálculos similares condujeron el descubrimiento de Plutón en 1930.
Desde entonces, más allá de Plutón, se ha descubierto una región llamada ‘El cinturón de Kuiper’, compuesta por cientos de objetos de hielo, y se han detectado varios exoplanetas, planetas fuera de nuestra galaxia.
Una de las características especiales de Urano es la rotación. La mayoría de los planetas tienen el eje de rotación perpendicular al plano de la eclíptica, pero Urano tiene casi paralelo. El eje de rotación tiene un ángulo de inclinación de 98 grados, por lo que si miramos desde el Sol parece que Urano está tumbado.
Con 84 años formando una gira alrededor del Sol, cada polo de Urano tiene 42 años bajo la luz y otros 42 en la oscuridad. A diferencia de la Tierra, los polos de Urano reciben más energía del Sol que el ecuador, aunque luego no se nota a temperatura. Sin embargo, si la Tierra girara de la misma manera, las estaciones serían tan extremas que la vida no se habría desarrollado.
En cuanto a su composición, Urano se encuentra principalmente en roca y hielo (agua, metano y amoniaco). A diferencia de Júpiter y Saturno, hay poco hidrógeno y helio. Urano no tiene núcleo, Júpiter y Saturno sí, mientras que los componentes del Urano están aproximadamente uniformizados.
Al igual que otros gigantes de gas, Urano tiene anillos.
Fueron detectados en 1977, tras pasar por delante de la estrella Urano SA0158687. Desde 1973 se sabía que el 10 de marzo de 1977 Urano iba a pasar por delante de esta estrella, con una excelente oportunidad de realizar mediciones. La luz de la estrella atravesaría la atmósfera de Urano. James L. Elliot y otros astrónomos observaron el fenómeno desde un avión y, antes de que Urano cubriera la estrella, vieron amortiguar 5 veces la luz de la estrella; las amortiguaciones se repetieron cuando la estrella reapareció, pero esta vez en el orden inverso. De esta forma se descubrió que Urano tenía anillos y se dejó de pensar que los anillos eran característicos de Saturno. Y es que todavía no se conocían los anillos de Júpiter.
En la actualidad se conocen 11 anillos muy oscuros de Urano, situados entre 38.000 y 52.000 kilómetros de Urano. Además de anillos, cuenta con 21 satélites conocidos. Los cinco más grandes se encontraron entre 1787 y 1948, con telescopio. Cuando llegó allí en 1986, encontró once sondas
Voyager 2 y el resto se han encontrado en los últimos seis años, muy lejos de Urano.